Érase una vez una tarjeta de tiempo que marcar. Luego vinieron las tarjetas electrónicas. Ahora el neuroergonomía quiere llevar la monitorización a un nivel completamente nuevo: el de nuestro cerebro. Es una nueva fase que promete mejorar nuestro desempeño laboral, pero también plantea preguntas inquietantes sobre la privacidad y los derechos de los trabajadores.
La neuroergonomía que nos espera
¿Recuerdas la película Minority Report, donde Tom Cruise controlaba las computadoras con su mente? Bueno, la neuroergonomía no es tan extrema, pero se está acercando. esta disciplina estudia cómo se comporta nuestro cerebro durante las actividades diarias en el trabajoY lo hace mediante el uso de dispositivos portátiles para monitorear la actividad cerebral.
Una vez más amigos, “esto no es un ejercicio”: el mercado de estas tecnologías ganará 21 millones de dólares desde 2026. Es como si cada oficina estuviera a punto de transformarse en un laboratorio de neurociencia, pero sin todos esos molestos electrodos pegados a la cabeza. Los expertos de la industria dicen que esta tecnología podría literalmente alterar la forma en que aprendemos y trabajamos, y no se dice que no te dijimos antes (hace casi 3 años). Ahora deberíamos preguntarnos si realmente estamos preparados para un futuro en el que nuestros pensamientos se conviertan en datos corporativos.
Cómo funciona la monitorización cerebral
La tecnología se basa principalmente en dos enfoques. El primero es 'Selectroencefalografía (EEG), que mide la actividad eléctrica del cerebro a través de electrodos colocados en el cuero cabelludo. El segundo es el espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fNIRS), que monitorea el flujo sanguíneo cerebral mediante luz infrarroja.
Piense en estos dispositivos como un rastreador de actividad física para su cerebro. Al igual que su reloj inteligente o anillo inteligente monitorea su frecuencia cardíaca mientras hace ejercicio, estas herramientas controlan su actividad cerebral mientras trabaja.
Y aún hay más: algunos investigadores están experimentando técnicas de estimulación cerebral para mejorar el rendimiento. Es como tener un entrenador personal para tu cerebro, pero sin la molestia de sudar en el gimnasio. ¿Todo está bien entonces? Pero ni siquiera en un sueño.
Potencial y riesgos
La neuroergonomía promete revolucionar muchos aspectos del trabajo. Podría ayudar a determinar cuando un empleado realmente ha aprendido una nueva habilidad, o cuando un controlador aéreo está demasiado cansado para continuar su turno. No es el potencial (ni siquiera el positivo) en lo que debemos centrarnos.
Como siempre, es necesario hacer las preguntas correctas. Por ejemplo: ¿a quién pertenece estos datos? ¿Cómo se utilizarán? Todavía no existe una legislación específica que proteja la información cerebral de los trabajadores. Estamos construyendo otro Ferrari sin preocuparnos de los frenos.
Neuroergonomía, las cuestiones éticas sobre la mesa
Las implicaciones éticas son enormes. ¿Podría un empleador utilizar estos datos para discriminar a sus empleados? ¿Podrías despedir a alguien porque su cerebro no está "funcionando lo suficiente"? ¿Y qué pasa si alguien se niega a ser monitoreado?
Aquí se abre la caja de Pandora de la privacidad cerebral. EE.UU. ha aprobado una ley contra la discriminación genética en las empresas desde hace 17 años (desde 2008), y la UE ha iniciado un proceso de ampliación del principio de no discriminación genética, pero todavía no hay nada parecido para los datos cerebrales.
El futuro que nos espera
La neuroergonomía podría transformar verdaderamente la forma en que trabajamos, haciendo que los entornos laborales se adapten mejor a nuestras capacidades cognitivas. Pero como cualquier tecnología poderosa, todo depende de cómo decidamos usarla.
El riesgo es que en lugar de adaptar el trabajo a las personas, acabemos adaptando a las personas al trabajo. Y esto ya no sería neuroergonomía, sino neurotiranía.
Es fundamental que todas las partes interesadas (trabajadores, profesionales de la salud, abogados, políticos, científicos y especialistas en ética) participen en el debate para garantizar que esta tecnología se utilice para mejorar la vida laboral, no para controlarla. ¿Lo harán? Vigila mi cerebro si quieres saber lo que pienso: pero si llevas un tiempo leyéndonos, ya sabes la respuesta.