“Pienso, luego existo.” Descartes probablemente se revolvería en su tumba si supiera que hoy algunos científicos aplican este concepto no sólo a los seres humanos, sino también a las células individuales que nos componen. Investigación sobre la conciencia celular De hecho, está dividiendo a la comunidad científica y planteando preguntas fundamentales sobre la naturaleza misma de la vida.
Imagina tu cuerpo como una galaxia de 30 billones de células, cada uno potencialmente dotado de su propia forma primitiva de conciencia. Estos diminutos agentes biológicos no solo seguirían ciegamente instrucciones genéticas, sino que tomarían decisiones, resolverían problemas y colaborarían. Un universo microscópico de inteligencias que se extiende mucho más allá de los límites de tu percepción. ¿Y el hecho más impactante? Cuando usted muere, algunas de estas células pueden continuar “viviendo” de una manera diferente.
El tercer estado de las células
Nacemos, vivimos, morimos. Fin de la historia. O al menos eso parecía hasta hace poco. Un número creciente de estudios están desafiando esta visión simplista del ciclo biológico. Pedro Noble e Alex PozhitkovDos investigadores estadounidenses han detallado recientemente un fenómeno sorprendente observado en el “xenobots“, organismos multicelulares diseñados con ayuda de inteligencia artificial.
Estos pequeños “robots biológicos” muestran una autonomía inquietante: Son células que deciden asumir roles completamente diferentes a aquellos para los que fueron programadas genéticamente. Es como si un músico de orquesta de repente decidiera tocar un instrumento diferente y lo hiciera bien. Los xenobots formarían así un “tercer estado” de vida, ni vivos ni muertos según los criterios tradicionales, sino algo completamente diferente.
Experimentos con células humanas, denominados “antropobot“, muestran comportamientos similares. Hay algo profundamente perturbador en todo esto, ¿no es así? Imagina que ahora mismo, en tu cuerpo, miles de millones de células pudieran tener algún tipo de conciencia primitiva. Y después de que mueras, es posible que… continúen.
¿Conciencia celular o simplemente adaptación?
“El organismo en su conjunto ya no responde como antes, pero subconjuntos de células están activos, tomando decisiones y resolviendo problemas”, afirma. William Miller, biólogo evolutivo y médico, coautor del libro La célula sensible. Según Miller, estos hallazgos demuestran que “la unidad fundamental de la agencia biológica es la célula consciente”.
Un momento. ¿Consciente? La palabra produce escalofríos, especialmente cuando se aplica a las entidades microscópicas que nos componen. Michael Levin, biólogo de la Universidad Tufts cuyo laboratorio construyó los xenobots, sostiene que los humanos somos “incapaces de reconocer la inteligencia cuando es extremadamente pequeña o extremadamente grande”.
La conciencia es un término notoriamente elusivo, cuya definición puede cambiar según el campo de estudio, el contexto o incluso a lo largo del tiempo.
Pero no todos los científicos están de acuerdo. Lincoln Taiz, biólogo de la Universidad de california, argumenta que Estos fenómenos se conocen desde hace décadas. Cuando las células se extraen de su contexto original, pueden desarrollarse de forma anormal. “Cuando un insecto herbívoro secreta hormonas en las hojas de las plantas, lo que provoca la formación de crecimientos, ¿es eso también un ‘tercer estado’ de vida?”, pregunta sarcásticamente.
El futuro es celular
Ya sea conscientemente o no, las células desempeñarán un papel fundamental en el futuro de la medicina. Imagina tratamientos personalizados creados a partir de tus propias células, evitando respuestas inmunes peligrosas. O pequeños “robots” biológicos que navegan por tu cuerpo para reparar el tejido dañado.
Miller cree que deberíamos aprender a cooperar con las células: “Estamos aprendiendo a hacer lo que hacen las células y cooperaremos con ellas si somos inteligentes”.
La teoría de la conciencia celular también desafía conceptos darwinianos como la “supervivencia del más apto”. Las células deben trabajar juntas para tener éxito, por lo que un lema más preciso podría ser: “Me sirvo mejor a mí mismo sirviendo a los demás”. Una lección que quizá también nosotros podríamos aprender.
Me gusta pensar que, en cierto sentido, nunca estamos realmente solos. Somos una comunidad de billones de entidades, cada una con su propio rol, su propio propósito y quizás (¿quién sabe?) su propia pequeña chispa de conciencia. Una perspectiva que hace que la vida (e incluso la muerte) sea mucho más interesante de lo que jamás imaginamos.