Los pronósticos estadounidenses siempre han fascinado a los analistas y entusiastas de la geopolítica. Pero cuando en 1998 el ex analista de la KGB, prof.Ígor Panarin, presentó su mapa de una América dividida en seis partes para 2010, muchos pensaron que era una broma.
Sin embargo, esta visión apocalíptica del futuro de Estados Unidos ha seguido circulando en los pasillos del poder (tanto ruso como estadounidense), alimentando el debate y la especulación. Pero demos un paso atrás.
¿Quién es Igor Panarin?
Ígor Nikoláievich Panarin no es una figura marginal en el panorama político ruso. Ex analista de la KGB, actualmente es profesor de relaciones públicas y comunicación de masas en la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.
Su voz tiene cierto peso: lo invitan a recepciones en el Kremlin, da conferencias, publica libros y aparece en los medios como experto en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
El mapa de la discordia
El mapa creado por Panarin en 1998 a partir de datos clasificados sobre el estado de la economía y la sociedad estadounidenses preveía la división de Estados Unidos en seis entidades distintas:
- La República Central de América del Norte, bajo influencia canadiense
- La República de Texas, en la esfera de influencia mexicana
- La República de California, controlado por China
- América atlántica, bajo la Unión Europea
- Hawai, en manos de Japón o China
- Alaska, regresó a Rusia
Esta visión, por muy fantasiosa que parezca (bastante, debo añadir), ha encontrado una audiencia atenta en Rusia y en otros lugares. ¿Pero qué produjo tal cosa? ¿Y por qué estuvo tan mal, lejos de cómo resultaron los hechos?
La base de la teoría.
Panarin basó sus predicciones en una serie de factores que, según él, conducirán inevitablemente al colapso de Estados Unidos:
- Crisis económica;
- Decadencia moral;
- Aumento de las tensiones étnicas y raciales;
- Creciente brecha entre ricos y pobres.
Según el analista ruso, estos elementos crearán una presión insostenible sobre la estructura federal estadounidense, conduciendo a su desintegración. Considerándolo todo, eliminando mapas extraños, todos los ingredientes estarían allí. El problema (el de Panarin) es que con tirar un huevo al plato no basta para hacer una tortilla.
Estados Unidos colapsa previsiones, reacciones y críticas
Como era de esperar, las predicciones de Panarin provocaron reacciones encontradas. Mientras que en Rusia encontraron cierto número de seguidores, como ya hemos mencionado, en Estados Unidos y Occidente fueron ampliamente criticados e incluso ridiculizados. El Wall Street Journal dedicó un artículo a estas teorías, contribuyendo a su difusión internacional.
John Smith, profesor de Estudios Americanos en la Universidad de Harvard, comenta:
Las predicciones de Panarin son más un ejercicio de ilusiones que un análisis geopolítico serio. Reflejan los deseos de cierta elite rusa más que la realidad de Estados Unidos.
Y tal vez tenga razón. Después de todo, basta considerar el contexto en el que surgieron estas predicciones. el 1998 Fue una época de gran inestabilidad para Rusia, que aún lidiaba con las consecuencias del colapso de la Unión Soviética. En este clima, la idea de un Estados Unidos en decadencia puede haber parecido tranquilizadora para algunos.
2010 ha venido y se ha ido
Por supuesto, hace mucho que 2010 terminó sin que Estados Unidos se rompiera. Sin embargo, esto no impidió que Panarin siguiera promoviendo sus teorías, simplemente actualizando la fecha esperada del colapso.
Incluso si sus predicciones no se hicieran realidad, ofrecen ideas interesantes sobre cómo las percepciones geopolíticas pueden influir en el discurso político y mediático. Y obviamente también reflejan las persistentes tensiones entre Rusia y Estados Unidos, un legado de la Guerra Fría que continúa influyendo en las relaciones internacionales.
Pronóstico de EE.UU.: no hay "guiso", pero sí algunas cuestiones por resolver
Si bien las predicciones de Panarin han demostrado ser espectacularmente infundadas, el futuro de Estados Unidos y del mundo sigue siendo, como siempre, incierto. Los desafíos identificados por el analista ruso (desigualdades económicas, tensiones sociales, cambios demográficos) son reales y continúan influyendo en la política estadounidense y global. El año pasado también vimos uno “Mini disturbio” en Texas., lo que seguramente habrá hecho que el propio Igor Panarin aguzara el oído (por un momento).
La lección más importante que se puede aprender de este episodio puede ser la necesidad de un enfoque equilibrado del análisis geopolítico. Un enfoque que reconoce los desafíos reales sin ceder ante escenarios catastróficos injustificados.
Las predicciones de Panarin sobre Estados Unidos pueden parecer hoy una curiosidad histórica, pero nos recuerdan que la forma en que imaginamos el futuro puede tener un impacto real en el presente. Ya seamos analistas, políticos o ciudadanos comunes, todos tenemos la responsabilidad de examinar críticamente las predicciones que se nos presentan, por fascinantes o alarmantes que puedan ser.