El temblor en reposo, uno de los síntomas más reconocibles pero también más enigmáticos de la enfermedad de Parkinson, puede haber encontrado un nuevo enemigo: la terapia dirigida. Así lo sugiere un estudio innovador (lo enlazo aquí) que ha puesto de relieve la núcleo caudado1 y sobre su contenido en dopamina como posible diana terapéutica.
Una perspectiva que derriba creencias tradicionales sobre el papel de la dopamina en los síntomas motores y abre nuevos escenarios para tratamientos más precisos y personalizados. La investigación levanta el velo sobre un futuro en el que las terapias “únicas” podrían dar paso a estrategias adaptadas a cada paciente.
Una nueva luz sobre el temblor parkinsoniano
El estudio, realizado por investigadores del Centro Champalimaud de Lisboa y publicado en la revista npj enfermedad de parkinson (lo enlazo aqui), analizó datos de más de 500 pacientes que padecían la enfermedad de Parkinson. El objetivo era arrojar luz sobre la compleja relación entre el temblor en reposo, uno de los síntomas cardinales de la enfermedad, y dopamina, el neurotransmisor clave implicado en el control del movimiento.
Hasta ayer se creía que la pérdida de dopamina en áreas del cerebro como el putamen2 fue la principal causa de los síntomas motores de la enfermedad. Sin embargo, los investigadores encontraron que, paradójicamente, los pacientes con temblor en reposo tenían una mayor preservación de dopamina en el núcleo caudado, una región del cerebro importante para la planificación del movimiento y las funciones cognitivas.
Un enfoque innovador para el estudio del temblor.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigación utilizó un enfoque multidisciplinario que combinó evaluaciones clínicas, Imágenes cerebrales por tomografía por emisión de fotón único (SPECT) para visualizar neuronas dopaminérgicas, e sensores de movimiento portátiles para medir con precisión la gravedad del temblor.
Estos sensores han demostrado ser una herramienta valiosa para obtener mediciones objetivas del temblor, que a menudo son difíciles de capturar con las escalas de evaluación clínica tradicionales. Gracias a estos dispositivos, los investigadores podrían vincular de manera confiable los síntomas con los procesos neuronales subyacentes.
Hacia una clasificación más precisa de la enfermedad
Este estudio sigue a investigaciones anteriores realizadas por el mismo equipo, que ya habían destacado la importancia de tratar el temblor en reposo por separado de otros síntomas motores. Un descubrimiento que desafía el enfoque tradicional que tendía a considerar estos síntomas como un todo indistinto.
De hecho, esta investigación reveló que el temblor en reposo varía según el tipo de progresión de la enfermedad: es más frecuente en pacientes con Parkinson "cerebro primero", en los que el proceso patológico comienza en el cerebro, mientras que es menos frecuente en aquellos con Parkinson "intestinal", donde la enfermedad comienza en el intestino y luego se propaga al cerebro.
Esperando terapia dirigida
Segundo Joaquim Alves da Silva, autor principal del estudio y jefe del laboratorio de neurociencia que llevó a cabo la investigación, estos hallazgos allanaron el camino para un cambio de paradigma en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.
La pérdida de dopamina en el Parkinson no es uniforme: diferentes pacientes pueden perder dopamina en distintos circuitos. Al centrarnos en el temblor en reposo de forma aislada, estamos en una mejor posición para identificar las vías neuronales específicas involucradas. Por ejemplo, ¿el temblor podría deberse a un desequilibrio de dopamina entre el núcleo caudado y el putamen? Identificar correlatos biológicos fiables para los síntomas individuales es crucial, porque allana el camino para una terapia dirigida a aliviarlos.
Una perspectiva compartida por el primer autor del estudio, marcelo mendonca:
No todas las células dopaminérgicas son iguales. Tienen diferentes perfiles genéticos, conexiones y funciones. Esto significa que las células que un paciente pierde o conserva podrían influir en sus síntomas. Por ejemplo, el temblor podría estar relacionado con la pérdida o preservación de poblaciones dopaminérgicas específicas que se conectan con ciertas áreas del cerebro. Esta variación en la pérdida de tipos de células podría explicar aún más la amplia gama de síntomas entre los pacientes de Parkinson.
El futuro de la investigación del Parkinson
El equipo de investigación ya mira hacia el futuro. El objetivo es establecer un vínculo causal entre la preservación de la dopamina en el núcleo caudado y el temblor en reposo, una tarea difícil de lograr en humanos. Por este motivo, los investigadores pretenden probar esta hipótesis en modelos animales, donde sea posible manipular células específicas y observar sus efectos sobre el temblor.
Además, el uso de técnicas de imagen avanzadas, como la PET y la resonancia magnética con dopamina de alta resolución, podrían ayudar a identificar nodos clave del sistema dopaminérgico y vincularlos con síntomas motores específicos. Un enfoque que podría arrojar luz sobre por qué los síntomas del Parkinson varían tanto de un paciente a otro.
En conclusión, esta investigación destaca la importancia de ir más allá de las clasificaciones generales de la enfermedad de Parkinson y destaca la necesidad de enfoques más matizados, basados en la biología básica. Como afirma Mendonça:
Al identificar los circuitos neuronales específicos involucrados, esperamos disipar la niebla que rodea la heterogeneidad de los síntomas del Parkinson y contribuir a intervenciones más precisas que puedan mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad.
Una perspectiva que abre las puertas a un futuro en el que la terapia contra el Parkinson será cada vez más personalizada y dirigida, gracias a la neurociencia y la medicina de precisión.
- El núcleo caudado es una estructura en forma de C que se encuentra a ambos lados de nuestro cerebro y que desempeña un papel esencial en el control del movimiento, el aprendizaje y la memoria. ↩︎
- El putamen es una estructura del cerebro que forma parte de los ganglios basales. Tiene un papel fundamental en el control de los movimientos voluntarios y la coordinación motora. Trabaja junto con el núcleo caudado para ayudar a regular y refinar los movimientos, y también participa en algunos aspectos del aprendizaje y las emociones. ↩︎