Hay una guerra en el mundo de la ciencia y el campo de batalla es el más improbable: el plástico. Por un lado, el enemigo indestructible que asfixia nuestros océanos. Por el otro, un ejército microscópico de bacterias hambrientas, dispuestas a devorar este flagelo moderno. ¿Y en el medio? Un nuevo plástico que podría cambiar las reglas del juego.
El nuevo plástico que se come a sí mismo
Un equipo de investigadores chinos ha sacado de la chistera algo realmente inesperado: un nuevo plástico que se autodestruye en tan solo 30 días. No es magia, sino pura y simple ingeniería biológica. La cual nació hace casi 10 años, en 2016, en una planta de reciclaje en Japón.
Allí, por primera vez, se hizo un descubrimiento increíble: Algunas bacterias habían desarrollado la capacidad de comer plástico. Desde entonces, los científicos han identificado otras especies de bacterias con esta extraordinaria capacidad. Y los fueron perfeccionando hasta el desarrollo que hoy se presenta.
Una alianza improbable: plástico y bacterias
Los investigadores de la Academia China de Ciencias dirigido por el biólogo Chen Wang Tang han creado un nuevo plástico que incorpora directamente bacterias que se alimentan de plástico. Es como si hubieran colocado un pequeño ejército de trabajadores de demolición dentro de los muros de un castillo, listos para entrar en acción en el momento adecuado.
¿Cómo funciona este plástico “vivo”? Las esporas bacterianas, como se mencionó, se incorporaron directamente a la estructura del plástico PCL (policaprolactona). Estas esporas son como pequeñas cápsulas latentes, que “despiertan” cuando el plástico comienza a degradarse. En ese punto, liberan enzimas que aceleran aún más el proceso de descomposición. Es un poco como si contuviera su propio sistema de autodestrucción.
Una innovación que resiste el paso del tiempo (y de las bebidas carbonatadas)
Pero esto no termina aquí. Los investigadores querían asegurarse de que este plástico estuviera a la altura de los desafíos del mundo real. Por eso lo remojaron en Sprite durante 60 días (sí, leíste bien, Sprite, mi bebida favorita por cierto) y ¿adivinen qué? Ella permaneció estable.
Esto significa que podría usarse para crear envases resistentes, pero siempre listos para descomponerse cuando finalice su ciclo de vida.
Será mejor que se den prisa: en los últimos veinte años, La producción de plástico se ha duplicado., creando una verdadera emergencia ambiental. Esta nueva tecnología realmente podría representar un punto de inflexión crucial. Imaginemos un mundo donde los residuos desaparezcan en un mes en lugar de persistir durante siglos.
¿No es oro todo lo que reluce?
Por supuesto, como cualquier gran innovación, ésta plantea algunas preguntas. ¿Qué pasa si este plástico empieza a descomponerse antes de lo esperado? ¿Y cuáles podrían ser las implicaciones para el ecosistema si liberáramos grandes cantidades de estas bacterias al medio ambiente? Éstas son preguntas que la investigación aún tendrá que responder.
En cualquier caso, la investigación, publicada en Nature Chemical Biology (te lo enlazo aqui), allana el camino hacia un futuro en el que el plástico ya no sea un enemigo del medio ambiente, sino un aliado. Un futuro en el que podamos utilizar materiales prácticos y duraderos sin la carga de nuestra conciencia de dañar el planeta.
La batalla contra la contaminación plástica está lejos de estar ganada, pero este nuevo plástico "vivo" podría ser el arma secreta que estábamos esperando.