¿Quién soy yo? Una pregunta sencilla sólo en apariencia, que ha fascinado y atormentado a filósofos y científicos durante milenios. Hoy, inesperadamente, podría ser él quien brinde nuevas respuestas robótica. No porque los robots hayan desarrollado repentinamente la conciencia de sí mismos (el trabajo de encarnación está en sus inicios y quién sabe si algún día dará resultados), sino porque representan modelos únicos para estudiar los procesos que, en los humanos, dan lugar a la sentido de uno mismo. Como explica un estudio innovador recién publicado en Robótica Ciencia (lo enlazo aqui), los robots actuales pueden simular aspectos como el sentido de propiedad del cuerpo o el control de las propias acciones, ofreciendo una valiosa ventana al funcionamiento de nuestra mente. Un enfoque que también podría arrojar luz sobre los misterios de trastornos como autismo e esquizofrenia, en el que el sentido de uno mismo aparece alterado.
Deconstruyendo el sentido de uno mismo
El punto de partida es una intuición tan simple como profunda: la nuestra. sentido de uno mismo no es un monolito, sino un mosaico de procesos interconectados. “La experiencia de ser un 'yo', contenido en nuestro cuerpo y capaz de actuar en el mundo, nos parece natural e inmediata”, explica. Agnieszka Wykowska, primer autor del estudio y jefe de la unidad de Cognición Social en Interacción Humano-Robot enInstituto Italiano de Tecnología. “Pero en realidad es el resultado de múltiples componentes, como la sensación de poseer un cuerpo o controlar nuestras acciones”.
Aquí es donde entran los robots. "Hoy somos capaces de construir robots que pueden distinguir su propio cuerpo del de los demás y detectar las consecuencias de sus acciones", continúa Wykowska. “En este sentido, pueden servir como modelos encarnados de los procesos cognitivos que, en los seres humanos, subyacen a la sentido de uno mismo".
Pero los robots no son sólo modelos. También pueden usarse como “sondas experimentales” para explorar el sentido de uno mismo, gracias a que tienen un cuerpo y pueden interactuar tanto con los humanos como con el medio ambiente. Los autores del estudio (además de Wykowska, Tony Prescott de la Universidad de Sheffield e Kai Vogeley de la Universidad de Colonia) proponen dos enfoques complementarios.
Simular para entender
la primera Consiste en programar robots para simular los procesos mentales vinculados a la experiencia del yo, basándose en los conocimientos aportados por la psicología y la neurociencia. "Las investigaciones sugieren que en los seres humanos el sentido del yo se desarrolla como la 'mejor explicación' que el cerebro puede dar de la experiencia sensorial y su papel en generarla", explica Prescott. "Un robot, como actor encarnado físicamente, es una plataforma ideal para probar estas teorías".
Interactuar para revelar
El segundo enfoque implica el uso de robots en experimentos psicológicos en el que las personas interactúan con ellos mientras los robots exhiben capacidades sociales, como la comunicación verbal o la atención compartida. "Estos experimentos podrían revelar si las personas perciben a los robots como 'otros animales sociales' y si los estados mentales que les atribuyen son similares a los que atribuyen a los humanos", añade Vogeley.
Algunos experimentos realizados por el grupo de Wykowska enIIT Ya hemos demostrado que, bajo ciertas condiciones, los humanos desarrollan un sentido de “agencia compartida” con los robots, cuando los perciben como agentes intencionales y colaboran con ellos como un equipo.
Sentido y desarrollo del yo, del hombre al robot y viceversa.
Los autores también establecen un paralelo entre el desarrollo del sentido de identidad en los humanos a lo largo de la vida y la posibilidad de transferir algunos aspectos del mismo a los robots. "A los 4 años, los niños desarrollan un sentido de sí mismos como una entidad continua en el tiempo y reconocen que los demás también tienen un yo", señala Wykowska. “Estamos empezando a explorar estos aspectos en robots, creando sistemas de memoria similares memoria autobiográfica humano."
Sin embargo, el trabajo aún está en sus inicios. Los robots actuales no tienen conciencia de sí mismos como entidades persistentes en el tiempo, ni reconocen que los humanos u otros robots tienen un yo. Pero la investigación abre perspectivas fascinantes.
De las perturbaciones del yo a una nueva comprensión
Uno de los desafíos más prometedores es utilizar robots para comprender qué sucede cuando el sentido de uno mismo se ve comprometido, como en autismo e esquizofrenia. "Modelar estas condiciones en robots podría ofrecer nuevos conocimientos sobre los mecanismos subyacentes al sentido de uno mismo y las formas en que se puede alterar", sugiere Vogeley, que también es psiquiatra.
Este no es sólo un desafío científico, sino de una oportunidad para abrazar la diversidad de la experiencia humana. Comprender las múltiples facetas del sentido de uno mismo, en sus variaciones típicas y atípicas, podría ayudarnos a construir una sociedad más inclusiva y empática.
Hacia un futuro de comprensión
Por tanto, el estudio abre perspectivas que van mucho más allá robótica. "Comprender nuestro sentido de identidad a través de robots significa, en última instancia, comprendernos a nosotros mismos de manera más profunda y completa", concluye Wykowska.
Es un viaje fascinante, que combina ciencia y filosofía, tecnología y humanidad.
Un viaje que podría llevarnos a resolver uno de los mayores misterios de nuestra existencia: qué significa ser un "yo". Y quién sabe, en el camino podríamos terminar construyendo robots equipados con alguna forma de autoconciencia. Sería un punto de inflexión no sólo tecnológico sino existencial, que nos obligaría a redefinir los límites entre lo natural y lo artificial, entre lo humano y lo no humano.
Pero incluso si este escenario sigue confinado a la ciencia ficción por ahora, una cosa es segura: al estudiar el sentido de uno mismo a través de robots, en realidad estamos explorando la naturaleza profunda de nuestra humanidad. Y esto, en sí mismo, ya es un logro extraordinario.