Pesa cada gramo de comida que comes. Hágase análisis de sangre ocho veces al año. Registra cada repetición en el gimnasio. No, este no es el diario de un maniático del control (aunque pueda parecerlo). Es el método que permitió al Dr. Michael Lustgarten, investigador y biólogo del envejecimiento, actualmente en el Centro de Investigación sobre Nutrición Humana y Envejecimiento Jean Mayer del USDA (HNRCA) en Boston, para obtener el primer lugar en el Copa del Mundo de Longevidad. ¿Su edad biológica? Aproximadamente 20 años más joven que el límite de edad.
A menudo me pregunto, como muchos, si realmente vale la pena pasar por todas estas precauciones para vivir más, pero sus resultados dejan poco lugar a dudas: su enfoque parece funcionar realmente bien.
La obsesión por los datos que te mantiene joven
Mientras que la mayoría de nosotros nos limitamos a un chequeo anual, Lustgarten se somete a un hasta ocho análisis de sangre al año. Una frecuencia que provocaría escalofríos en la columna vertebral de cualquiera que tenga miedo a las agujas, pero que para él representa la brújula de su viaje hacia longevidad. Cada prueba es una oportunidad para monitorear el funcionamiento de sus riñones, hígado, sistema inmunológico y salud metabólica.
El objetivo es muy claro: mantener los biomarcadores lo más “jóvenes” posible para reducir drásticamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer. No es muy diferente del enfoque de Bryan Johnson con su protocolo Blueprint, aunque quizás menos mediático y ciertamente menos costoso. Sin embargo, ambos comparten la misma filosofía subyacente: los datos no mienten y cada parámetro biológico puede optimizarse.
Ambos han convertido sus cuerpos en laboratorios vivientes, con la diferencia de que Johnson se centra más en los suplementos y en el aspecto estético de la juventud, mientras que Lustgarten parece más centrado en los parámetros funcionales.
Michael Lustgarten, entrenamiento maníaco y nutrición
Puede que dos entrenamientos de 90 minutos por semana parezcan algo obvio, pero te aseguro que no hay nada de ordinario en el enfoque de Lustgarten sobre el fitness. Cada serie, cada repetición, cada ejercicio compuesto está documentado con precisión científica.
Su dieta, pues, merecería un capítulo aparte en un manual de precisión. 100 gramos de proteínas, 45 gramos de grasa y una cantidad impresionante de fibra (65 gramos al día) se pesan y registran con la meticulosidad de un farmacéutico. En comparación con la dieta casi religiosa de Johnson, que consiste en engullir una mezcla matutina de algas y pastillas, la de Lustgarten parece casi relajada, pero no se deje engañar: ambos tratan la comida como una droga, dosificada al miligramo.
Me hace sonreír pensar en cuántas personas consideran extremo pesar la comida para una dieta temporal, mientras estos biohackers lo hacen todos los días de su vida como si fuera lo más normal del mundo.

El minimalismo de los suplementos
A diferencia de muchos “gurús de la longevidad”, Lustgarten es sorprendentemente minimalista en sus suplementos. Acepta La vitamina D (que planea eliminar después de mudarse a la soleada Texas), ácido nicotínico para el NAD y algunos vitaminas del grupo B.
El 20% del esfuerzo produce el 80% de los resultados: optimizar la composición corporal y mantener la funcionalidad física.
Su enfoque es casi reconfortante en su racionalidad: antes de tomar un suplemento, demuestra que es realmente necesario. Punto. Sin magia, sin promesas milagrosas, sólo ciencia aplicada con un rigor casi maníaco.
Hay algo paradójicamente liberador en su extremismo: simplificar todo a lo esencial, eliminar lo superfluo y centrarse en lo que realmente funciona. En un mundo lleno de ruido y de productos milagrosos, quizá sea precisamente esta claridad la que lo hace tan fascinante.
El futuro que persigue Michael Lustgarten no es sólo personal, sino universal.
Mientras acumula datos como una ardilla acumula nueces para el invierno de la vejez, Michael Lustgarten permanece sentado en la silla del laboratorio esperando que la inteligencia artificial le entregue finalmente las llaves de la inmortalidad.
¿Qué pasa si no llega a tiempo? Bueno, al menos puede consolarse sabiendo que vivió como el personaje más obsesivo-compulsivo de una serie de Netflix sobre la longevidad, con báscula de baño y tubos de análisis de sangre en el refrigerador junto al yogur. Además, ¿qué sentido tiene vivir para siempre si no puedes hablar de lo mucho que te divertiste pesando brócoli durante la mitad de tu vida?
Sonríamos, sonriamos. Si funciona, estoy seguro de que muchos de nosotros lo tomaremos muy en serio.