No tienes que ser un fanático de la ciencia ficción para saber el nombre de Isaac Asimov. Sin embargo, sus predicciones merecen hoy una atención que va más allá de la simple curiosidad literaria. “Los robots se volverán orgánicos mientras que los humanos se convertirán en máquinas”: una frase que antaño habría hecho sonreír incluso a los lectores de ciencia ficción más ávidos, pero que hoy se lee con un escalofrío de reconocimiento. Estamos en el año 2025, y la tecnología ha erosionado tanto los límites entre la biología y la mecánica que esta inversión ya no parece una hipérbole de ciencia ficción, sino una trayectoria evolutiva plausible. Las predicciones de Asimov no están simplemente resurgiendo: están llamando a la puerta de nuestro presente con una insistencia que ya no podemos ignorar.
1965, Las predicciones de Asimov que nos «despiertan» hoy
Entre las muchas predicciones hechas por este escritor, una en particular (formulada hace 60 años) está resurgiendo en un momento en que la inteligencia artificial se ha convertido en una parte integral de nuestras vidas. El legendario autor de ciencia ficción predijo durante Una bonita entrevista en la BBC que Los robots habrían desarrollado componentes cada vez más orgánicos, mientras que los humanos nos habríamos transformado progresivamente en seres mecánicos.
Casi parece una paradoja, pero si observamos los avances tecnológicos de los últimos años, esta predicción parece sorprendentemente precisa. El implantes neurales, prótesis inteligentes, implantes cibernéticos: cada día damos un pequeño paso hacia una forma de existencia más “mecánica”, mejorada artificialmente.
Al mismo tiempo, la investigación en inteligencia artificial se está moviendo en la dirección opuesta, tratando de emular procesos orgánicos, redes neuronales que imitan el cerebro humano, sistemas capaces de manifestar comportamientos que definiríamos como casi “emocionales”. Cuasi.
Los límites entre el hombre y la máquina se difuminan
Los límites entre lo humano y lo máquina son cada vez más difusos. OpenAI, Google, Antrópico y otras grandes empresas tecnológicas están creando sistemas artificiales que pueden conversar, razonar e incluso “sentir” de maneras cada vez más parecidas a las humanas.
Al mismo tiempo, los seres humanos dependen cada vez más de la tecnología no sólo como una herramienta externa, sino como un componente integrado de su existencia. Desde gafas inteligentes hasta relojes inteligentes que monitorean nuestras funciones vitales, pasando por implantes cerebrales que... Neuralink y otros (trabajo muy prometedor de EPFL) que prometen fusionar la mente humana con la inteligencia artificial. Esta convergencia, lo reformulo, esta casi inversión de roles, es exactamente lo que escritores de ciencia ficción como Isaac Asimov habían imaginado. Ya no es un futuro lejano, sino un proceso ya en marcha que avanza a un ritmo vertiginoso.
¿Hacia una síntesis o una trascendencia?
La pregunta que plantean estas predicciones no es si se harán realidad (parece que ya están sucediendo), sino cuál será el resultado final de esta convergencia. ¿Estamos asistiendo a una síntesis, a una fusión armoniosa entre lo orgánico y lo mecánico, o estamos al inicio de un proceso evolutivo que nos llevará a la superación de nuestra propia humanidad?
Las predicciones de Asimov resuenan hoy como una advertencia, una invitación a reflexionar no sólo sobre las maravillas que nos ofrece la tecnología, sino también sobre las profundas implicaciones que conlleva. Cuando la distinción entre hombre y máquina se vuelva irrelevante, ¿qué quedará de nuestra humanidad? Es una pregunta que ni siquiera los autores de ciencia ficción más brillantes han podido responder con certeza. Somos nosotros quienes tenemos que decidir qué tipo de futuro queremos construir, mientras las predicciones de estos visionarios se materializan a nuestro alrededor.
Las implicaciones éticas, filosófico Y también los aspectos espirituales de esta convergencia serán el verdadero desafío de nuestro tiempo. Y tal vez, tal como intuyeron estos profetas de la tecnología, la respuesta no esté en ser completamente humano ni en ser completamente máquina, sino en encontrar una nueva definición de conciencia que trascienda ambas categorías.