¿Y si te dijeran que a veces, para curar un trastorno, no necesitas una cirugía real, sino simplemente hacer una "falsa"? Se podría pensar que es una broma o un truco de charlatán. Sin embargo, cada vez más estudios científicos demuestran que la llamada "cirugía placebo" (es decir, procedimientos mínimamente invasivos o incluso simulados) puede tener efectos terapéuticos comparables a los de las intervenciones reales, pero con menos riesgos y complicaciones. ¿Qué historia es esta?
No me sorprende que todavía tenga dificultades para afirmarse en medio del escepticismo y las cuestiones éticas. Intentemos comprender mejor qué es la cirugía placebo, sobre qué base funciona y por qué, a pesar de sus promesas, todavía se utiliza tan poco.
El caso pionero del Dr. Moseley
Uno de los primeros en demostrar la eficacia de la cirugía placebo fue el Dr. Bruce Mosley, en los años 90. En un estudio ya clásico, reclutó a 180 pacientes con dolor severo de rodilla y los dividió en dos grupos: algunos recibieron una artroscopia real, otros una farsa, en la que solo se realizó una incisión en la piel sin insertar instrumentos.
¿Resultado? Después de dos años, los pacientes de los dos grupos tuvieron mejoras similares en el dolor y la función. Además: los operados "falsamente" habían corrido menos riesgos, como infecciones. Un resultado sorprendente, que ha abierto el camino a nuevos estudios en este campo.
Operaciones placebo, resultados reales
Empecemos con Mosley y un ejemplo concreto: la artroscopia de rodilla. Un procedimiento muy común para tratar el dolor y los problemas de movilidad, que consiste en introducir una sonda en la articulación para "limpiarla". Pues bien, varios estudios han demostrado que una artroscopia falsa (en la que sólo se hace un pequeño agujero en la piel, sin insertar nada) tiene resultados comparables a la real. en términos de dolor percibido y también de mejora de la función. Loco, ¿verdad?
Y no es el único caso. Los resultados de Mosley se repitieron varias veces. Se ha demostrado que las intervenciones con placebo son eficaces para el dolor de espalda, los dolores de cabeza, los trastornos gastrointestinales e incluso para mejorar el funcionamiento de los esfínteres. En definitiva, parece que a veces basta con fingir operar para obtener los mismos beneficios que una operación real. Pero, ¿cómo es esto posible?
El poder (auto)curativo del cuerpo
Una posible explicación es que la cirugía placebo, a pesar de ser “falsa”, todavía desencadena procesos de curación naturales en el cuerpo. Piénselo: incluso un pequeño corte en la piel activa una cascada de reacciones, desde la coagulación de la sangre hasta la llegada de glóbulos blancos, pasando por la formación de nuevos tejidos y cicatrices. Todo lo que podría ayudar a "reparar" el problema, incluso sin bisturí ni prótesis.
Además, estas intervenciones placebo suelen incluir analgésicos, que reducen el dolor y permiten que el paciente se mueva más. Y sabemos lo importante que es el movimiento para la salud de los huesos y las articulaciones. En definitiva, quizás no sea tan absurdo que una operación "falsa" pueda tener efectos reales en el organismo.
Cirugía placebo: ¿una cuestión mental?
Luego están quienes plantean la hipótesis de un papel clave de la mente. Todos sabemos cómo las expectativas y creencias pueden influir en nuestra percepción del dolor e incluso en la respuesta fisiológica a los tratamientos. Si un paciente está convencido de que se ha sometido a una intervención decisiva, es posible que se sienta mejor incluso gracias al efecto placebo.
Por supuesto, aquí surgen considerables cuestiones éticas. ¿Es correcto "engañar" a la gente, haciéndoles creer que se han sometido a una cirugía cuando no es cierto? Algunos estudios sugieren que la cirugía placebo puede funcionar incluso cuando el paciente lo sabe (el llamado “placebo honesto”). Pero no todos están de acuerdo y el debate está abierto.
¿Tenemos que utilizar necesariamente el término “cirugía placebo”?
Algunos señalan que el propio término “cirugía placebo” es engañoso y contraproducente. Todas las cosas consideradas, estas no son intervenciones "falsas", pero procedimientos menos invasivos que desencadenan respuestas biológicas reales. Llamarlos "placebos" corre el riesgo de disminuir su valor y alimentar el escepticismo de médicos y pacientes.
Por eso hay quienes proponen cambiarles el nombre de "cirugía mínimamente invasiva", destacando su carácter "intervencionista" pero menos sangriento. Un cambio de nombre que podría favorecer su aceptación y uso, donde la evidencia demuestra su eficacia y seguridad frente a los procedimientos tradicionales. ¿Trabajaría?
Los números de una práctica todavía de nicho
A pesar de sus promesas, la cirugía placebo sigue estando infrautilizada. Baste decir que cada año se realizan más de cuatro millones de artroscopias de rodilla en todo el mundo, con unos costes sanitarios estimados en varios miles de millones de euros. Cifras enormes, para un procedimiento que podría ser sustituido, en muchos casos, por un enfoque menos invasivo y costoso como el placebo.
¿Y cuántas "operaciones falsas" se hacen? Una estimación precisa es prácticamente imposible. Una reseña de 2014 analizó 53 ensayos controlados aleatorios de cirugía placebo y descubrió que en más de la mitad de los casos fue tan eficaz como la cirugía real. Pero estos son todavía experimentos limitados. Para comprender verdaderamente el potencial de estos enfoques, se necesitarán estudios más amplios y sistemáticos. Sólo de esta manera será posible evaluar si la cirugía placebo podría ser una opción viable en la rutina clínica y cuándo.
Un futuro para escribir
En resumen, la llamada cirugía placebo plantea cuestiones fascinantes y controvertidas sobre la naturaleza misma de la medicina y su interacción con la psique humana. Por supuesto, promete tratar trastornos generalizados e incapacitantes de una forma menos invasiva y riesgosa. Sin embargo, pone en tela de juicio certezas consolidadas y abre dilemas éticos nada baladíes.
Ciertamente, la medicina del futuro no puede permitirse el lujo de ignorar el poder de la mente para influir en el cuerpo. Y tendrá que encontrar una manera de integrarlo de forma ética y eficaz en la práctica clínica. La cirugía placebo, o como queramos llamarla, podría ser un pequeño pero gran paso en esta dirección. Siempre y cuando lo abordes con una mente abierta, pero también con sentido crítico y respeto por los pacientes.
Parafraseando a Platón, un placebo no curará todos los males, pero podría ayudarnos a repensar lo que entendemos por "cura". Y eso no sería mucho.