La melanina, el pigmento que determina el color de nuestra piel y nos protege de los rayos solares, pronto podría convertirse en protagonista de una revolución en el campo de la moda y la protección solar. El proyecto Melwear, creado por el joven diseñador Maca Barrera, nos dibuja un futuro en el que usaremos trajes impregnados de melanina derivada de bacterias. Una especie de "segunda piel" entre biología, tecnología y diseño, capaz de protegernos de la radiación UV de forma natural y biodegradable. Vamos a ver'.
Un pigmento antiguo, una tecnología futurista
La melanina es un pigmento con mil recursos, presente en muchas especies vivas, desde hongos hasta plantas y animales. Pero son las bacterias las que ofrecen una oportunidad única para producirlo de forma rápida y económica. Gracias a su rápido crecimiento, estos microorganismos pueden cultivarse en el laboratorio para obtener grandes cantidades de melanina, que luego puede extraerse y utilizarse como sustituto biodegradable y biocompatible de los colorantes sintéticos tóxicos.
La verdadera magia de la melanina reside en su capacidad para absorber la radiación ultravioleta. Y es precisamente esta propiedad la que Barrera quiso explorar con Melwear, imaginando incorporar el pigmento a monos confeccionados con el bioprinting, la impresión 3D de tejidos vivos. ¿El resultado? Como se mencionó: una "segunda piel" que replica y amplifica la función protectora natural de la melanina, creando una barrera contra los dañinos rayos solares.
Un traje que cambia de color con el sol
En su vocación, el concepto Melwear no se limita a proteger: también quiere comunicar. Gracias a la impresión de melanina en cápsulas sensibles a los rayos UV, los trajes cambian de color según la intensidad de la exposición al sol. Así como nuestra piel se broncea cuando recibimos demasiado sol, Melwear se oscurece para alertarnos cuando es momento de buscar más sombra. Un indicador visual de los niveles de UV, algo de lo que a menudo no somos conscientes sin consultar una aplicación meteorológica o poner un parche especial.
Esta función “inteligente” de los trajes Melwear recuerda el delicado proceso de pigmentación de la piel, pero lo amplifica y lo hace más evidente. Es una forma de reconectarnos con los ritmos naturales de nuestro cuerpo y el entorno que nos rodea, haciéndonos más conscientes de la danza invisible de rayos y radiaciones en la que estamos inmersos cada día.
Vestidos melanina: proyecto visionario, pero con bases sólidas
Melwear, por ahora, es un concepto especulativo: todavía no existe un prototipo funcional. Pero Barrera ha sentado una base sólida para su desarrollo, trabajando en el Grow Lab de Central Saint Martins para producir su propia melanina bacteriana y probando la tecnología de bioimpresión a través de una asociación con el Instituto Francis Crick. Los ingredientes, al ser sintéticos, están todos ahí.
Además del objetivo. ¿Cual? Crear un producto innovador, por supuesto, pero también explorar el vínculo entre el cuerpo humano, los microorganismos y el medio ambiente.
Durante demasiado tiempo hemos pensado en nuestro cuerpo como cápsulas que lo protegen de todo tipo de microorganismos. Al hacerlo, matamos no sólo las bacterias dañinas, sino también los microbios saludables que podrían proteger nuestros cuerpos de los patógenos.
Maca Barrera
Con Melwear, Barrera quiere reconectarnos con el mundo microscópico que nos rodea, aprender de él y aprovechar su increíble poder. Un poder invisible a simple vista, pero imprescindible para proteger nuestro cuerpo y preservar nuestra vida.
Nos vestiremos de melanina: un futuro que imaginar, una conversación que iniciar
Proyectos especulativos como Melwear juegan un papel fundamental a la hora de iniciar un debate público sobre tecnologías aún poco conocidas. Son una oportunidad para imaginar escenarios y soluciones futuros que puedan contribuir al progreso científico y abordar los desafíos de la sostenibilidad. Este concepto tiene como objetivo explorar soluciones que consideren el equilibrio entre la salud humana y ambiental. Un equilibrio que pasa también por el redescubrimiento de nuestro vínculo con los microorganismos, vistos con demasiada frecuencia como enemigos a combatir y no como aliados a cultivar.
Quizás algún día nosotros o nuestros hijos usemos trajes como los que imagina Barrera, caminando bajo el sol con la tranquilidad de quien se sabe protegido por una segunda piel de melanina, tejida por la propia naturaleza. Una piel que respira, que cambia, que se adapta. Una piel que nos recuerda que somos parte de un ecosistema vasto e interconectado, en el que hasta la célula bacteriana más pequeña puede marcar la diferencia. Hasta entonces, cosas como Melwear nos invitan a soñar, a imaginar, a explorar. Mirando el mundo con nuevos ojos, dispuestos a maravillarnos con las infinitas posibilidades que la naturaleza y la tecnología pueden ofrecernos cuando trabajan juntas en armonía. Una armonía que pasa también por nuestra piel, nuestra frontera más íntima y preciada con el mundo exterior. Una frontera que el futuro promete ensanchar aún más.