Desde el 21 de enero de 2025, el cielo de Alaska se ha convertido en un laboratorio al aire libre. Desde Gama de investigación plana de póquer de Fairbanks, la NASA lanzó dos cohetes a través de la aurora boreal para estudiar un fenómeno enigmático: la auroras negras, zonas oscuras que interrumpen los vórtices de luz. Guiado por físicos Marilia Samara e Roberto Michell, las misiones tienen como objetivo capturar datos sobre los electrones responsables de estas “ausencias” luminosas.
"No es una caza de brujas, sino física del plasma", bromea Michell en un comunicado de la NASA. Los cohetes, de 18 metros de altura, alcanzan una altitud de 130 km en 5 minutos, volando a través de auroras activas. ¿El truco? Cámaras terrestres en los lugares de Fairbanks e Venetie (209 km más al norte) siguen el movimiento de las luces, calculando el momento exacto del lanzamiento.
GIRAFF y los agujeros negros: dos experimentos, un misterio
La primera misión, JIRAFA (Investigación de imágenes terrestres para cohetes de características rápidas aurorales), comparar auroras pulsantes (3 destellos por segundo) y parpadeante (15 destellos). El cohete mide la energía y los tiempos de llegada de los electrones, intentando entender por qué algunos aceleran más rápido.
El segundo de dos misionesEn lugar de eso, apunte directamente a auroras negras. "Sospechamos que los electrones invierten su dirección, creando vacíos", explica Samara. El cohete lleva sensores para detectar estas partículas “rebeldes” que, en lugar de emitir luz, la restan.
Un detalle crucial: estas dinámicas influyen en la tormentas geomagnéticas, capaz de perturbar los satélites y las redes eléctricas.
El rompecabezas del tiempo: por qué disparar un cohete es como atrapar un rayo
Lanzar una nave espacial hacia una aurora es un ejercicio de humildad. A partir del día 21 la ventana está abierta, pero hace falta tiempo. “Hay que predecir dónde se producirá el fenómeno en cinco minutos, tiempo suficiente para que el cohete alcance la altitud adecuada”, explica Michell. Las cámaras terrestres ayudan, pero también necesitas un poco de suerte. ¿Qué pasa si las auroras se mueven? “Tenemos una ventana de lanzamiento de semanas”, asegura Samara.
Mientras tanto, los datos recopilados podrían reescribir los libros de texto de física espacial. Porque, como nos recuerda la NASA, cada aurora es un experimento natural: Las partículas solares interactúan con la atmósfera terrestre de formas siempre cambiantes, creando un espectáculo que también es una mina de oro científica.
¿Por qué es importante estudiar las auroras negras? Del cielo a nuestros bolsillos
El estudio de las auroras negras es importante por dos motivos:
- Proteger la tecnología: Las partículas cargadas que crean las auroras pueden freír los circuitos de los satélites y “apagar” las redes eléctricas (como en el caso del apagón de Quebec de 1989).
- Entendiendo la Tierra: Las auroras son ventanas a las interacciones entre el campo magnético de la Tierra y el viento solar.
A la espera de procesar los datos, los investigadores ya tienen clara una cosa: las auroras negras no son un defecto de fabricación en el cielo, sino una pista. Quizás, entre esos "desgarros" en el cielo se encuentre la clave para predecir (y mitigar) las tormentas espaciales del futuro.