42 billones de dólares. Es la cifra que separa a los superricos del resto del mundo. Un abismo económico que se ha abierto durante la última década, a medida que los impuestos pagados por la élite mundial han caído a mínimos históricos. Ahora, el G20 en Brasil enfrenta un desafío titánico: ¿cómo reequilibrar la balanza de la riqueza global?
El tesoro de los dragones modernos.
Durante la última década, mientras muchos de nosotros luchábamos contra el aumento del costo de vida y el estancamiento de los salarios, El 1% más rico de la población mundial ha visto crecer su riqueza en una cifra vertiginosa: 42 billones de dólares. Para poner esta suma en perspectiva, es 36 veces mayor que la riqueza acumulada por la mitad más pobre de la población mundial en el mismo período.
Oxfam, la organización no gubernamental que publicó estos datos, no se anda con rodeos. Esta concentración de riqueza no sólo es impresionante. Es peligroso.
La magia de la evasión fiscal
Si cree que todo se trata de envidia social y que una gran riqueza conlleva una gran responsabilidad fiscal, prepárese para decepcionarse. Según Oxfam, los multimillonarios a nivel mundial pagan menos del 0,5% de su riqueza en impuestos. Es como si hubieran encontrado la fórmula mágica para hacer desaparecer sus obligaciones tributarias. Una capa de invisibilidad económica, si me pasas la licencia.
En este escenario digno de una película distópica, el G20 entra en escena. La cumbre en Brasil, que representa el 80% del PIB mundial, ha puesto la cooperación internacional para gravar a los superricos en el primer lugar de la agenda. Por enésima vez, los líderes mundiales demuestran que finalmente han despertado y quieren enfrentarse al dragón de la desigualdad. ¿Lo creemos?
Súper ricos, la batalla de los ministros de finanzas
Los ministros de Finanzas, reunidos en Río de Janeiro, están tratando de idear estrategias para aumentar los impuestos a los multimillonarios y evitar que evadan los sistemas tributarios. No es una tarea fácil. Es como intentar atrapar humo con las manos. Países como Francia, España, Sudáfrica, Colombia y la Unión Africana apoyan la iniciativa. Estados Unidos, por otro lado, mantiene una posición de oposición. Es un juego de ajedrez donde algunas piezas se niegan a moverse.
La audaz propuesta de Oxfam – Oxfam no se limita a criticar. La organización propone una solución audaz: un impuesto neto anual sobre el patrimonio de al menos el 8% para los súper ricos. Es una propuesta que no haría temblar las billeteras de los multimillonarios, pero casi parece de lesa majestad. Max Lawson, jefe de política de desigualdad de Oxfam Internacional, plantea una pregunta crucial: ¿tendrán los gobiernos la voluntad política para establecer un estándar global que privilegie a muchos sobre unos pocos?
El lado oscuro de la financiación climática
Pero la historia no termina aquí. Oxfam también ha puesto de relieve otro aspecto de la desigualdad global: la financiación climática. Las naciones ricas dicen que proporcionaron casi 116 mil millones de dólares en financiamiento climático a los países en desarrollo en 2022. Suena bien, ¿verdad? Pero no. Imagínese la decepción cuando Oxfam revela que el apoyo real no supera los 35 mil millones de dólares, con una parte importante en forma de préstamos (y a tipos rentables). Prometen un aro salvavidas y en cambio te lanzan un ancla que te hace hundir aún más.
Súper ricos, la promesa incumplida de Copenhague
¿Recuerda la conferencia de la ONU sobre el clima en Copenhague en 2009? Si no lo recuerdas, no te culpo. Las conferencias sobre el clima están empezando a parecerse todas y a no lograr nada. En cualquier caso, en 2009 las naciones ricas se comprometió a proporcionar 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020 para ayudar a los países en desarrollo a mitigar y adaptarse al cambio climático. Ese compromiso ahora parece más un espejismo que una realidad. Oxfam estima el valor real de la financiación climática proporcionada por los países ricos en 2022 es de entre 28 y 35 millones de dólares, de los cuales hasta 15 millones de dólares están destinados a esfuerzos críticos de adaptación para las naciones vulnerables al clima.
El desafío del siglo
Mientras el G20 se reúne en Brasil, el mundo observa con una mezcla de esperanza y escepticismo. Yo con mucho escepticismo y muy pocas esperanzas. El desafío es titánico: reducir una brecha de riqueza que parece un abismo, garantizar una tributación justa para los súper ricos y cumplir las promesas sobre financiamiento climático. Es una batalla que definirá nuestro siglo. Por un lado, una élite que acumula riquezas inimaginables. Por el otro, un planeta y una población que luchan por sobrevivir. El G20 tiene la oportunidad de reescribir esta historia. Queda por ver si tendrá el coraje de hacerlo.