Hay un nuevo récord absoluto, e inmediatamente después del Campeonato de Europa de atletismo hay que aclarar: no lo estableció un atleta real. Era una concentración de metal, circuitos e ingenio, todo fabricado en el Reino Unido. Me refiero al revolucionario robot saltador diseñado por los cerebros de la Universidad de Manchester, capaz de dar un salto de 120 metros. Sí, 120 metros: más o menos la altura de un edificio de 40 plantas, o si se prefiere, muy por encima de la altura del Big Ben, la torre del reloj de Londres. Un auténtico "salto cuántico" en el campo de la robótica: abre las puertas a una nueva generación de máquinas saltadoras, destinadas a revolucionar campos como la exploración espacial, las operaciones de rescate en zonas hostiles o la vigilancia de zonas de riesgo.
¿Cómo se hace que una masa de componentes electrónicos y mecánicos salte tan alto? ¿Cuáles son los trucos e intuiciones que permitieron a los ingenieros de Manchester lograr este récord mundial Guinness? Y sobre todo, ¿qué se siente ver a tu "niño" tecnológico saltar por el cielo como Hulk cuando está girando? Demos un salto juntos (literalmente) hacia esta investigación, que mientras tanto te enlazo aqui cuando quieras saber más.
Houston, tenemos un saltador.
Empecemos por los números, que como siempre no mienten. 120 metros: esta es la increíble altura alcanzada por el nuevo robot saltador de Manchester, un auténtico rascacielos de saltos que bate el récord anterior de 33 metros que ostentaba otro robot. Siguiendo con el tema deportivo, se sucedieron uno tras otro el equivalente a 40 saltos desde el trampolín de 3 metros.
En resumen, cosas que harían palidecer incluso al canguro más deportista (aunque pueden dar saltos de 3 metros, no bruscolini). ¿El secreto? Todo está en el diseño, el resultado de una inteligente combinación de matemáticas, simulaciones por ordenador y pruebas de laboratorio.

La forma (del salto) es sustancia.
Si tuvieras que diseñar un robot saltador, ¿por dónde empezarías? Por la forma, obviamente, ¿verdad? Y aquí hay muchas opciones: patas como de canguro, una estructura de pistón con un resorte gigante, una forma de diamante simétrica o ¿quizás más sinuosa y aerodinámica? Todas estas son preguntas que también se hicieron nuestros héroes de Manchester antes de llegar al diseño final. La clave, explican, fue optimizar el robot para aprovechar al máximo la energía en un único salto muy potente, eliminando cualquier movimiento superfluo. Sin rotaciones ni balanceos laterales, solo un puro salto vertical hacia arriba. Y para ello tuvieron que desplazar el peso del robot hacia la "cabeza", aligerando las piernas y dándole una forma prismática. Básicamente, un proyectil de alta tecnología con resortes en lugar de pólvora.
Pero las sorpresas no terminan ahí. Porque el equipo de Manchester no se conformaba con batir un récord porque sí. No, su objetivo es desarrollar robots saltadores cada vez más eficientes y versátiles, capaces de afrontar cualquier tipo de terreno y situación. Desde cuevas hasta barrancos lunares, pasando por bosques, escombros y zonas de desastre.
Por este motivo, los investigadores ya están trabajando en los siguientes pasos… me refiero a los próximos pasos. Quieren encontrar formas de controlar la dirección de cada salto, tal vez utilizando la energía del aterrizaje para impulsar nuevos saltos. Y luego está el desafío de hacer que el robot sea más compacto y liviano, para que pueda transportarse y usarse más fácilmente en misiones espaciales. En resumen, desde los primeros experimentos "serios". desde hace cuatro años Mucho ha cambiado, pero el futuro de los robots saltarines aún está por escribirse: pero es un futuro con un alto nivel de adrenalina.
¿Listo para saltar?
Preparémonos para una robótica en la que los dispositivos ya no se limitarán a caminar o rodar, sino que saltarán como grillos locos para llegar a todos los rincones, incluso los más inaccesibles. Un mundo en el que la exploración espacial estará a la orden del día, con pequeños pero muy poderosos "saltadores" dispuestos a descubrir los secretos de planetas y lunas lejanos. Y equipos de robots saltadores para operaciones de rescate, capaces de superar escombros y obstáculos para llegar hasta los supervivientes. O también, a robots "centinela" que saltan a los tejados de los edificios para vigilar zonas de riesgo o controlar sistemas peligrosos. Las posibilidades son infinitas.
Tarde o temprano los humanos también podremos saltar tan alto. Quizás con la ayuda de un exoesqueleto robótico o un traje espacial supertecnológico. Pero esa es otra historia, y por ahora dejémosla en manos de la ciencia ficción. Sí, lo sé, estoy corriendo demasiado lejos con mi imaginación: al fin y al cabo, ante un salto de 120 metros es difícil no soñar en grande.
Así que, queridos ingenieros de Manchester, sigan haciéndonos soñar. Y por favor, para el próximo salto, apunta directamente a la Luna. A estas alturas, con tus súper saltadores, no debería ser un problema. Sólo recuerda usar casco, por favor. No quiero que te marees demasiado al saltar.