Hay quienes dicen que para hacer una tortilla hay que romper huevos. ¿Pero qué pasa cuando los “huevos” son el ecosistema marino y la “tortilla” es la solución al cambio climático? Un controvertido experimento de alcalinización de los océanos está a punto de poner a prueba este viejo dicho, dividiendo a la comunidad científica y desafiando los límites de la ética ambiental.
Alcalinización de los océanos: cuando la ciencia coquetea con nombres feos
Nos encontramos a bordo de un barco frente a la costa de Martha's Vineyard, la isla situada frente a la península de Cape Cod, en el Estado de Massachusetts, Estados Unidos. El sol brilla, las olas rompen suavemente contra el casco. Los investigadores están a punto de verter una sustancia en el océano que, por un breve momento, hará que el agua circundante sea más tóxica que un troll en Facebook. Bienvenidos al mundo de la alcalinización de los océanos, amigos míos.
Il Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) está a punto de realizar un experimento que ha levantado más de una duda. ¿La idea? Elevar el pH del océano para permitirle absorber más dióxido de carbono de la atmósfera. ¿El nombre en clave? LOC-NO. No, no es una broma, No hay comentarios sobre la elección.
Una pastilla efervescente gigante para el océano
El plan es simple, está en papel. Vierte una solución de hidróxido de sodio (sí, ese material que usaba tu abuela para desatascar los fregaderos) en el océano. Esto debería aumentar el pH del agua, haciéndola más alcalina y, por tanto, más propensa a absorber CO2 de la atmósfera.
El cambio inmediato en la química es lo que impulsa la absorción de dióxido de carbono.
Daniel McCorkle, co-investigador principal del experimento.
Suena bien, ¿verdad? Sólo hay un pequeño e insignificante detalle: durante un breve tiempo, la zona tratada se convertirá en un baño químico letal para cualquier criatura marina que tenga la mala suerte de encontrarse allí.
“Créanme, sabemos lo que estamos haciendo”
Los científicos del WHOI aseguran que han pensado en todo. Usarán un tinte rojo para rastrear la difusión de la solución (porque nada dice "experimento seguro" como una mancha roja gigante en el océano, ¿verdad?). También habrá un observador de mamíferos marinos a bordo, presumiblemente para gritar "¡WALE!" en caso de que alguno de ellos decidiera lanzarse suicidamente al baño químico.
No queremos que exista la posibilidad de que una ballena o algo así entre en contacto con esa sustancia.
McCorkle lo afirma, demostrando un extraordinario dominio de lo obvio.
"¿Usted está loco?"
Como puedes imaginar, no a todo el mundo le entusiasma la idea de convertir el océano en una bañera alcalina gigante. Los ecologistas están levantando (legítimamente) más banderas rojas que las que España apoya contra la alcalinización de los océanos.
"No sabemos exactamente cuáles son los riesgos, porque nadie ha estado lo suficientemente loco como para hacerlo antes", dijo. día de ben de la asociación Amigos de la Tierra, probablemente frotándose los ojos con incredulidad.
EPA: Árbitro reacio en un juego peligroso
En medio de este caos científico se encuentra la EPA, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, que se encuentra en la incómoda situación de tener que decidir si da luz verde a este experimento marino del Dr. Frankenstein.
Si la EPA lo aprueba, sería el primer permiso en el mundo para un proyecto de “mejora de la alcalinidad del océano”. Un récord del que, quizás, no deberíamos estar demasiado orgullosos. Porque la alcalinización de los océanos plantea un importante dilema ético. Por un lado, existe la desesperada necesidad de combatir el cambio climático. Por otro, el riesgo de provocar daños irreparables a los ecosistemas marinos.
Es como intentar tratar una infección con un antibiótico tan potente que corre el riesgo de matar al paciente. Sí, podría funcionar, pero ¿a qué coste?
Alcalinización oceánica, el futuro entre la esperanza y el miedo
Mientras la EPA reflexiona sobre su decisión, el mundo científico contiene la respiración. Si el experimento tiene éxito, podría allanar el camino hacia una nueva era de geoingeniería oceánica. Si falla... bueno, podríamos terminar con un océano un poco más alcalino y muchas preguntas incómodas que responder.
Quizás la verdadera lección aquí sea que no existen soluciones mágicas para problemas complejos como el cambio climático. O tal vez es que la desesperación puede llevar incluso a las mentes más brillantes a considerar ideas que, en circunstancias normales, parecerían locos.
En cualquier caso, mientras los científicos se preparan para (tal vez) verter su poción mágica en el océano, el resto de nosotros sólo podemos observar y tener esperanza.