¿Estamos realmente en los albores de una nueva era de guerra? Ha pasado apenas un año y medio desde entonces. septiembre 2023 donde, por primera vez en la historia, los soldados (estadounidenses) fueron equipados con armas láser operativas.
Un momento que los generales calificaron de “histórico”, pero que a mí me pareció un episodio más de una historia que comenzó hace cuarenta años. Deslumbrados por el atractivo de la tecnología, corremos el riesgo de no ver la realidad: las armas láser siguen prometiendo mucho más de lo que pueden ofrecer. Esta tecnología, abandonada en la década de 80 por buenas razones, está volviendo a cobrar importancia hoy no tanto por sus propios méritos, sino más bien debido a la aparición de nuevas amenazas (como los drones) y las crecientes brechas en los sistemas de defensa aérea existentes.
Pero ¿estamos seguros de que los avances tecnológicos han hecho que los láseres sean realmente adecuados para el uso militar? ¿O estamos presenciando un intento desesperado de adoptar armamento militar deficiente? 10 razones para pensarlo.
1. Las armas láser no son nada nuevo, sino viejos sueños desempolvados.
Los láseres militares no son en absoluto una novedad revolucionaria. La historia de la militarización de los láseres se remonta a la década de 80, con la Iniciativa de Defensa Estratégica de Ronald Reagan (¿Recuerdas? El famoso proyecto “Star Wars”). Este ambicioso programa pretendía crear un sistema de defensa contra misiles nucleares, pero a pesar de los miles de millones invertidos, fue abandonado en 1993 sin resultados concretos.
Los militares han desempolvado esta vieja tecnología principalmente porque, como se mencionó, nuevas amenazas han dejado al descubierto lagunas en los sistemas de defensa aérea existentes. No se trata tanto de un avance tecnológico como de una respuesta desesperada a un problema urgente.
2. La física sigue siendo un obstáculo insuperable
El fenómeno de la “floración térmica” (floración térmica) representa uno de los mayores problemas técnicos. Este fenómeno físico hace que el rayo láser se disperse en la atmósfera, reduciendo drásticamente su eficacia. Fue un problema insuperable en la década de 80 y, Sorprendentemente, todavía lo es hoy en día.
A una determinada densidad de energía (aproximadamente 1 megavatio por centímetro cúbico), el láser comienza a interactuar con la atmósfera, perdiendo efectividad proporcionalmente a la distancia recorrida. Todavía no se ha encontrado ninguna solución práctica.
3. Las condiciones climáticas lo arruinan todo.
Cualquier cosa entre el láser y el objetivo reduce drásticamente su eficacia. Humo, niebla, lluvia, polvo: todos ellos factores que pueden hacer que incluso las armas láser de mayor rendimiento sean completamente inútiles.
Basta un humo espeso para neutralizar por completo incluso un láser ultrapotente.
4. Consumo energético desmesurado para resultados modestos
Los láseres militares requieren enormes cantidades de energía para funcionar. Un arma láser como Helios, por ejemplo, está a punto de ampliarse a 300 kilovatios (equivalente al consumo total de 30-40 hogares modernos), pero su energía dura sólo unos segundos.
Actualmente, la eficiencia energética de los mejores láseres ronda el 50%., lo que significa que la mitad de la energía se pierde en forma de calor, lo que requiere complejos sistemas de refrigeración por agua.
5. El alcance real de las armas láser es mucho menor que el declarado.
Cuando oímos hablar de láseres efectivos a 8 kilómetros, como en el caso de Helios, deberíamos añadir un asterisco (ver punto 3): “sólo en condiciones atmosféricas perfectas”. El alcance real suele estar limitado a uno o dos kilómetros debido a la floración térmica (véase el punto 2).
6. Las contramedidas a las armas láser son sorprendentemente simples.
Una capa reflectante o incluso un espejo pueden hacer que las armas láser de miles de millones de dólares sean ineficaces. Materiales como la plata, los diamantes, la fibra de carbono y las tierras raras pueden soportar una amplia gama de láseres.
Para destruir un objetivo, un láser debe mantener un contacto constante durante varios segundos, A veces hasta 30 o más. Si el objetivo tiene un recubrimiento que extiende este “tiempo de muerte”, puede distraer el arma y evitar que golpee a otros objetivos.
7. Los problemas de mantenimiento son enormes
El mantenimiento de los láseres es significativamente más complejo que el de las armas tradicionales. Reemplazar un componente requiere un proceso delicado y largo, a menudo mucho más allá de las habilidades del técnico militar promedio. El uso masivo de estas armas láser simplemente causaría una brecha aterradora en las habilidades necesarias para mantenerlas.
8. No, las pistolas láser no existen (y no existirán pronto)
A pesar de que Star Trek y otras obras de ficción los han representado durante 60 años, las armas láser lo suficientemente potentes como para matar a un humano aún no pueden ser transportadas por una sola persona. Imagínate si pudieran caber en un bolsillo o en un bolso.
Las limitaciones de la tecnología de las baterías hacen imposible construir pistolas láser, rifles, espadas y otras armas en el futuro cercano.
9. El “cargador infinito” es un mito
La idea de que los láseres pueden dispararse infinitamente mientras tengan energía es teóricamente cierta, pero en la práctica tan falsa como un billete de 18 euros. Los láseres montados en vehículos, como el DM Shorad Están alimentados por baterías que requieren recarga frecuente.
Los láseres montados en barcos, como el Helios que mencioné anteriormente, utilizan la energía de la red eléctrica existente, pero no hay información sobre qué tipo de sistema de enfriamiento utilizan o si se requieren períodos de enfriamiento entre pulsos.
10. Los resultados de las armas láser en el campo de batalla son muy pobres.
A pesar de las inversiones, los resultados concretos son pocos. Turquía afirma haber derribado un dron con láser en condiciones reales de guerra, Pero los detalles siguen siendo vagos.
Mientras tanto, la Fuerza Aérea de Estados Unidos canceló el programa SHIELD para montar láseres en aviones sin producir siquiera un prototipo (sólo para anunciar más tarde la presencia de armas láser en el nuevo caza de sexta generación, el F-47). Hablé de aquí).
Lo cierto es que, a pesar de todos los avances tecnológicos, las armas láser siguen siendo fundamentalmente inadecuadas en comparación con las alternativas actuales. Hasta que no se produzca un avance tecnológico radical, seguirán siendo más un símbolo de prestigio tecnológico que instrumentos de guerra verdaderamente eficaces.