Se está produciendo una revolución en el mundo de la nanotecnología, y está ocurriendo a una escala tan pequeña que quizás no te des cuenta. Los científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur han creado un microrobot pareo partes de dos bacterias diferentes.
Este diminuto motor, más pequeño de lo que imagina, podría ser la clave para desbloquear nuevas fronteras en medicina y tecnología. Pero ¿qué hace que este microrobot sea tan especial? ¿Y cómo podría cambiar nuestro enfoque para tratar enfermedades y desarrollar nuevas tecnologías?
La naturaleza, la ingeniera suprema
Piensa por un momento en los motores más pequeños que conoces. Quizás te venga a la mente tu reloj inteligente o el pequeño propulsor de un dron de juguete. Ahora imaginemos algo miles de millones de veces más pequeño. Sí, has leído bien: miles de millones. Ésta es la escala a la que operan los microrobots bacterianos. ¿Los creó el hombre? No.
La naturaleza, en su infinito ingenio, creó estos diminutos motores. Y así lo hizo hace miles de millones de años. Las bacterias utilizan “ruedas microscópicas” para moverse, lo que hace que sus flagelos giren como pequeñas hélices. Y ahora, los científicos están aprendiendo a aprovechar esta tecnología natural para crear algo completamente nuevo.
Un motor híbrido microscópico
El equipo dirigido por panadero mateo dell 'Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, hizo algo extraordinario (aquí el estudio completo). Como se mencionó, combinó piezas de motor de dos especies diferentes de bacterias: Escherichia coli e vibrio alginolyticus. ¿El resultado? Un “motor microbiano quimérico” sólo 6 nanómetros de diámetro.
Para usar las propias palabras de Baker, sin rodeos: esencialmente, los investigadores "piratearon" el sistema de locomoción de la bacteria.
Este no es sólo un ejercicio de ingeniería molecular. Es un paso hacia la creación de "microrobots quiméricos basados en bacterias", abriendo posibilidades que hasta hace poco estaban relegadas a la ciencia ficción.
Microrobot bacteriano, diseño antiguo y universal
El carácter universal del diseño de estos motores de paliza nos deja boquiabiertos. Cualquier especie de bacteria con este tipo de “motor” sigue el mismo diseño 5:2: Cinco pequeños componentes construidos alrededor de dos compuestos proteicos en el medio que actúan como un eje.
Esta uniformidad sugiere un origen evolutivo común, que se remonta a miles de millones de años. Es como si la naturaleza hubiera encontrado la solución perfecta y la hubiera replicado en innumerables variaciones a lo largo de las eras geológicas.
Un camino difícil, un gran objetivo.
Crear este microrobot no fue una tarea fácil. El equipo probó 14 combinaciones diferentes de piezas antes de encontrar una que funcionara. Es un poco como intentar construir un motor de automóvil que funcione mezclando piezas de Ferrari y Toyota: no todo es intercambiable.
El resultado final es un motor que Genera electricidad para hacer girar sus ruedas microscópicas utilizando sodio en una solución de agua salada. Es un triunfo de la ingeniería molecular que allana el camino hacia un futuro inimaginable.
El futuro de los microrobots
¿Pero para qué sirven estos diminutos motores? Las aplicaciones potenciales son vastas y revolucionarias. Baker imagina un futuro en el que estos microrobots puedan transportar cargas útiles según sea necesario. Piense en medicamentos dirigidos que puedan administrarse exactamente donde se necesitan en el cuerpo humano, o en pequeños sensores que puedan navegar a través de materiales complejos.
Estamos diseñando un motor a nanoescala que puede ir a donde queramos, cuando queramos (dice Baker con evidente entusiasmo). El siguiente paso es hacer que este motor pirateado lleve una carga útil, para que podamos entregarla según demanda.
Conclusión: un futuro microscópico
Se lo digo a menudo, y hoy no seré una excepción: la naturaleza ya ha resuelto muchos de los problemas de ingeniería que apenas estamos comenzando a enfrentar. Estos microrobots bacterianos son más que una simple curiosidad científica: son un puente entre el mundo natural y el tecnológico.
Da pequeños robots médicos que navegan a través de nuestros cuerpos hasta sensores microscópicos que monitorean el medio ambiente, el potencial de esta tecnología es tan vasto como la imaginación humana. Y todo ello gracias a un motor más pequeño de lo que podemos ver, construido con partes de organismos que existen desde hace miles de millones de años.
El futuro es microscópico y está más cerca de lo que pensamos. Estén atentos: la revolución de los microrobots acaba de comenzar.