"Es matemáticamente posible". Estas tres palabras, pronunciadas por un grupo de físicos australianos, podrían cambiar todo lo que creemos saber sobre los viajes en el tiempo. Pero antes de comenzar a planificar sus próximas vacaciones renacentistas, pidamos disculpas al abuelo y su paradoja, respiremos hondo y veamos lo que realmente significa este descubrimiento.
La paradoja del abuelo: un enigma centenario
Para comprender la importancia de esta investigación, debemos dar un paso atrás. La paradoja del abuelo ha atormentado a físicos y filósofos durante décadas. Todos conocéis la idea: Si pudieras viajar al pasado y matar a tu abuelo antes de que conociera a tu abuela, ¿cómo podrías existir para hacer el viaje en primer lugar?
Este aparente cortocircuito lógico ha representado uno de los principales obstáculos teóricos al viaje en el tiempo. Hasta ahora.
Einstein vs. Dinámica Clásica: una paz inesperada
Investigadores de la Universidad de Queensland han hecho algo extraordinario: han encontrado una manera de que los humanos convivan pacíficamente Teoría de la relatividad de Einstein (que teóricamente permite viajar en el tiempo) con el dinámica clásica (lo que parecía hacerlos imposibles).
Es como si hubieran hecho las paces entre dos viejos enemigos, abriendo la puerta a posibilidades que antes sólo podíamos imaginar. ¿Cómo lo hicieron? Bueno, gracias al Covid-19. Ok, lo admito: a estas alturas de la historia también pensé que las cosas se estaban complicando demasiado, pero lee esto.
Un modelo pandémico para viajar en el tiempo
Para probar su teoría, los investigadores utilizaron un modelo, en lugar de un escenario, basado en la pandemia de Covid-19. Sí, has leído bien.
Imaginaron a un viajero en el tiempo que regresaba para evitar que el Paciente Cero contrajera el virus. Según su análisis matemático, los acontecimientos siempre se “recalibrarían” para evitar paradojas.
En otras palabras, si evitas que el paciente cero se enferme, terminarás convirtiéndose tú mismo en el paciente cero, o alguien más lo hará. La pandemia sucedería de todos modos, lo que le daría a su yo más joven la motivación para regresar e intentar detenerla. Suena como algo sacado de fanfiction, pero esta simple “trama” tiene algunas implicaciones filosóficas notables.
El tiempo lo “arregla” todo. Literalmente.
Una de las implicaciones más fascinantes de esta investigación es que podría haber algún tipo de “libre albedrío” incluso en un universo aparentemente determinista. Es posible que hayas tomado decisiones diferentes en el pasado, pero el universo siempre encontrará una manera de “arreglarse” en torno a esas decisiones.
Es un poco como si el universo fuera un río enorme: puedes arrojar piedras y crear ondas, pero el flujo general seguirá siendo el mismo.
Viaje en el tiempo, de la teoría a la práctica: ¿listo para empezar?
Antes de empezar a construir tu máquina del tiempo en el garaje (en ese momento Ron Mallet ya está pensando), recuerda que estamos hablando de modelos matemáticos, no de proyectos de ingeniería. El camino por delante es todavía largo y lleno de obstáculos.
Sólo por nombrar uno: la Tierra se mueve constantemente en el espacio. Si quisiéramos viajar a 1950, por ejemplo, también tendríamos que saber exactamente dónde se encontraba nuestro planeta en ese momento. ¿Lo has pensado?
También hay una pregunta filosófica intrigante: si los eventos siempre se recalibraran para evitar paradojas, ¿tendríamos realmente un impacto significativo al viajar en el tiempo?
El futuro (y el pasado) de los viajes en el tiempo
Esta investigación, publicada en la revista Classical and Quantum Gravity (te lo enlazo aqui) abre nuevas vías para la exploración teórica del viaje en el tiempo. Incluso si no vemos futuros turistas en nuestra puerta en el corto plazo, este desafío a la paradoja del abuelo podría tener profundas implicaciones para nuestro conocimiento.
¿Cuán maravillosamente humano es todo esto? ¿Nuestra curiosidad insaciable, nuestro deseo de desafiar los límites? Los viajes en el tiempo pueden permanecer en el ámbito de la ciencia ficción para siempre, pero el mero hecho de que estemos encontrando formas de hacerlo “matemáticamente posible” es un tributo notable a nuestra imaginación.
Por eso ambas cosas, estudiar y soñar, cuentan: esta investigación nos enseña que lo imposible podría ser sólo una ecuación aún por resolver.