En la carrera contra el tiempo para salvar vidas, la alianza más prometedora puede ser la de una nariz húmeda y un cerebro de silicio. Los perros de rescate, con su infalible sentido del olfato y su heroica dedicación demostrada desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, entrarán en una nueva era gracias a la IA.
En Missouri, Estados Unidos, un equipo está probando COSMIC-T:un sistema que interpreta los movimientos caninos, los combina con datos ambientales y dirige drones autónomos hacia posibles víctimas. ¿La promesa? Encuentra personas desaparecidas hasta diez veces más rápido, una revolución silenciosa que podría redefinir por completo el concepto de “hora dorada” en los esfuerzos de rescate.
Me pregunto si nos damos cuenta de lo profunda que es esta transformación.
La escena es evocadora: un perro de búsqueda corre por un campo, mientras un dron vuela sobre él, grabando cada uno de sus movimientos. En una tableta, el área de búsqueda aparece dividida en una cuadrícula de colores, una sofisticada reedición del juego que jugábamos de niños, “agua” y “fuego”, donde el azul representa las zonas frías y el amarillo las calientes donde probablemente se encuentra la víctima.
Cuando el perro cambia de dirección siguiendo un olor, la línea que traza su trayectoria se vuelve amarilla: el sistema ha entendido que el animal ha olido algo.
COSMIC-T (Inteligencia Colaborativa para Misiones de Búsqueda Olfativa que Integra Caninos y Tecnología) fue creado por Sistemas científicos, combinando el reconocimiento de la actividad animal con la inferencia del estado latente. ¿En términos simples? El sistema interpreta las señales indirectas que emiten los perros de rescate cuando están en el camino correcto.
Tecnología que amplifica el sentido del olfato de los perros de rescate
La innovación de COSMIC-T no está en intentar sustituir la nariz del perro, sino en amplificar sus capacidades. Por otra parte, para utilizar las palabras de Mitchell Colby, jefe de IA y aprendizaje automático en Scientific Systems,
Hemos gastado cientos de millones de dólares intentando crear una sensor Tan bueno como la nariz de un perro, y nunca nos hemos acercado siquiera.
Él tiene razón. La tecnología no puede replicar tan fácilmente lo que la evolución ha perfeccionado a lo largo de milenios. Pero puede contribuir de maneras sorprendentes.
Los perros de rescate están equipados con chalecos GPS, micrófonos y altavoces, lo que permite una comunicación constante con sus cuidadores. La IA analiza sus movimientos y comportamientos, aprendiendo a reconocer cuándo el animal todavía está buscando un olor o cuándo ha encontrado un rastro. Esta información se combina con datos ambientales como la topografía y las condiciones climáticas, creando mapas predictivos que dirigen los drones a las zonas más prometedoras.

Ir más allá de la proporción uno a uno
Una de las principales limitaciones en las operaciones tradicionales de búsqueda y rescate es la relación exclusiva entre el perro y su guía. Cada perro trabaja sólo con un humano., con quien ha desarrollado un vínculo profundo gracias a aproximadamente 800-1000 horas de formación. Una conexión verdaderamente preciosa y conmovedora, pero que dificulta “ampliar” las intervenciones en caso de desastres a gran escala.
COSMIC-T aborda esta limitación al permitir la interpretación de los comportamientos de varios perros simultáneamente y al coordinar enjambres de drones que pueden operar de forma autónoma una vez dirigidos hacia áreas probables.
Como explica Colby:
“Si tienes varios perros moviéndose por el entorno, y algunos encuentran huellas y otros no, puedes combinar todos esos datos y obtener áreas mucho más precisas de dónde crees que podrían estar las víctimas”.
Yo evalúo realizado en los últimos años muestran resultados prometedores: Se han localizado víctimas simuladas De cinco a diez veces más rápido que los métodos tradicionales.
Perros de rescate e inteligencia artificial: el futuro de la colaboración entre especies
Este proyecto, apoyado por la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa), es parte de una tradición que se remonta a la década de 60: la búsqueda de una simbiosis efectiva entre humanos y máquinas. Ahora COSMIC-T va más allá, añadiendo dos elementos más a la ecuación: un título más activo para la inteligencia animal, y la inteligencia artificial que se utiliza para interpretarla.
Me gusta pensar que estamos ante una nueva frontera de colaboración interespecies, donde las capacidades únicas de cada participante (intuición humana, instinto canino, procesamiento algorítmico) se fusionan en un sistema más eficiente que la suma de sus partes.
En una era en la que la IA suele considerarse una amenaza potencial para el empleo humano, COSMIC-T es un brillante ejemplo de cómo la tecnología puede amplificar, en lugar de reemplazar, el valor de la experiencia biológica.
Y en este caso, cada minuto ahorrado podría significar una vida más salvada.