En las heladas profundidades del Océano Ártico, la microbiología está descubriendo tesoros inesperados: el mundo lucha contra la resistencia a los antibióticos, pero la respuesta puede estar en pequeños organismos que han hecho de las aguas polares su hogar.
Un nuevo horizonte en la lucha contra las superbacterias
La Resistencia antibiótica No es sólo un problema médico, es una verdadera carrera contra el tiempo. Las bacterias evolucionan más rápido de lo que podemos desarrollar nuevos medicamentos, dejándonos cada vez más indefensos frente a infecciones que antes eran fácilmente tratables. Ahora la naturaleza, en su infinita sabiduría, puede habernos proporcionado una nueva arma justo donde menos lo esperábamos: en las gélidas aguas del Ártico.
Recientemente, un equipo internacional de investigadores destacó este entorno extremo y lo que encontraron podría cambiar las reglas del juego.
Actinobacterias: viejos amigos con una nueva apariencia
Piensa en el actinobacterias como los abuelos de los antibióticos modernos. Alrededor del 70% de los antibióticos que se utilizan actualmente derivan de estos microorganismos, que normalmente se encuentran en el suelo. ¿Qué pasaría si buscásemos a estos viejos amigos en un entorno completamente diferente?
Ésta fue la brillante intuición del equipo de investigación de la Universidad de Helsinki. Los investigadores plantearon la hipótesis de que las actinobacterias del Océano Ártico, que evolucionaron en condiciones extremas, pueden haber desarrollado compuestos únicos para sobrevivir. Y tenían razón.
Microbiología ártica, búsqueda del tesoro en el abismo helado
Los investigadores no buscaban simplemente otro antibiótico. Buscaban algo más sofisticado: moléculas que podrían reducir la virulencia de las bacterias, es decir, su capacidad para causar enfermedades. Esta estrategia es particularmente astuta porque a las bacterias les resulta más difícil desarrollar resistencia contra ella.
“Hemos descubierto un compuesto que inhibe la virulencia deE. coli enteropatógena (EPEC) sin afectar su crecimiento, y un compuesto inhibidor del crecimiento, ambos en actinobacterias del Océano Ártico”, dijo el Dr. Päivi Tammela, profesor de la Universidad de Helsinki y autor correspondiente del estudio que te enlazo aquí.
Dos compuestos, dos enfoques diferentes
El equipo identificó dos compuestos prometedores, cada uno con su propio enfoque único para combatir las bacterias:
- El primer compuesto, procedente de una cepa desconocida del género Kocuria,
ha demostrado la capacidad de inhibir el crecimiento bacteriano.No es lo ideal, pero en un mundo donde los antibióticos eficaces son cada vez más escasos, cada nueva opción es valiosa. - El segundo compuesto, derivado de una cepa desconocida del género rodococo, es la verdadera estrella de este descubrimiento. Este compuesto demostró las propiedades antivirulencia que buscaban los investigadores.
En pocas palabras, evita queE. coli se adhiera al revestimiento intestinal del huésped y bloquea un paso crucial en el proceso que causa la enfermedad.
Microbiología, la importancia de la antivirulencia
¿Por qué es tan importante la antivirulencia? Piense en una bacteria como en un invasor armado. Los antibióticos tradicionales intentan matar al invasor, pero este enfoque puede llevar a la selección de invasores cada vez más resistentes. La antivirulencia, por otra parte, es como desarmar al invasor sin matarlo. De esta manera, el daño se reduce sin desencadenar una carrera armamentista evolutiva.
El largo viaje desde el descubrimiento hasta la medicina
A pesar de la emoción, es importante recordar que estamos sólo al comienzo de un largo viaje. La Dra. Tammela explica:
Los siguientes pasos son optimizar las condiciones de cultivo para la producción de compuestos y aislar cantidades suficientes de cada compuesto para dilucidar sus respectivas estructuras e investigar más a fondo sus respectivas bioactividades.
En otras palabras, todavía queda trabajo por hacer antes de que estos compuestos puedan convertirse en fármacos que puedan utilizarse en la práctica clínica.
Un nuevo capítulo en la historia de la microbiología
Este descubrimiento es verdaderamente un avance potencial en la lucha contra las bacterias resistentes. El Océano Ártico, con sus condiciones extremas, ha empujado a los microorganismos a evolucionar de maneras únicas. Ahora, esas mismas condiciones extremas podrían proporcionarnos las armas que tenemos. necesitado desesperadamente en nuestra batalla contra las infecciones resistentes.
La microbiología ya nos ha enseñado que las mayores revoluciones pueden venir de las cosas más pequeñas. Ahora nos muestra que las soluciones más calientes pueden provenir de lugares más fríos. Es un recordatorio de que en la ciencia, como en la vida, las respuestas que buscamos se pueden encontrar en los lugares más inesperados. Sólo tenemos que tener el coraje y la curiosidad de buscarlos.