¿Sabes cuál es el lugar más seguro para esconder un avión de combate de 110 millones de dólares? Dentro de una montaña. Noruega lo sabe bien y está devolviendo a la vida sus búnkeres militares abandonados desde el final de la Guerra Fría.
No se trata de pequeños refugios, sino de auténticas ciudades subterráneas excavadas en la dura roca, con túneles de salida de casi un kilómetro de longitud y puertas blindadas que parecen salidas del universo de James Bond. bardufoss e Olavsvern (Dos bases militares que creíamos relegadas a los libros de historia) están volviendo a estar operativas.
¿Causa? Preocupaciones que surgen de Rusia, un vecino que en los últimos años ha tenido una relación con Noruega (y no sólo) que es, por así decirlo, conflictiva. Totalino: los búnkeres militares noruegos, construidos para resistir un apocalipsis nuclear, encuentran nueva vida en una época en la que los drones kamikaze de 300 euros pueden destruir decenas de millones de aviones.
Búnkeres militares, el pasado que se vuelve (desafortunadamente) presente
La estación aérea de bardufoss Tiene una historia que te pone los pelos de punta. “Nasci Nazi”, para empezar: abierto en 1938, fue utilizado por los cazas alemanes para proteger al acorazado gigante Tirpitz mientras estaba anclado en un fiordo cercano. Un pasado engorroso, que cuenta cómo las infraestructuras militares sobreviven a los conflictos simplemente cambiando de bandera.
La geopolítica gira en círculos, repitiendo ciclos que creíamos terminados. Después de la Segunda Guerra MundialLa Real Fuerza Aérea Noruega utilizó estos hangares para proteger sus aviones de un posible ataque soviético. Hoy, con una Rusia decididamente diferente pero todavía percibida como amenazante, los mismos búnkeres están siendo desempolvados y modernizados.
La venta (y recompra) del siglo
La historia de la base naval de Olavsvern Es aún más emblemático de ciertas lógicas. Construido en varias fases desde 1950 Esta maravilla de la ingeniería, que costó alrededor de 360 millones de libras (financiada en gran parte por la OTAN), se completó cuando la Unión Soviética ya estaba colapsando.
en 2009A pesar de las señales de una Rusia cada vez más asertiva, el parlamento noruego votó para cerrar la base, vendiéndolo en 2013 a inversores privados por una suma modesta de 7 millones de libras: un centavo de su valor. Una ganancia inesperada para el comprador privado, pero un negocio terrible para los contribuyentes noruegos.
¿La parte tragicómica? Los nuevos propietarios permitieron que buques de investigación y barcos pesqueros rusos utilizaran lo que antes era una instalación de alto secreto. Los túneles estaban llenos de caravanas y coches antiguos. Los medios de comunicación incluso difundieron la noticia (falsa) de que la empresa compradora era en parte de propiedad rusa.
¿E ora? Ante el aumento de las tensiones geopolíticas, una empresa con estrechos vínculos con el ejército noruego ha recomprado una participación mayoritaria en la compañía (más dinero de los contribuyentes: sean cuales sean las circunstancias, los políticos siempre hacen buenos negocios para sí mismos). Desde 2020 (así antes de la crisis en Ucrania) Comencé a reparar y actualizar el sitio., con una creciente presencia militar en la base, e incluso la Marina de Estados Unidos está interesada en basar allí sus submarinos nucleares.
La industria del miedo
Al observar este ciclo de desvinculación y reactivación, no puedo evitar notar cómo las decisiones estratégicas a menudo siguen las mareas del sentimiento colectivo, alimentadas por las élites políticas y militares que prosperan en una atmósfera de tensión.
Las preocupaciones de seguridad de Noruega no comenzaron con la invasión rusa de Ucrania, sino mucho antes. Y mientras la diplomacia internacional titubea, los presupuestos de defensa aumentan y las industrias armamentísticas... ganancias récord. Un F-35 cuesta entre 90 y 120 millones de euros: cifras que marean.
El panorama geopolítico actual parece favorecer soluciones costosas y militarizadas en lugar de esfuerzos diplomáticos valientes. No digo que Noruega no tenga preocupaciones legítimas en materia de seguridad, pero me pregunto si realmente estamos explorando todas las vías posibles con la misma determinación.
Los únicos “búnkeres militares” que aparecen en esta fase son aquellos en los que se atrincheran determinados partidos políticos en pos de objetivos de lucro y opresión. Nada nuevo, parafraseando a Erich Maria Remarque, (ni siquiera) en el frente occidental.