El X-29 no era un avión para cardíacos. Con sus alas en flecha hacia atrás, este avión experimental estadounidense de los años 80 era inherentemente inestable y siempre estaba a punto de perder el control. Sólo un sofisticado sistema fly-by-wire, que corrigía el rumbo 40 veces por segundo, permitió a los pilotos domar a este “caballo loco” de los cielos.
Un desafío a la aerodinámica convencional en nombre de una maniobrabilidad extrema. ¿Lo recuerdas? Hoy la columna "el futuro de ayer" habla de él: vamos.
Un proyecto visionario nacido de una excelente colaboración
El X-29 nació de una colaboración entre DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa), laFuerza Aérea de EE.UU. y NASA, confiando la construcción a Grumman. El objetivo era explorar las ventajas de las alas barridas hacia adelante, que prometían una mayor maniobrabilidad y la capacidad de volar en ángulos de ataque más altos que las configuraciones tradicionales.
La idea de alas en barrido inverso No era nuevo, para ser honesto. Ya en los años 30 algunos ingenieros habían experimentado con esta configuración, atraídos por la perspectiva de reducir la resistencia aerodinámica y aumentar la agilidad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania produjo el bombardero. Junkers Ju 287 con alas invertidas, mientras que en los años 60 fue el turno del avión civil Hansa Jet HFB-320. Sin embargo, en ambos casos la excesiva flexibilidad de las alas había provocado graves problemas de inestabilidad. Entonces, ¿por qué intentaron de nuevo con X-29? Bueno, en cierto momento el contexto cambió.
Compuestos de carbono y fly-by-wire: las tecnologías que reabrieron el juego
Negli anni '70, los avances en materiales compuestos de carbono y sistemas de control de vuelo por cable convencieron a los diseñadores estadounidenses a revisar el concepto X-29. Los compuestos prometían hacer las alas más rígidas y ligeras, mientras que el vuelo por cable gestionaría la inestabilidad inherente del avión, reaccionando a las turbulencias más rápido que cualquier piloto humano. ¿Y cómo te fue? Se puso patas arriba.
X-29, aerodinámica “invertida” para un rendimiento extremo
Las alas del X-29 estaban montadas en la parte trasera del fuselaje. Esta peculiar configuración, combinada con el movimiento inverso de las alas, garantizaba una extraordinaria maniobrabilidad, pero al precio de una preocupante inestabilidad aerodinámica. Según explicó el piloto de pruebas. Rogers E. Smith, sin el sistema de control el X-29 se habría "partido en dos" literalmente debido a las violentas oscilaciones. Demasiado complicado.
Por ello, a pesar de sus indudables cualidades, el X-29 nunca llegó a la fase de producción en masa. Los datos recogidos de los dos prototipos creados fueron de gran valor para proyectos aeronáuticos posteriores, pero al final se decidió centrarse en tecnología sigilosa para nuevos cazas, favoreciendo el sigilo sobre la hipermaniobrabilidad. Esto, por supuesto, no ha impedido que el avión “atrasado” se convierta en una secta. El X-29 permanece una de las máquinas voladoras más icónicas y visionarias jamás fabricadas, una leyenda de los cielos que todavía hoy fascina a entusiastas y diseñadores.
X-29 símbolo de audacia e innovación
Visitando el Museo Nacional de la Fuerza Aérea en Dayton o el Centro de investigación de vuelo Armstrong de la NASA en Edwards se pueden admirar los dos únicos ejemplares del X-29 jamás construidos. Al observar su extraña forma, con las alas que parecen estar montadas al azar, es inevitable preguntarse si se trata de un error o de una genialidad. La respuesta está en el medio: El X-29 fue el fruto de una intuición audaz y un diseño de ingeniería de vanguardia, que traspasó los límites de lo posible al desafiar las leyes de la aerodinámica.
Un símbolo de la eterna aspiración humana de volar más alto, más rápido y más lejos. Incluso a costa de hacerlo "al revés".