A los 81 años, la mayoría de la gente está pensando en jubilarse. No Kenneth Scott, que ha hecho del biohacking su razón de vida. Este “aspirante” a pionero antienvejecimiento gasta 70.000 dólares al año en tratamientos experimentales, desde terapias genéticas en Honduras hasta champús caseros mezclados con medicamentos contra el cáncer. ¿Su objetivo? Nada menos que la inmortalidad. Y afirma tener ya resultados sorprendentes. A él.
Un enfoque radical al biohacking
Kenneth Scott No es sólo un entusiasta del biohacking, es un verdadero pionero que está redefiniendo los límites de esta disciplina. Ex inversor en biotecnología y desarrollador inmobiliario, ha invertido entre 500.000 y 750.000 dólares en empresas de biotecnología que estudian tecnologías antienvejecimiento.
Su dedicación, sin embargo, va más allá de la simple inversión financiera. Scott sigue una dieta estrictamente basada en plantas y se somete a tratamientos de vanguardia como “tratamientos faciales de vampiros”, procedimientos que utilizan plasma rico en plaquetas.
Lo que hace que su historia sea particularmente interesante es su creencia de que el envejecimiento no es un destino inevitable, sino un desafío que debe superarse con determinación e innovación.
Experimentos personales y la búsqueda de la inmortalidad.
Los experimentos de Scott incluyen el uso de tecnologías médicas innovadoras como exosomas amnióticos, partículas extraídas del líquido amniótico, que recibe en una clínica de Miami. También invierte entre 500 y 600 dólares mensuales en péptidos antienvejecimiento, aunque admite la dificultad de medir los beneficios concretos.
Su investigación lo llevó hasta Honduras, donde se sometió a terapias genéticas en una startup de biotecnología llamada minicírculo. Scott afirma que después de este tratamiento notó mejoras significativas en su resistencia física.
“Cuando tu corazón deja de latir, eres culpable de un genocidio celular masivo”, bromea Scott, con una ocurrencia que “es independiente” de la visión tradicional del envejecimiento.

Los desafíos del biohacking moderno
No hace falta decirlo: los expertos en el campo de la medicina convencional expresan su preocupación por la búsqueda en el extranjero de tratamientos no aprobados por la FDA. La falta de estándares rigurosos en los protocolos de investigación y seguridad plantea un riesgo importante.
Scott, sin embargo, mantiene una perspectiva pragmática sobre el tema. A sus 81 años, con un poso Expectativa de vida estadística de siete años, no está interesado en esperar los largos procesos de aprobación de la FDA.
Su historia plantea importantes cuestiones éticas y científicas sobre la investigación antienvejecimiento y el futuro de la medicina personalizada.
El futuro del biohacking
El debate sobre la seguridad y eficacia de estos tratamientos continúa y personas como Scott (o Bryan Johnson, de los que ya hemos hablado) representan, a pesar de su edad, una nueva generación de individuos que están desafiando activamente los límites de la longevidad humana.
Este enfoque de Prometeo sobre el envejecimiento, por controvertido que sea, está ayudando a ampliar los límites de la investigación sobre el envejecimiento y está estimulando importantes debates sobre el futuro de la medicina antienvejecimiento.
La verdadera pregunta que surge de esta historia es qué implicaciones éticas y sociales conllevaría una sociedad de seres humanos. potencialmente inmortal.