Las estadísticas son impresionantes: Revisamos nuestro teléfono una media de 344 veces al día. Una vez cada 4 minutos. Es como si hubiéramos desarrollado una fobia al aburrimiento, un terror al vacío mental que hay que llenar a toda costa. Pero escapar del aburrimiento tiene un precio muy alto que estamos empezando a pagar: la pérdida de nuestra capacidad creativa natural.
La zona de confort de la distracción digital
Me di cuenta de la magnitud del problema una tarde, mientras observaba a mi hija de 7 años hacer su tarea. Cada dos minutos su mirada se fijaba en una pantalla. Cualquiera, ya sea el televisor, la tableta o el móvil: como atraído por un imán invisible. No fue concentración, fue un baile frenético entre libro y pantalla. Me vi en ella: yo también, como muchos de nosotros, caí en la trampa de desplazamiento del destino, ese desplazamiento compulsivo de contenidos que nos hace sentir siempre conectados pero, paradójicamente, cada vez más vacíos.
El gran psicólogo Jean Piaget predijo este escenario hace décadas1: El aburrimiento es fundamental para el desarrollo cognitivo. Es como un músculo que, si no se entrena, se atrofia. Y estamos criando una generación de “atletas mentales” que ya no saben entrenar.
Cayendo por la madriguera del conejo digital
La industria tecnológica ha creado un sistema perfecto para captar nuestra atención. Cada notificación, cada me gusta, cada vídeo recomendado está científicamente diseñado para estimular la publicación de dopamina en nuestro cerebro. Es como si todos estuviéramos conectados a una Matrix gigante que se alimenta de nuestra atención.
La atención se ha convertido en la nueva moneda de la economía digital, más valiosa que el oro
Pero el precio que pagamos es muy alto. Un estudio publicado en Naturaleza (lo enlazo aqui) reveló que nuestra capacidad de atención se está acortando drásticamente. Literalmente estamos perdiendo la capacidad de sumergirnos profundamente en cualquier cosa.
El momento más oscuro: cuando muere la creatividad
Toqué fondo hace unas semanas cuando me di cuenta de que Ya no podía leer un libro sin revisar mi teléfono cada pocos minutos. Mi mente parecía incapaz de sostener cualquier esfuerzo sostenido. Era como si hubiera perdido un superpoder que daba por sentado.
Y no soy el único. Los profesores, por ejemplo, informan que a los estudiantes les cuesta cada vez más concentrarse. Los diseñadores ya no pueden encontrar momentos de verdadera inspiración. Los escritores luchan contra el bloqueo creativo. El aburrimiento, esa preciosa incubadora de ideas, está desapareciendo. Ahorra el aburrimiento.
El ascenso: redescubriendo el poder del aburrimiento
No sé qué puede avanzar a nivel general: quizás los ejemplos de Francia nos puedan ser útiles (sobre personas influyentes) y Suecia (sobre el tiempo que pasan los más jóvenes frente a la pantalla). A nivel personal, el punto de inflexión llegó cuando comencé a tratar el aburrimiento como una oportunidad y no como un enemigo.
He creado "zonas libres de tecnología" (aún demasiado pequeñas): la cena, el paseo matutino, el "descanso" en el baño, los momentos antes de dormir. Al principio fue difícil, como desintoxicarse de una droga.
Entonces sucedió algo mágico. Las ideas empezaron a fluir de nuevo. Redescubrí el placer de dejar que mi mente divague sin un destino concreto. Al fin y al cabo, es en los momentos de aburrimiento cuando nacen algunas de mis mejores intuiciones.
Un nuevo equilibrio para el futuro
No se trata de demonizar la tecnología, sino de encontrarle el lugar adecuado en nuestras vidas. Como sugirió ortega y gasset, “Dime a qué le prestas atención y te diré quién eres”. Necesitamos recuperar el control de nuestra atención.
Prueba este pequeño experimento: la próxima vez que estés haciendo cola en el supermercado, resiste la tentación de coger tu teléfono. Observa a las personas que te rodean, deja que tu mente divague. Al principio te sentirás incómodo, pero es normal. Estás despertando tu superpoder "olvidado".
La vuelta a la zona de confort creativa: todo lo demás es aburrimiento
¿La buena noticia? Vamos, la conoces. Aún no es demasiado tarde, esa es la buena noticia. El aburrimiento es el famoso proverbio napolitano: adelgaza, pero no muere. Es como un gimnasio para la mente: cuanto más la entrenamos, más fuerte se vuelve. No debemos renunciar a la tecnología, sino aprender a crear espacios de silencio digital en nuestros días.
Piensa en los grandes genios del pasado: Einstein, quien desarrolló sus teorías durante largas caminatas solitarias, y Leonardo da Vinci pasaba horas viendo volar los pájaros. El aburrimiento no era su enemigo, era su mayor aliado. Por supuesto, me hubiera gustado verlos luchando con las notificaciones: ¿seguramente se habrían resistido? Tal vez. Falta la prueba.
Sin embargo, la próxima vez que sientas la necesidad de llenar cada momento de aburrimiento y vacío, recuerda que puedes estar desperdiciando la oportunidad de tener una gran idea. El aburrimiento no es el problema. Es la solución que estábamos buscando.
- Los estudios de Piaget sobre la percepción del tiempo en los niños ofrecen interesantes ideas sobre el tema del aburrimiento. Según su investigación, el 100% de los niños perciben que el tiempo dedicado al aburrimiento o a la espera es significativamente más largo que el tiempo dedicado a actividades placenteras. Piaget distingue dos dimensiones temporales fundamentales: tiempo métrico (objetivo), y el tiempo vivido (psicológico). La percepción de la duración depende en gran medida de las “regulaciones afectivas de la acción”: cuando uno siente aburrimiento, fatiga o esfuerzo, la duración se evalúa de una manera completamente diferente. En particular, los niños (de 4 a 12 años) perciben que un estado de vacío e inmovilidad dura más que los momentos de diversión y movimiento. ↩︎