“Un dron sin airbag es como un coche sin cinturones de seguridad: obsoleto”. La provocación del diseñador Marco Filippo Batavia, que dirige el laboratorio Design House de SAES, resume la filosofía de Emeth: los airbags inteligentes para drones no son un lujo, sino una necesidad. Con un sistema que pesa apenas 87 gramos y se “rearma” en 30 segundos, este dispositivo desafía vientos de 65 km/h, colisiones con pájaros y caídas desde 30 metros. ¿El truco? una mezcla de Nitinol e algoritmos que “sienten” el peligro 0,2 segundos antes que el piloto humano.
Cómo funciona el airbag del dron: el más rápido del mundo
El sistema airbags inteligentes para drones desarrollado por Emeth es una sinfonía de física e inteligencia artificial. Cuando los sensores detectan una caída libre superior a 9,8 m/s² (un signo inequívoco de pérdida de control), activan un mecanismo de gas comprimido que infla el airbag. 40 milisegundos (menos que el tiempo que le toma a un colibrí batir un ala).
“Utilizamos un algoritmo predictivo que analiza 240 puntos de datos por segundo: inclinación, velocidad, presión atmosférica”. ¿El resultado? Un colchón de aire de 15 cm de espesor que absorbe el 80% de la energía del impacto, incluso en superficies rocosas.
La verdadera revolución está en el material: el tejido del airbag es una mezcla de Kevlar e El grafeno que resiste pinchazos por astillas de hasta 300 N de fuerza. Durante las pruebas, los investigadores lanzaron el dron contra una pared de ladrillos a 54 km/h: el airbag se infló, rebotó y el dron estaba operativo después de 2 minutos. Y dado que el sistema es reutilizable, basta con sustituir el cartucho de gas (coste: 12 euros) para restaurarlo.
Nitinol: el aliado “alienígena” que hace que todo sea posible
El corazón tecnológico de Emeth no es el airbag, sino el Nitinol (una aleación con memoria de forma compuesta de níquel y titanio). Este material, tan sorprendente que alguien se lo atribuyó con robusta imaginación un origen extraterrestre, hoy se utiliza en cardanes de cámaras: reacciona a las variaciones de temperatura y al estrés mecánico volviendo a su forma original.
Y de hecho también equipa la cámara del dron Emeth. “Si el dron sufre un impacto lateral, el Nitinol del cardán absorbe la energía y estabiliza la lente en 0,03 segundos”aclara Sood. ¿La ventaja? Imágenes estables incluso durante una caída, fundamentales para analizar las causas del accidente.
Pero hay más, por supuesto: Nitinol también impulsa el mecanismo de despliegue de la bolsa de aire. Cuando el sistema detecta una emergencia, una corriente eléctrica calienta la aleación, que se contrae instantáneamente liberando el gas. Es como tener un resorte invisible trabajando en lugar de piezas mecánicas. Este diseño elimina el 70% de los componentes tradicionales, reduciendo peso y costes de mantenimiento.
La transparencia no es sólo estética: es filosofía
La elección de los diseño transparente No es un capricho artístico, sino una declaración de intenciones. “Queremos que los usuarios vean la tecnología que los protege”el dice Sood. A través de la carcasa de policarbonato se puede observar el ballet de Nitinol, los circuitos de cobre brillando como venas y el airbag plegado como un origami de alta tecnología. Un enfoque que me recuerda nada telefono (a mi compañero Roberto y a mí nos vuelve locos), pero con una utilidad adicional: los técnicos pueden diagnosticar averías sin desmontar el drone.
La estructura, creada con tecnología. Fusión de lecho de polvo láser (L-PBF), Imprime en 3D una única pieza fundida de aleación de aluminio y magnesio. “Este método garantiza una resistencia a la torsión un 40% mayor que la del carbono, con un peso un 15% menor”, le señalan a Emeth.
¿El resultado? Un dron que pesa 720 gramos (menos que una botella de agua) pero resiste impactos iguales a 50 julios, el equivalente de una roca de 10 kg que cae desde 5 metros.
Más allá del airbag para drones: un nuevo estándar para la robótica
SAES La cosa no termina ahí: las patentes sobre bolsas de aire inteligentes para drones podrían revolucionar otros sectores. “Estamos probando versiones más pequeñas para drones médicos que transportan órganos y modelos más grandes para taxis voladores”, él revela Sood. En colaboración con elUniversidad de Delft, también están desarrollando bolsas de aire autoexpandibles para vehículos espaciales, capaces de amortiguar los aterrizajes en terrenos extraterrestres.
Con Se estima que habrá 120 millones de drones en todo el mundo para 2027, sistemas como Emeth podría reducir el residuos electrónicos de 34%, según un informe de Alianza GreenTech. Cada dron salvado es un paso muy pequeño hacia la sostenibilidad.
Muy pequeño y seguro, debo añadir. ¡Feliz vuelo!