371.091 pasos. el hizo muchos miguel recto gracias a su exoesqueleto robótico antes de que un simple fallo lo detuviera. Pero no fue el mal funcionamiento lo que le volvió a paralizar, sino la negativa del fabricante a reparar el aparato. Esta paradójica historia de reparación denegada no es sólo la crónica de una batalla personal, sino el emblema de un problema más amplio que afecta la ética, la tecnología y los derechos de los pacientes.
Reparación denegada: un paso adelante, dos pasos atrás
Michael Straight, un ex jockey que quedó paralizado de cintura para abajo tras un accidente de equitación, había recuperado la esperanza gracias a un exoesqueleto Recaminar Personal vale 100.000 dólares. Un gasto importante para un dispositivo de última generación que le permitió recuperar la movilidad, cambiando radicalmente su vida. Sin embargo, tras diez años de uso, una pequeña avería convirtió su sueño en una pesadilla burocrática.
Es una historia que provoca una convergencia de todo lo que nos hace dudar del futuro: la equidad en la atención, el derecho a reparar, la obsolescencia programada.
El problema de la obsolescencia
El problema del exoesqueleto, se quejó Straight en un post en Facebook, fue causado por un simple cable que se desprendió de la batería que alimentaba el reloj de pulsera utilizado para controlar el exoesqueleto. Una reparación que, en teoría, debería haber costado unos cuantos dólares. Sin embargo, cuando se acercó a Lifework para que lo repararan, recibió una respuesta impactante: su dispositivo era “demasiado viejo” para ser reparado.
“Me resulta muy difícil creer que después de pagar casi 100.000 dólares por el coche y entrenar, una batería de 20 dólares para el reloj sea la razón por la que ya no puedo caminar”, comentó Straight.
El lado oscuro de la innovación
Este caso pone de relieve un problema creciente en el campo de los dispositivos médicos avanzados. Estas tecnologías pueden cambiar radicalmente la vida de las personas con discapacidades graves, pero también hacen que sus propietarios dependan de los caprichos de los fabricantes, que a menudo operan con intereses puramente comerciales.
proctor nathan, director de proyectos de derecho a reparación en el Grupo de Investigación de Interés Público de EE. UU., comentó: “Esta es la pesadilla distópica en la que hemos entrado, donde la perspectiva del fabricante sobre los productos es que su responsabilidad termina por completo cuando los entrega al cliente. Eso no es suficiente para un dispositivo como este, pero es lo mismo que vemos con cada producto”.
El derecho a reparar: una batalla más amplia
El caso de Straight es parte de un debate más amplio sobre "derecho a reparar“. A falta de regulaciones estrictas, los fabricantes no están obligados a compartir piezas, herramientas y guías especializadas que harían posibles reparaciones por parte de terceros. Esta práctica, común en el mundo de la tecnología de consumo, se vuelve especialmente problemática cuando se trata de dispositivos médicos esenciales.
"La gente necesita poder arreglar las cosas, tiene que haber protección", añadió Proctor. "Un producto de 100.000 dólares que sólo se puede utilizar mientras dure la batería es exasperante".
Afortunadamente, después de una intensa campaña mediática que incluyó apariciones en televisión local y una fuerte presencia en las redes sociales, Lifework cedió y Straight pudo reparar su exoesqueleto. Pero esta victoria plantea preguntas inquietantes: ¿Qué pasa con aquellos que no tienen los recursos o la visibilidad para librar esa batalla?
Implicaciones más amplias
El caso de Straight no es aislado. Ha habido otros casos de pacientes que se quedaron con tecnologías patentadas inutilizables cuando las empresas manufactureras cerraron o dejaron de brindarles soporte. Por ejemplo, Algunos pacientes perdieron la vista cuando el fabricante del ojo biónico dejó de prestar soporte a los dispositivos.
Estos casos resaltan la necesidad de regulaciones más estrictas en la industria de dispositivos médicos avanzados. Las cuestiones en juego van más allá del simple derecho a reparar y tocan cuestiones como la ética empresarial, la responsabilidad social y los derechos de los pacientes.
¿Hacia un futuro más sostenible?
La historia de Straight ha puesto de relieve un problema que requiere atención urgente. Es vital que las innovaciones transformadoras vayan acompañadas de prácticas éticas y sostenibles.
4 posibles soluciones:
- Legislación más estricta sobre el derecho a reparar, específicamente para dispositivos médicos;
- Obligaciones de apoyo a largo plazo para los fabricantes de tecnologías médicas avanzadas;
- Crear estándares abiertos para facilitar las reparaciones de terceros;
- Mayor transparencia en los costes de reparación y mantenimiento en el momento de la compra.
Derechos humanos y reparación: ¿un punto de inflexión?
La odisea de Michael Straight podría representar un punto de inflexión en el debate sobre el derecho a reparar y la ética de las empresas biomédicas. Su historia nos recuerda que detrás de cada dispositivo hay una vida humana y que las decisiones comerciales tienen consecuencias reales y profundas.
Estos avances no deben crear nuevas formas de dependencia o vulnerabilidad. Liberarnos de una condición de parálisis para convertirnos en esclavos de una empresa de tecnología no es el futuro que queremos.