Lo sabes, porque llevamos un tiempo siguiendo esta tendencia, con un interés creciente. Hay un mundo oculto bajo nuestros pies, un reino de criaturas misteriosas que desafían nuestra comprensión de la inteligencia. Hongos. La inteligencia fúngica, un concepto que hasta hace poco habría hecho sonreír a muchos científicos, se ha convertido ahora en una de las fronteras más apasionantes de la biología moderna. Tras los descubrimientos de los últimos años y meses, un estudio reciente sobre Phanerochaete velutina ha revelado algo extraordinario: este hongo no sólo siente su entorno, sino que es capaz de reconocer formas y geometrías, adaptando su comportamiento de maneras que desafían nuestra comprensión cognitiva. Ya vemos.
Una percepción sorprendente
Il Fanerochaete velutina es un hongo que juega un papel crucial en la descomposición de la madera en los bosques templados. A primera vista, puede parecer una simple capa de terciopelo blanco o naranja sobre la superficie de la madera. Sin embargo, una inspección más cercana revela una compleja red de filamentos fibrosos, conocida como micelio. Estos filamentos no son sólo estructuras pasivas, sino que representan una red fúngica de percepción y comunicación altamente sofisticada.
michelle starr, en un artículo publicado en ScienceAlert (lo enlazo aqui) informa los resultados de una serie de experimentos realizados por un equipo de investigadores dirigido por el microbiólogo Yu Fukasawa dell 'Universidad de Tohoku en Japón. Estos experimentos demostraron que el P. velutina es capaz de distinguir entre diferentes disposiciones de sus vecinos y adaptar su comportamiento en consecuencia. Esto sugiere que el hongo posee una forma de inteligencia fúngica que le permite percibir diferencias en la disposición espacial de los recursos y adoptar la mejor estrategia para utilizarlos.
Inteligencia fúngica, el experimento revelador
Para comprobar las capacidades perceptivas del hongo, los investigadores llevaron a cabo un ingenioso experimento. Utilizaron pequeños bloques de madera ya colonizados por P. velutina y los dispusieron en dos configuraciones diferentes: un círculo y una cruz. A continuación, observaron y documentaron cómo el micelio del hongo cambiaba con el tiempo. Si el hongo no hubiera podido detectar su entorno y tomar decisiones en consecuencia, se habría esperado que se propagara indiscriminadamente. Sin embargo, esto no sucedió. Por el contrario, el micelio exhibió un comportamiento complejo y aparentemente intencional.
"Te sorprendería saber cuántas cosas son capaces de hacer los hongos", dice Fukasawa. “Tienen memoria, aprenden y pueden tomar decisiones. Francamente, las diferencias en cómo resuelven problemas en comparación con los humanos son asombrosas”.
Estrategia y adaptación de la inteligencia fúngica.
El micelio demostró un comportamiento estratégico en ambas configuraciones. En la disposición circular, formó conexiones uniformes entre todos los bloques, pero evitó expandirse hacia el área interior del círculo. Esto sugiere que el hongo reconoció que el área no era prometedora para encontrar nuevos recursos.
En la disposición cruzada, el hongo ha concentrado sus conexiones miceliales en los cuatro bloques en los extremos de la cruz. Estos puntos representaban las mejores posiciones desde las cuales el hongo podía explorar sus alrededores. Esta capacidad de reconocer la distribución espacial y adaptar su estrategia de crecimiento en consecuencia es una clara demostración de la inteligencia fúngica.
Implicaciones para comprender la inteligencia
Estos hallazgos abren nuevas perspectivas para explorar y comprender cómo “piensan” los hongos y otros organismos sin sentido, como los mohos mucilaginosos. La inteligencia fúngica podría definirse como la capacidad de procesar información sensorial en sistemas biológicos autónomos.
La diferencia en la estructura de la red y la función de descomposición de la madera demostrada por el micelio fúngico entre las disposiciones circulares y cruzadas podría ser una forma de reconocimiento por parte de los hongos. que ya expresan su propio idioma. Este descubrimiento podría tener implicaciones significativas para estudiar la inteligencia primitiva de organismos sin cerebro, comprender sus impactos ecológicos y desarrollar computadoras de base biológica.
Hacia nuevas fronteras de la investigación
La investigación sobre la inteligencia de los hongos está abriendo nuevas fronteras en nuestra comprensión de la cognición y la adaptación en los organismos más simples. Estos hallazgos no sólo desafían nuestras concepciones tradicionales de la inteligencia, sino que también podrían tener aplicaciones prácticas en campos como la informática y la ecología.
Yo estudio, publicado en la revista Ecología fúngica, representa un paso importante hacia una comprensión más profunda de las capacidades cognitivas de los organismos que a menudo pasamos por alto. Nos recuerda que la inteligencia puede manifestarse de formas sorprendentes e inesperadas, incluso en los rincones más escondidos de nuestro mundo natural.