Hay quienes regalan flores y quienes regalan joyas, y luego están mark Zuckerberg quien encargó una estatua de 2 metros de altura de su esposa. Un gesto que hace que se te salten los ojos no sólo por su tamaño, sino por las preguntas que plantea sobre su relación de pareja. Porque cuando eres multimillonario, hasta el amor se mide en proporciones gigantescas. ¿Pero será realmente oro todo lo que brilla?
El arte de sorprender (o impactar) con una estatua
mark Zuckerberg, el director general de Meta, reveló recientemente su último gesto de amor en Instagram: una estatua de 2 metros de altura que representa a su esposa, Priscilla Chan. La obra, creada por el artista contemporáneo. Daniel Arsham, es un gigante turquesa y plateado que representa a Chan bebiendo de una taza. Zuckerberg comentó en broma que quería "recuperar la tradición romana de hacer esculturas de la propia esposa".
La reacción del público en línea fue mixta, oscilando entre quienes encontraron el gesto dulce y quienes lo juzgaron excesivo. Pero, ¿qué piensan los expertos en relaciones?
Una estatua para ti: la opinión del experto
Isabelle Morley, psicóloga clínica especializada en terapia de pareja, ofrece una perspectiva interesante. Según Morley, un regalo tan extravagante podría ser una llamada de atención en la relación de pareja.
Algunas personas usan estos obsequios para enmendar un comportamiento negativo o incluso abusivo, lo cual no digo que sea el caso de la estatua, pero siempre es algo a tener en cuenta.
Morley enfatiza la importancia de considerar el contexto al evaluar gestos tan grandiosos.
El peso de la billetera
Por supuesto, para los súper ricos como Zuckerberg, con un patrimonio neto estimado de más de $ 169 mil millones, el concepto de “regalo caro” adquiere un significado diferente. Las obras de Arsham pueden superar los 29.000 dólares, una cifra que para Zuckerberg equivale a poco más que unos céntimos.
Morley sugiere que para quienes provienen de entornos menos ricos y han trabajado duro para lograr la estabilidad financiera, un obsequio extravagante podría ser una forma de mostrar su progreso sin esperar mucho a cambio.
Los peligros de los grandes gestos
Sin embargo, el psicólogo advierte que los obsequios excesivos en ocasiones pueden ser intentos de manipular o provocar una reacción concreta. Morley anima a quienes reciben un gran obsequio a hacerse algunas preguntas clave:
- ¿Es para una ocasión especial?
- ¿Existe alguna expectativa sobre cómo debo reaccionar?
- ¿Está tratando de compensar algo?
En el caso de Zuckerberg, Morley señala que la mayor señal de alerta sería "si él encargó esto y gastó quién sabe cuánto dinero esperando una determinada reacción o respuesta".
Una estatua bajo el foco de las redes sociales
Otro aspecto que Morley considera potencialmente problemático es compartir públicamente un regalo tan personal. Zuckerberg publicó una foto de la estatua en Instagram, donde tiene 14,5 millones de seguidores.
El psicólogo se pregunta cuál es la verdadera motivación detrás de este compartir:
¿Fue realmente solo para mostrar su profundo amor y gratitud por ella, quién es ella y quién ha sido en su vida? ¿O fue para hacerlo quedar bien ante los ojos de los demás y obtener cierta respuesta afectuosa de ella?
Morley cita investigaciones que sugieren que las parejas que sienten la necesidad de mostrar este tipo de afecto públicamente en plataformas sociales altamente seleccionadas pueden ser menos felices en la vida real.
La voz que cuenta
A pesar de todas estas consideraciones, Morley enfatiza que la única opinión que realmente importa es la de Chan. Y parece que la estatua obtuvo su aprobación. Chan comentó en la publicación de Zuckerberg: "¿Cuanto más de mí, mejor?" acompañado de un emoji de corazón rojo, a lo que su esposo respondió “Siempre” con otro emoji de corazón.
Reflexiones finales
El gesto de Zuckerberg, por excéntrico que parezca, nos ofrece interesantes elementos de reflexión sobre las relaciones de pareja, especialmente las que están en el punto de mira. Mientras que para algunos un regalo tan grandioso puede ser un sueño hecho realidad, para otros puede representar una presión no deseada o un intento de compensar otras deficiencias.
Al final, lo que importa en una relación de pareja no es el tamaño de los regalos, sino la profundidad del vínculo y la sinceridad de los gestos. Ya sea una estatua de dos metros o una simple nota escrita a mano, lo importante es que el gesto refleje genuinamente los sentimientos y la dinámica únicos de cada pareja.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Preferirías una estatua gigante o un gesto más íntimo y personal? Quizás la verdadera lección es que, tanto en el amor como en la vida, no existe una solución única para todos.