Había una vez un ratón que sólo comía cuando quería. Luego vino la magnetogenética y el ratón empezó a comer bocadillos cada vez que los científicos encendían un imán. No, no es el comienzo de un cuento de hadas distópico, sino la realidad de la neurociencia moderna. Bienvenido al mundo donde el control mental (¿sólo ratones?) está a sólo un campo magnético de distancia.
Magnetogenética: cuando la ciencia supera a la ciencia ficción
¿Quién hubiera pensado que algún día controlaríamos un cerebro con imanes? Sin embargo, aquí estamos, hablando de ratones que se convierten en padres modelo o comedores compulsivos con un simple "clic" magnético. Allá magnetogenética Todavía suena como algo de lo que nunca había oído hablar, pero es tan real como tú y yo. Simplemente mucho, mucho más pequeño. Tan pequeño como una nanopartícula.
Imagínese tener un interruptor para su apetito. Es el sueño de todo dietista (y de todo usuario no diabético de Ozempic). Bueno, para algunos ratones de laboratorio, esto ya es una realidad. Gracias a las nanopartículas magnéticas (básicamente imanes del tamaño de un virus) los científicos pueden activar grupos específicos de neuronas en el cerebro. Es como tener un control remoto para tu cerebro, excepto que en lugar de cambiar de canal, cambias de comportamiento.
No más electrodos pegados a su cráneo ni cables que sobresalgan de su cabeza. ¡Solo un campo magnético giratorio y listo! El control mental en el ratón de laboratorio fue útil.
¿Cómo funciona la tecnología magnetogenética?
Es increíble cómo funciona esta nueva tecnología. Combina una proteína mecanosensible llamada piezo con una nanopartícula magnética (¡tiene un tamaño de 200 nanómetros! Eso es 0,0002 milímetros). Piezo (del griego, “presión”) es una proteína de canal bien conocida que, cuando se estimula mecánicamente, puede activar una célula.
Un campo magnético giratorio mueve las nanopartículas magnéticas. Esto genera un par (fuerza de rotación) que puede estimular mecánicamente los canales piezoeléctricos. Las nanopartículas sólo activan la variante piezoeléctrica que los científicos han administrado a una célula, no las proteínas piezoeléctricas nativas. ¿Todo claro? Si quieres aprender más, Encuentre el estudio aquí.

De Frankenstein a… ¿Magneto?
Este suele ser el punto en el que empiezo a imaginarme a ustedes, lectores, diciéndome en las redes sociales que no dé noticias como esta, de lo contrario las páginas se llenarán de personas con sombreros de papel de aluminio. Respiremos todos profundamente: siempre habrá alguien que lo involucre en una conspiración: pero esto es algo real, se trata de una tecnología real, qué enorme potencial para la investigación del cerebro. Y doy novedades aquí.
Sinceridad por sinceridad, el “control mental” de un ser humano con esta tecnología aún está lejano. Hay que decir, sin embargo, que la estimulación cerebral en humanos ya es una realidad. La estimulación cerebral profunda (DBS), por ejemplo, se utiliza para tratar el Parkinson, por ejemplo. La magnetogenética podría ser el siguiente paso en esta dirección. Y a partir de ahí no tengo ganas de descartar nada.
El futuro es magnético (y un poco aterrador)
Como el dice Cheon Jinwoo, uno de los autores del estudio (al que enlace aquí):
Esperamos que la magnetogenética se utilice ampliamente en la investigación para comprender la función cerebral, redes neuronales artificiales sofisticadas y tecnologías BCI (interfaces cerebro-computadora) tratamientos bidireccionales y nuevos para los trastornos neurológicos.
Traducción: Es posible que pronto tengamos computadoras que hablen directamente con nuestro cerebro, tratamientos más precisos para enfermedades neurológicas y, quién sabe, tal vez algún día podamos descargar un idioma extranjero directamente en nuestro cerebro. O pedir una pizza sólo con pensarlo. Las posibilidades son infinitas (y un poco aterradoras).
Magnetogenética, en resumen: el embrión del control mental ya está aquí, pero que no cunda el pánico
En última instancia, aquí es donde nos encontramos: tenemos ratones que comen o se convierten en padres modelo cuando se les ordena, gracias a pequeños imanes en sus cerebros. La ciencia ha dado otro gran paso hacia el control de la conducta mediante la manipulación cerebral. ¿Es emocionante? Absolutamente. ¿Es un poco perturbador? No hay duda.
Sin embargo, antes de que empieces a temer por tu libre albedrío, recuerda: todavía estamos muy lejos del control mental humano. E incluso si llegamos allí, hay muchas cuestiones éticas que abordar primero. Por ahora, la magnetogenética sigue siendo “sólo” una herramienta increíblemente poderosa para la investigación del cerebro.
Y si piensas lo contrario, pues… ¿Estás seguro de que estos son tus pensamientos? Broma.