En un laboratorio de Yale, los robots están aprendiendo a hacer algo que a la mayoría de nosotros nos avergonzaría: automutilarse. Pero no te preocupes, este no es el comienzo de una fase masoquista de las máquinas. Es un gran avance en la creación de robots blandos capaces de adaptarse a cualquier situación, tal como lo hacen algunos animales en la naturaleza.
La evolución de los robots blandos.
Los investigadores de la Laboratorio de la Universidad de Yale han dado un paso significativo en el desarrollo de robots blandos. Estos innovadores autómatas, fabricados en silicona, ahora son capaces de separar y volver a unir partes de su cuerpo, modificando su morfología según sea necesario. Esta capacidad, que puede parecer inquietante a primera vista, en realidad representa un avance notable en el campo de la robótica adaptativa.
La capacidad de cambiar la estructura del cuerpo no es una invención humana, sino una habilidad que ocurre naturalmente (ya sabes). lo apasionados que somos por la biomímesis, En esta área). Tal y como explica el estudio, algunas especies animales pueden alterar su morfología para sobrevivir:
Suena un poco extremo hablar de cosas como la autoamputación, y es un poco extremo, pero no es nada inusual que otros animales hagan lo mismo. Los lagartos pueden desprender la cola para escapar de un depredador, por ejemplo.
Los robots blandos de Yale esencialmente replican estas habilidades naturales, abriendo nuevas posibilidades en el campo de la robótica adaptativa.
La tecnología detrás de la autoamputación
El corazón de esta innovación está en las articulaciones de los robots blandos. Los investigadores han desarrollado un nuevo material llamado espuma termoplástica bicontinua (BTF), que sirve como estructura de soporte para un polímero adhesivo. Este polímero es sólido a temperatura ambiente pero se puede fundir fácilmente.
El BTF actúa como una esponja para evitar que el polímero se escape cuando se derrite. En resumen: es posible separar dos superficies BTF fusionando la unión y volver a unirlas invirtiendo el procedimiento.
Este proceso de desapego y reinserción tarda unos 10 minutos y produce una articulación bastante fuerte. La tecnología también es sorprendentemente duradera y soporta cientos de ciclos de desprendimiento y reinserción antes de degradarse.
Robots blandos, las ventajas frente a los sistemas rígidos
Los sistemas tradicionales, basados en conexiones mecánicas o magnéticas, son inherentemente rígidos, lo que contrasta con la naturaleza flexible de los robots blandos. Por este motivo, la primera creación de una articulación reversible completamente blanda es un hecho científico de suma importancia.
El descubrimiento allana el camino para sistemas artificiales blandos que pueden cambiar de forma sumando y restando masa. Robots blandos de nueva generación con aplicaciones potenciales prácticamente infinitas.
- Operaciones de búsqueda y rescate en ambientes hostiles
- Exploración espacial o submarino
- Aplicaciones médicas mínimamente invasivo
La capacidad de estos robots para cambiar su forma podría permitirles navegar en espacios reducidos o adaptarse a condiciones ambientales impredecibles.
Desafíos y limitaciones actuales
A pesar del entusiasmo en torno a esta innovación, es importante señalar que la tecnología aún se encuentra en una etapa preliminar. Como se destaca en el estudio:
Todo es muy preliminar, por supuesto, porque hay muchas cosas rígidas unidas a estos robots con tubos y cables y cosas así. Y aquí no hay autonomía ni carga útil.
Todavía queda un largo camino por recorrer antes de que podamos ver robots blandos totalmente autónomos capaces de automodificarse en respuesta a su entorno.
El futuro es flexible
En un mundo que cambia rápidamente, la capacidad de adaptarse y cambiar podría resultar la clave para afrontar los desafíos futuros. Los robots blandos de Yale, con su capacidad de autoamputarse y reconectarse, podrían ser los heraldos de una nueva era de máquinas adaptables, listas para doblarse pero no romperse ante los desafíos impredecibles del mañana.
La investigación fue publicada en Materiales avanzados da Bilige Yang, Amir Mohammadi Nasab, Stephanie J. Woodman, Eugene Thomas, Liana G. Tilton, Michael Levin y Rebecca Kramer-Bottiglio. Lo vincularé aquí.