Sobre la mesa del laboratorio, un diamante flota silenciosamente en el aire. No hay cables, ni soportes, ni trucos: sólo un campo de ondas acústicas invisibles que lo mantiene suspendido contra la fuerza de la gravedad.
Para el Doctor Lucas Cox dell 'Universidad de BristolEste momento representó mucho más que un experimento exitoso: fue la chispa de una idea disruptiva. Si las ondas sonoras pueden sostener un diamante, ¿por qué no podrían manipular algo infinitamente más pequeño (y valioso para la ciencia médica)? El células, esos diminutos bloques de construcción de la vida, podrían “bailar” siguiendo una coreografía sónica imperceptible para el oído humano, pero lo suficientemente potente como para reemplazar gran parte de la voluminosa maquinaria que hoy puebla los laboratorios biomédicos.
La danza invisible de las células
La creación de nuevos medicamentos requiere miles de horas de pruebas en células en placas de Petri antes de que estén listos para los pacientes. Incluso en 2025, este proceso será mayoritariamente manual, lo que lo hace costoso y a veces poco confiable, lo que retrasa el desarrollo de medicamentos que salven vidas.
Si bien tareas como el pipeteo y la manipulación de líquidos se han automatizado, el cultivo de células es mucho más complejo. Requiere el uso coordinado de múltiples dispositivos como centrífugas e incubadoras. Cuantos más componentes se añadan, más complejo y costoso se torna el sistema, haciéndolo inasequible para muchos laboratorios ya que el equipo puede no amortizarse antes de desgastarse.
Ingenieros de una empresa derivada de laUniversidad de Bristol Han presentado una tecnología de ondas acústicas que mueve las células sin contacto físico. Esta innovación (ilustrada en este estudio) permite realizar tareas vitales de laboratorio que tradicionalmente requerían equipos voluminosos utilizando un dispositivo de sobremesa compacto, simplificando los procesos y abriendo nuevas posibilidades para la manipulación y la investigación celular.
Una intuición brillante
El Dr. Luke Cox comenzó con un experimento de levitación acústica, suspendiendo con éxito un diamante en el aire contra la gravedad. Al presenciar este fenómeno “mágico”, se dio cuenta de su potencial para manipular objetos pequeños y delicados, lo que lo inspiró a explorar la posibilidad de mover células utilizando la misma tecnología.
Con el tiempo, vio su aplicación más amplia al reemplazar muchos procesos comunes de laboratorio biomédico, lo que llevó a la creación de Impulsónica.
Esta tecnología de vanguardia utiliza ondas acústicas para mover las células, eliminando la necesidad de voluminosos equipos de laboratorio.
Luke y su equipo han avanzado la tecnología para realizar tareas complejas como expandir las poblaciones de células. El Dr. Cox destacó su importancia para acelerar los procesos de detección de fármacos, allanando el camino para el descubrimiento de tratamientos para enfermedades como el cáncer y el Alzheimer.
Ondas acústicas, miniaturización y precisión
Profesor Bruce Drinkwater, académico de la Universidad de Bristol y cofundador de Impulsonics, explicó:
El dispositivo es pequeño, ocupa la mitad del tamaño de una mesa de laboratorio estándar, mientras que las tecnologías anteriores ocupaban salas enteras. Fundamentalmente, también ayuda a producir datos de alta calidad con rapidez, algo fundamental en la investigación biomédica.
Esta invención tiene muchas aplicaciones potenciales en biotecnología: al simplificar la manipulación celular, podría acelerar el desarrollo de fármacos y abrir la puerta a la medicina personalizada. Los médicos podrían algún día usarlo para probar diversos tratamientos en las células de un paciente, identificando la opción más efectiva antes de administrarla.
Comparto la impaciencia del Dr. Cox:
Espero expandir esta plataforma tecnológica única para acelerar el desarrollo en las industrias farmacéutica y sanitaria dondequiera que se cultiven células.
En resumen: tal vez, en un futuro no muy lejano, miraremos con una sonrisa a la época en que los laboratorios estaban llenos de maquinaria engorrosa y procesos manuales, tal como hoy miramos con asombro los primeros automóviles o los primeros ordenadores.