Era el 1 de junio de 1999 cuando un vidente de diecisiete años llamado Shawn Fanning inició una de las mayores revoluciones en la historia de la música digital. Ese día, de hecho, se publicó en línea la primera versión pública de Napster, un software para compartir archivos de igual a igual destinado a cambiar para siempre la forma en que las personas descubren, comparten y escuchan música.
Lo que probablemente Fanning no imaginó es que su "experimento" desataría una tormenta global en el tema de la piratería, al tiempo que sentaría las bases para futuros modelos de negocio basados en el streaming por suscripción, desde Spotify hasta Netflix.
La invención del MP3 y el sueño de la “rocola celestial”
Para comprender plenamente el alcance de la innovación de Napster, debemos dar un paso atrás y considerar el contexto tecnológico de la época. en 1993, un equipo de ingenieros alemanes liderados por Karlheinz Brandeburgo había inventado el formato de compresión de audio MP3, capaz de reducir significativamente el tamaño de los archivos de música sin comprometer perceptiblemente la calidad del sonido. Este descubrimiento, que no fue noticia en su momento, resultaría decisivo para el nacimiento de los reproductores MP3 portátiles, más compactos y resistentes a los golpes que los reproductores de CD tradicionales.
Todavía recuerdo cuando, siendo estudiante universitario, conseguí mi primer reproductor MP3, un Nómada creativo con un diseño un poco torpe pero con una capacidad asombrosa: 64MB, eh. No cosas de pobreza. Poder llevar conmigo entre 20 y 25 canciones en formato digital, sin tener que preocuparme de que el Discman se salte mientras viajo, me parecía ciencia ficción. Pero había más. En los círculos de la industria musical ya empezaba entonces (estamos acostumbrados). a la precocidad) a fantasear con una “rocola celestial”, un servicio que permitiría escuchar cualquier canción bajo demanda.
El MP3, con su capacidad de comprimir música en archivos fácilmente transferibles, parecía poder acercar este sueño a la realidad. Y Napster sería su primera encarnación concreta. GRATIS.
Napster: de proyecto hobby a fenómeno global
La idea de Napster nació casi por casualidad en conversaciones entre jóvenes hackers y entusiastas de la tecnología que se reunieron en la sala de chat w00w00 el IRC (IRC todavía existe, mientras ICQ cerrará a finales de mes). Aquí, Fanning (que usaba el apodo de “Napster”) compartió su visión de una red informática global capaz de compartir archivos de música a través de una base de datos centralizada. Una intuición que el joven programador, tras abandonar la escuela, habría hecho realidad en unos meses, con el apoyo de su amigo y cofundador. Sean Parker.
¿El éxito de Napster? Inmediato y abrumador. El software fue adoptado por millones de usuarios, fascinados por la posibilidad de acceso gratuito a un catálogo de música ilimitado, más grande que cualquier tienda de discos.
En ese momento, como modesto fan de Radiohead, recuerdo la sensación casi mágica de poder descargar canciones raras o caras B que no se podían encontrar en las tiendas en tan solo unos minutos. O poder “explorar” las discografías de artistas que de otro modo no habría comprado. Mientras tanto, en el estéreo de mi nuevo Peugeot 206 gris islandés sonaban los éxitos de aquel año inolvidable: “Baby One More Time” de Britney Spears, “Blue (Da Ba Dee)” de Eiffel 65, “Mi ami Actually” por Paola y Claro. La culpa es de mi novia de entonces. En las fiestas, mientras jugábamos Tekken 3 en PlayStation y tomábamos Bacardi Breezer, intercambiábamos con entusiasmo nuevos MP3 que habíamos descubierto en Napster. Fuimos los primeros "piratas" de la música digital y nos sentimos parte de una revolución.
En apenas unos meses, Napster pasó de ser un proyecto de hobby a convertirse en un fenómeno de masas. con más de 26 millones de usuarios en el pico de su popularidad, a principios de 2001.
La industria musical contraataca: el principio del fin
Es demasiado fácil decirlo: para el público Napster era un sueño, para los líderes de la industria discográfica era una pesadilla. Peor aún, una amenaza existencial. La llegada del CD había garantizado márgenes de beneficio muy elevados durante años, y la idea de que el software pudiera poner en peligro este El Dorado provocó el pánico entre las grandes empresas. Según las memorias de Hilary Rosen, entonces director general de la RIAA (la asociación de la industria musical estadounidense), una simple demostración de las capacidades de Napster fue suficiente para aterrorizar a los "titanes" de los sellos, reunidos en una reunión a principios de 2000.
