¿Recuerdas aquellas postales antiguas que mostraban los teleféricos de montaña (¡que recuerdan!) con las cabinas siguiendo pacientemente su recorrido preestablecido, una tras otra? Olvídalos. El nuevo teleférico urbano que está a punto de revolucionar el transporte urbano es algo completamente diferente: se mueve libremente sobre una red modular de cables y carriles elevados, elige la mejor ruta de forma autónoma y es muy eficiente energéticamente. Whoosh, así se llama el sistema de transporte inteligente con teleférico, puede transformar para siempre la forma en que nos movemos en nuestras ciudades.
El teleférico que redefine el transporte urbano
Whoosh es un desarrollo muy intrigante en el campo de la movilidad urbana. A diferencia de una telecabina tradicional, se trata de un sistema de cápsulas autónomas equipadas con sus propios motores y sistemas de navegación que les permiten moverse libremente a través de una red modular compleja. Verdadera innovación radica en la capacidad de cambiar de un cable a otro, permitiendo rutas directas de un punto de la ciudad a otro.
Las estaciones más pequeñas ocupan el espacio de un único aparcamiento, con una espiral que se eleva hasta la altura operativa de la red, a unos 12 metros del suelo. Las “vías” son una combinación de cables tensados que abarcan entre 150 y 300 metros de longitud y secciones más cortas de rieles de acero para curvas e intersecciones suaves.
No tenemos que adaptarnos a la red de carreteras existente. Podemos cruzar ríos, puentes, carreteras. Podemos tener una red que recorra las cubiertas de los edificios.
Chris Allington, fundador y director ejecutivo de Whoosh
Una respuesta eficiente a los retos de la movilidad
La velocidad media prevista en el "teleférico 2.0" es de 40 kilómetros por hora, pero sin paradas intermedias. Segundo Chris Allington, fundador y director ejecutivo de Whoosh, esto lo hace mucho más rápido que conducir en áreas urbanas congestionadas. La eficiencia energética es asombrosa: un viaje estándar con el sistema Whoosh utiliza menos energía que un coche eléctrico pequeño.
Las cápsulas están equipadas con baterías debajo del piso que alimentan el aire acondicionado, Wi-Fi y los sistemas de confort, además de proporcionar torque a las ruedas motrices. El sistema optimiza las rutas de todos los vehículos de la red y, como se mencionó, cada módulo puede cambiar entre diferentes opciones de ruta en las intersecciones. Incluso la resistencia a la rodadura de las ruedas pequeñas es mínima en comparación con los neumáticos de carretera (con menor desgaste y contaminación, factor significativo).
Una nueva experiencia de viaje urbano
La comodidad era una prioridad en el desarrollo. Las cápsulas pueden inclinarse en las curvas como una motocicleta, alineando las fuerzas G con el cuerpo del pasajero. Los algoritmos de control avanzados amortiguan y controlan la oscilación al salir de las curvas. Viajar sobre cables ofrece una sensación de "flotación" única. En general, toda la experiencia del usuario está diseñada para ser similar a la de un servicio de viaje compartido: a través de una aplicación, puedes reservar un vehículo o ir a la estación más cercana y tomar uno disponible.
Cada cabina de góndola inteligente reconoce al usuario y ajusta la temperatura, la iluminación y la música según sus preferencias personales.
Nuestra visión es: la gente no quiere esperar el autobús, quiere que el autobús los espere.
Chris Allington, fundador y director ejecutivo de Whoosh
Del entretenimiento al transporte urbano
El sistema (todos lo hubiésemos dicho, lo juro) nació como una atracción para parques de atracciones. Y en ese contexto probó y perfeccionó la tecnología. El primer prototipo, llamado Switchback, fue instalado como “The Flying Ox”, una atracción en LumberJack Feud, un parque temático en Tennessee, Estados Unidos. Esta fase nos permitió validar dos funciones cruciales: la transición entre rieles y cables y el sistema de frenado especial a corrientes parásitas.
La flexibilidad del sistema permite diferentes aplicaciones: en un zoológico, por ejemplo, puede servir como un paseo panorámico tranquilo o transformarse en una experiencia llena de adrenalina, según sus necesidades. Esta versatilidad nos ha permitido recopilar datos valiosos sobre el rendimiento, la capacidad y los sistemas de baterías.
Teleférico del futuro: detalles técnicos y seguridad
Las cabinas fueron diseñadas para alcanzar velocidades incluso superiores a los 70 kilómetros por hora, pero como explica Allington, velocidades más lentas permiten un mayor volumen de tráfico a través de la red. Las ruedas de conmutación de los pods te permiten cambiar de ruta en las intersecciones, con un sistema a prueba de fallos que mantiene la ruta recta en caso de una falla.
El proyecto nació de Soluciones Holmes, que Allington lo describe como “un departamento de I+D externo para algunas de las empresas más grandes del mundo”. La idea llamó la atención de Google, que buscaba una mejor manera de transportar a los empleados a través de sus campus en expansión. Aunque el proyecto original se detuvo debido a COVID, algunos miembros del equipo de Google fundaron la puesta en marcha Ciudades de Swyft comercializar la idea como una solución de transporte urbano.
El futuro está más cerca de lo que pensamos
El primer sistema Whoosh para el transporte urbano Se inaugurará en 2026. en el distrito de Remarkables Park de Queenstown, Nueva Zelanda. La ciudad, rodeada de montañas y un lago, representa el banco de pruebas ideal: alta presencia turística, importante población local y red de carreteras limitada con problemas de tráfico. La góndola piloto, financiada totalmente con fondos privados, demostrará todas las características clave, incluidos los puntos de fusión y divergencia de la red, múltiples estaciones rectas y en espiral y un espacio de exposición.
El coste de la infraestructura ronda los 5 millones de euros por kilómetro, mucho menos que el 10-20 millones en las calles o a 100 millones para el tren ligero. El sistema es completamente modular y puede ampliarse fácilmente añadiendo vehículos, tramos de cable y carriles, sin tener que predecir la demanda de los próximos 40 años como ocurre con las carreteras o los ferrocarriles. No es sólo para el transporte de pasajeros: los vehículos de carga de tamaño similar pueden crear conexiones de carga eficientes entre cualquier punto de la red, integrándose perfectamente con los módulos de pasajeros en el sistema de rutas autónomo y de menor prioridad para garantizar un servicio ininterrumpido a los pasajeros cuando aumenta el volumen de la red.
Mientras tanto, pienso en aquel viejo teleférico de montaña que tomé en Camigliatello, en Sila, cuando era niño. En aquel entonces ni siquiera podía imaginar que algún día esa tecnología centenaria pudiera transformarse en algo tan innovador. A veces el futuro no está en inventar algo completamente nuevo, sino en mirar con otros ojos lo que siempre hemos dado por sentado, y seguir sorprendiéndonos.