Es oficial: la contaminación por mercurio en el atún está fuera de control. Ya no estamos hablando de pistas o niveles "aceptables". Cada lata de los supermercados europeos contiene cantidades de este metal tóxico que deberían hacer saltar la alarma de inmediato. En cambio, el silencio de las instituciones es ensordecedor: ¿cómo y por qué hemos llegado a esta situación?
Una emergencia sin precedentes
Los datos son alarmantes. En Italia, donde (aunque ha disminuido ligeramente en comparación con el pasado) el consumo de atún enlatado alcanza los 2,5 kg per cápita por año, la situación es particularmente crítica. las asociaciones BLOOM e Foodwatch tener pruebas realizadas a gran escala que no dejan lugar a la interpretación: No hay una sola lata de atún en los supermercados europeos que esté libre de mercurio.
El fenómeno es conocido, tiene una explicación científica precisa. El atún, al ser un depredador marino en la cima de la cadena alimentaria, acumula el mercurio presente en los organismos de los que se alimenta. Un proceso conocido como bioacumularse que sin embargo, con la creciente contaminación de los océanos, ha alcanzado niveles críticos.
Atún con mercurio, riesgos concretos y silencios institucionales
laOrganización Mundial de la Salud es categórico: el mercurio es entre las sustancias químicas más peligrosas para la salud humana. Incluso en dosis bajas puede provocar daños neurológicos irreversibles, particularmente en niños y fetos. En Italia, donde El atún en conserva está presente en el 94% de las despensas familiares, el riesgo de exposición crónica es particularmente alto.
Y aquí sucede lo inexplicable: pese a la evidencia científica, las autoridades mantienen un silencio preocupante. Los límites de tolerancia actuales, según casi todas las asociaciones de consumidores, son inadecuados y muchas veces ni siquiera son respetados. Una situación que se ha agravado por la falta de controles sistemáticos y transparentes.
La lucha por el cambio
Las organizaciones de protección de los consumidores piden medidas inmediatas: retirada del mercado de las latas más contaminadas, revisión de los límites de tolerancia y controles más estrictos. Las grandes cadenas de distribución siguen ignorando la alarma. Ante la inercia institucional, los consumidores están empezando a reaccionar.
En Francia, llueven llamadas y peticiones (una ya ha alcanzado más de 40.000 firmas). En Italia, donde el atún en conserva representa un mercado valorado en más de 1,3 millones de euros, recién ahora se ven los primeros signos serios de preocupación. ¿Cuándo se le dará el debido espacio al tema?
Atún mercurio, ¿existen soluciones sostenibles?
Los expertos sugieren que diversificar las fuentes de proteínas marinas, favoreciendo a los peces más pequeños y con menor acumulación de mercurio. Pero el problema de fondo persiste: contaminación del océano ha crecido demasiado y con ello los niveles de mercurio en la cadena alimentaria marina. Esta emergencia no es repentina: las advertencias habían existido durante años. Pero el entrelazamiento de intereses económicos y la renuencia a abordar el problema han llevado a una situación que ahora parece estar fuera de control. La cuestión ya no es si intervenir, sino cuándo y cómo hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
“Es un importante problema de salud pública que ya no se puede ignorar”, afirman los expertos Foodwatch. “Cada día de retraso en la atención de esta emergencia pone en riesgo la salud de millones de consumidores, especialmente las categorías más vulnerables”.
¿Y nosotros? ¿Seguimos haciendo pescado en barril (o en lata)?