A partir de entonces los acontecimientos empeoraron. El Millennium Bug destruido… No, estoy bromeando. La RIAA demandó a Napster por infracción de derechos de autor, seguida de cerca por algunos de los artistas más importantes de la época, como Metallica e Dr. Dre. La atención de los medios generada por estas acciones legales no hizo más que aumentar la popularidad del software entre los aficionados, pero la startup, a pesar del apoyo de los inversores, no pudo resistir el impacto legal.
En el verano de 2001, En el verano de 2001, poco después del lanzamiento de “Discovery” dei Daft Punk (uno de los álbumes simbólicos de ese año), un fallo del Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito obligó a Napster a cerrar sus puertas, poco más de dos años después de su lanzamiento. En septiembre, el caso se resolvió mediante un acuerdo extrajudicial multimillonario. No habría sido la única mala noticia de esos meses, pero esa es otra historia.
El legado de Napster: entre la piratería y la innovación
La parábola de Napster había terminado, pero la avalancha de intercambio de archivos ahora era imposible de detener. A raíz del pionero derrotado, surgieron decenas de alternativas. ¿Los recuerdas? Voy de memoria: de grokster a kazaa, De Morfeo a LimeWire, mientras que la silueta de eMule e BitTorrent. Si me olvido de alguno avísenmelo y lo agrego. El “genio” del intercambio P2P ya no existía y ninguna acción legal podría recuperarlo. En nuestros dormitorios, junto a los carteles de Cuello y al VHS de Dawson Creek, aparecieron las primeras grabadoras de CD, listas para transformar nuestros MP3 en recopilaciones personalizadas para intercambiar con amigos.
Por otro lado, Napster había demostrado que existía una enorme demanda de acceso digital instantáneo a la música. Una petición que la industria discográfica, arraigada en modelos de negocio analógicos, no había podido captar ni satisfacer. No es casualidad que la primera tienda de música digital de éxito, iTunes Store de Apple, sólo se lanzó en 2003, justo después de la "lección" impartida por Napster. Y aunque las descargas pagas nunca replicarían la experiencia de comer todo lo que pueda del P2P, prepararon el escenario para la posterior explosión del streaming.
El “hijo de Napster” que cambió la industria musical
La generación de "nativos de Napster" como yo ya había interiorizado un nuevo paradigma de disfrute musical, basado en el acceso inmediato e ilimitado a un catálogo prácticamente infinito.
No es casualidad que el pionero de la música en streaming, Spotify, fue encontrado por Daniel Ek, un informático sueco fascinado por la experiencia Napster y su promesa de acceso ilimitado a la música. La historia de cómo Ek logró convencer a las principales compañías discográficas para que adoptaran el modelo de suscripción mensual, al que inicialmente encontró una fuerte oposición, merece un artículo aparte.
Un legado que va más allá de la tecnología
Hoy, mientras mi pequeña Diana escucha en loop a Kathy Perry y Coldplay (tiene 6 años, es un poco confuso), no lo olvido. No, no olvido que esta "normalidad" es en gran medida el resultado de aquella lejana época pionera, cuando una colorida aplicación instalada en mi Windows 98 me abrió las puertas a un futuro cuyo alcance aún no podía imaginar.
Veinticinco años después del 1 de junio de 1999, el legado de Napster parece más vivo y relevante que nunca. Y no se trata sólo del impacto en las tecnologías y los modelos de negocio, sino de un cambio trascendental en la percepción misma de la música, su accesibilidad y su valor. En este sentido, la historia de Napster puede leerse como una parábola de la transición de la "posesión" al "acceso" como modo predominante de disfrute cultural.
El legado más profundo de Napster, sin embargo, reside en haber demostrado el poder disruptivo de la innovación "de base", impulsada por la pasión y la creatividad de pioneros muy jóvenes como Shawn Fanning. Una potencia capaz de rediseñar ecosistemas industriales enteros y hábitos de consumo, desafiar el status quo e imaginar futuros radicalmente nuevos. Un poder que, para bien o para mal, sigue dando forma a nuestro mundo digital, mucho más allá de la música.
Honra a Napster. La mejor manera de honrar tu memoria es precisamente ésta: seguir cultivando el espíritu visionario e inconformista que te hizo posible. Porque de "experimentos" como usted nacen las innovaciones destinadas a cambiar el mundo. Una y otra vez.