El viento es caprichoso, la energía eólica intermitente. Pero ¿y si pudiéramos domar esta fuerza de la naturaleza y almacenarla para momentos de calma? FLASC, un revolucionario sistema de almacenamiento de energía nacido en Malta, promete hacer exactamente eso, transformando el agua de mar en un acumulador submarino gigante.
Almacenamiento de energía, el desafío de la intermitencia
La energía eólica es como un adolescente rebelde: lleno de potencial, pero impredecible. Un día sopla como un huracán, al día siguiente está más tranquilo que un lago en verano. Este comportamiento errático siempre ha sido el talón de Aquiles de las energías renovables. ¿Y si pudiéramos convencer al viento de seguir el horario de oficina? Imposible, se podría decir. Y tú estarías bien. Sin embargo, un grupo de científicos malteses ha ideado una manera de hacer lo mejor que puede hacer: almacenar el exceso de energía para momentos de calma.
FLASC: el genio de la botella submarina
Entra en escena, Tonio Sant e Daniel Buhagiar de la Universidad de Malta. ¿Tú que tuviste esta brillante idea que podría revolucionar el almacenamiento de energía paravientos de la costa. Lo llamaste FLASC, que significa "matraz" en inglés, y en realidad funciona como una botella gigante bajo el agua. Probablemente sea un acrónimo, pero en todo su sitio no diga cuál es su significado, si lo tiene. Está bien, sigamos adelante. ¿Cómo funciona este trato?
Imaginemos dos contenedores, uno anclado al fondo del mar y el otro flotando justo encima. Cuando hay demasiado viento (sí, esto también puede ser un problema), el exceso de energía se utiliza para bombear agua al recipiente inferior, comprimiendo el aire del interior. Es como guardar el viento para los días de escasez. Lo siento: ponlo "en un matraz".

Eficiencia que marca la diferencia
La fuerza de FLASC reside en los números. Este sistema de almacenamiento de energía promete convertir el 93% de la energía almacenada en electricidad. Es como si por cada 100 vatios reservados encontráramos 93 listos para usar. Un resultado que avergüenza a muchas tecnologías de almacenamiento tradicionales. Y eso no es todo. A diferencia de otras soluciones que podrían perturbar el ecosistema marino, FLASC parece ser un vecino discreto para la fauna acuática. Sin ruido, sin productos químicos, sólo un poco de aire comprimido esperando pacientemente a ser útil.
Una idea nacida de la necesidad
Como suele ocurrir, la idea nació de la necesidad. Daniel Buhagiar, entonces estudiante de doctorado, se dio cuenta de que su amada Malta no tenía suficiente espacio para las voluminosas baterías necesarias para almacenar el exceso de energía eólica. ¿La solución? Mira debajo de la superficie del mar. Así nació FLASC: un sistema de almacenamiento de energía que utiliza lo que Malta tiene en abundancia (agua de mar) para compensar lo que no tiene (espacio en tierra).
Ahora la Universidad de Malta está presionando a Buhagiar y su equipo para que patenten su invento. Y no es difícil entender por qué. FLASC podría ser la clave para desbloquear todo el potencial de la energía eólica marina. Y algún crítico inagotable que huele un poco a petróleo tendría aún menos argumentos.
Almacenamiento de energía eólica marina: el futuro es azul (y verde)
Imagine turbinas eólicas que produzcan energía constante, 24 horas al día, 24 días a la semana, sin depender más de los caprichos del viento. Es como tener una central eléctrica fiable, pero limpia y renovable. Por supuesto, el proyecto aún se encuentra en fase experimental. No sabemos si veremos estas "latas" submarinas gigantes en acción a gran escala ni cuándo. Pero FLASC nos hace soñar con un día en el que el mar será una gigantesca reserva de energía limpia y "embotellada", lista para ser descorchada. ¡Buena suerte, Daniel!