El cerebro humano siempre ha sido considerado un órgano con capacidades de regeneración limitadas. ¿Qué pasaría si pudiéramos reavivar su capacidad de neurogénesis (es decir, de producir nuevas neuronas) incluso a una edad avanzada? Un estudio innovador realizado por investigadores de Stanford Medicine sugiere que esto es posible. Manipulando los genes responsables del transporte de glucosa, los científicos pudieron despertar células madre neurales latentes en el cerebro de ratones ancianos.
El descubrimiento, que confirma y amplía los resultados de estudios anteriores, podría representar un punto de inflexión en nuestra comprensión de la neurogénesis y abrir nuevas vías para el tratamiento de trastornos neurológicos relacionados con la edad.
El cerebro dinámico: un universo en constante evolución
Piensa en tu cerebro como una ciudad en constante evolución. Hay barrios antiguos y estables, pero también zonas en constante fermentación. EL'hipocampo y bulbo olfatorio son como los centros históricos de esta "metrópolis" neuronal, donde el volumen de negocios está a la orden del día.
Tyson Ruetz, el brillante científico detrás de este estudio (que te enlazo aquí), explica que en estas zonas las neuronas tienen una vida más corta de lo esperado. Es como si hubiera una obra en construcción donde las viejas estructuras son reemplazadas continuamente por estructuras nuevas y completamente nuevas. Pero, ¿qué sucede cuando este proceso se ralentiza con la edad? Aquí está la parte que me pone la piel de gallina.
El enigma de la glucosa: cuando menos es más
Ruetz y su equipo descubrieron que al desactivar los genes responsables del transporte de glucosa, Las células madre neurales despiertan de su hibernación. Es como si hubieran encontrado el interruptor cerebral de la juventud.
Piénselo: en ratones mayores, esta manipulación condujo a un aumento de más del doble en las neuronas recién nacidas. Una empresa épica, con su propia narrativa épica. Estos pequeños héroes celulares emprenden un viaje real: nacen en área subventricular (la guardería de cerebros) y luego migrar hasta bulbo olfatorio, donde comienzan su nueva vida.
Una migración masiva a través del cerebro, con nuevas neuronas dirigiéndose a su destino final. Y cuando llegan, se integran perfectamente, formando nuevas conexiones.
Más allá del olfato: implicaciones para las lesiones cerebrales y los accidentes cerebrovasculares
Pero esto no termina aquí. Este hallazgo podría tener implicaciones mucho más allá de nuestro sentido del olfato. Ruetz sugiere que el mismo mecanismo podría aprovecharse para reparar el daño cerebral causado por un derrame cerebral o un traumatismo.
Piense en las posibilidades: algún día podríamos "ordenar" a nuestros cerebros que activen la neurogénesis y se reparen después de un daño, con la ayuda de un ejército de pequeños trabajadores listos para reconstruir las partes dañadas.
Dieta y "pestañas": vínculos con la neurogénesis
Anne Brunet, la otra mente detrás de este estudio, sugiere que una dieta bajo en carbohidratos podría tener efectos similares sobre la neurogénesis.
Por si fuera poco, los investigadores descubrieron otro actor en esta comedia celular: el cilios primarios. Estas diminutas antenas celulares parecen desempeñar un papel crucial en el despertar de las células madre neurales. Es como si hubiéramos descubierto que nuestras células cerebrales tienen pequeñas antenas que captan señales de "despertar".
Estamos en las etapas iniciales de una disciplina que se volverá fundamental con el tiempo. Creo que en el futuro habrá médicos especializados en comunicación celular capaces de recibir e interpretar la información intercambiada entre células (como las que regulan la neurogénesis) y traducirla en enfoques terapéuticos.
El futuro de la neurogénesis: ¿qué nos espera?
Estamos sólo en el comienzo de este apasionante viaje. El siguiente paso, nos dice Brunet, es estudiar los efectos de la restricción de glucosa en la neurogénesis en animales más grandes y luego en humanos.
Quizás estemos en la cúspide de descubrimientos que cambiarán fundamentalmente la forma en que pensamos sobre el envejecimiento cerebral. Imaginemos un futuro en el que podamos mantener nuestros cerebros jóvenes y plásticos mucho más allá de los límites actuales, en el que el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas puedan ser detenido o incluso al revés.
Entonces, la próxima vez que alguien te diga que “no puedes enseñarle trucos nuevos a un perro viejo”, sonríe. Porque la ciencia nos muestra que cuando se trata del cerebro, el aprendizaje y el crecimiento no tienen edad.