África es un continente maravilloso, pero siempre de alguna manera humillado. Desde tiempos inmemoriales. Es realmente exasperante pensar que la cuna de nuestra especie esté en peligro tan grave. Debajo de la superficie de sabanas, bosques y desiertos se esconde una realidad alarmante: Más de 700 millones de hectáreas de tierra, el 23% del total, ya están degradadas. Y a este triste saldo se suman cada año otros 3 millones de hectáreas.
Las causas son múltiples y están interconectadas: desde el cambio climático hasta las actividades extractivas, desde la agricultura intensiva hasta las especies invasoras. Los efectos, sin embargo, son inequívocos: pérdida de biodiversidad, reducción de la productividad, aumento de la pobreza y la inseguridad alimentaria. Ante este desafío trascendental, la solución más prometedora tiene un nombre preciso: restauración ecológica. Es decir, el arte de ayudar a la naturaleza a curarse a sí misma.
Los “cinco grandes” de la degradación ambiental
Para comprender el alcance del problema hay que partir de sus raíces, que parten de la degradación del suelo. Según los expertos, existen cinco grandes factores impactos globales que erosionan la salud del suelo, los llamados “cinco grandes” de la degradación ambiental. la primera está representado por invasiones biológicas, o la propagación incontrolada de especies vegetales y animales fuera de su área de distribución original. Estas especies exóticas, a menudo sin depredadores naturales, se reproducen a un ritmo vertiginoso, quitando espacio y recursos a las nativas y alterando el equilibrio de los ecosistemas.
El segundo factor son los eventos extremos relacionados con el cambio climático, como sequías prolongadas e incendios devastadores. Estos desastres, cada vez más frecuentes e intensos, ponen a prueba la resiliencia de la tierra, volviéndola más vulnerable a la erosión y la desertificación. añadir a eso le actividades extractivas como las minas y las perforaciones, que dejan tras de sí paisajes lunares y suelos envenenados, y deforestación, que destruye hábitats valiosos y compromete la capacidad del suelo para retener agua y nutrientes.
pasado, pero no menos importante, es contaminación por sustancias tóxicas como los compuestos de azufre o los fertilizantes químicos, que alteran la composición del suelo y favorecen la eutrofización, es decir, la proliferación anormal de algas y otras plantas acuáticas en detrimento de la biodiversidad.
En África todo es aún más grave
Si estas son las principales causas de la degradación de las tierras a nivel global, en África la situación se ve agravada por una serie de factores específicos. Primero, la fuerte dependencia de las poblaciones locales de los recursos naturales para su supervivencia diaria, desde el uso de madera como combustible hasta prácticas agrícolas basadas en la deforestación y los monocultivos intensivos. A esto se suma a menudo una gobernanza débil, una inseguridad generalizada sobre los derechos de propiedad de la tierra, una pobreza endémica y un crecimiento demográfico que aumenta la presión sobre los ecosistemas.
Una mezcla explosiva que está erosionando gradualmente el capital natural del continente, poniendo en riesgo no sólo la biodiversidad, sino también las perspectivas de desarrollo y el bienestar de millones de personas. Baste decir que la agricultura, que depende en gran medida de la salud del suelo, todavía emplea a más del 60% de la fuerza laboral africana y representa el 25% del PIB continental. Por no hablar del valor inestimable de los servicios ecosistémicos como la regulación del clima, la purificación del agua o la polinización de cultivos.
La restauración ecológica como solución
Ante este desafío, la comunidad científica y las instituciones internacionales coinciden cada vez más en señalar la restauración ecológica como una de las soluciones más prometedoras. Es un enfoque multidisciplinario que tiene como objetivo reparar ecosistemas degradados, restaurando su estructura, funciones y diversidad originales. Un proceso complejo y delicado, que requiere un conocimiento profundo de la dinámica ecológica y una evaluación cuidadosa de las especificidades de cada contexto.
En términos concretos, la restauración ecológica puede adoptar diferentes formas según las situaciones. vamos de eliminación manual o mecanica de especies invasoras, como las acacias australianas que infestan más de 500.000 hectáreas de Sudáfrica, hasta reforestación activa con especies nativas, a través de la renaturalización de cursos de agua o la creación de corredores ecológicos Fomentar la movilidad de la vida silvestre. Intervenciones que, si se aplican a gran escala, pueden desencadenar un círculo virtuoso de regeneración y resiliencia.
Éxitos y desafíos de la restauración ecológica en África
Además, no faltan ejemplos exitosos de restauración ecológica en África. De la reforestación de Gran Muralla Verde del Sahel, que está contribuyendo a frenar el avance del desierto, a restaurar los manglares a lo largo de las costas de Kenia y Mozambique, pasando por la recuperación de pastos degradados en Etiopía o sabanas infestadas por especies exóticas en Sudáfrica. Proyectos que demuestran cómo, con los conocimientos y recursos adecuados, es posible revertir el curso de la degradación y restaurar la vitalidad y la productividad de territorios enteros.
No es un paseo por el parque. La restauración ecológica requiere importantes inversiones en investigación, formación, infraestructura y seguimiento. Requiere políticas integradas y con visión de futuro que sean capaces de combinar la conservación con el desarrollo sostenible y la participación de las comunidades locales. Requiere un cambio de paradigma cultural, que reconozca el valor intrínseco y los servicios ecosistémicos que proporciona la naturaleza. Pero, sobre todo, requiere la conciencia de que el tiempo se acaba y que cada hectárea de tierra perdida es una herida para el futuro del continente.
El llamado de los expertos: #GeneraciónRestauración
Es con este espíritu que Mlungele Nsikani, experto en restauración de tierras y científico ambiental, lanza un sincero llamamiento a todos los africanos y más allá: únanse al movimiento #GenerationRestoration, la generación de la restauración ecológica. Una invitación a tomar parte activa en la lucha contra la degradación del suelo, partiendo de la defensa intransigente de los ecosistemas que aún están intactos para llegar a la recuperación generalizada de los comprometidos.
Porque, como nos recuerda Nsikani, sólo los paisajes sanos y funcionales pueden garantizar alimentos, agua y energía a precios asequibles, pilares del desarrollo económico. Sólo una naturaleza resiliente puede proteger a las comunidades de los desastres climáticos y garantizar servicios cruciales como la polinización o la purificación del aire y el agua. Sólo un entorno rico en biodiversidad puede ofrecer oportunidades de empleo, bienestar y estabilidad social a las generaciones presentes y futuras.
África tiene el conocimiento, la energía y el potencial para convertirse en un líder mundial en restauración ecológica. Pero para que esto suceda es necesario el compromiso de todos: gobiernos, empresas, investigadores, ciudadanos. Necesitamos pasar de las palabras a los hechos, de los lemas a los proyectos concretos. Necesitamos implicarnos personalmente, cada uno a su manera, para devolver a la tierra lo que le hemos quitado. Para que África, herida pero no derrotada, pueda florecer de nuevo. Sólo así se hará realidad el sueño de un continente verde, próspero y en armonía con la naturaleza. Porque, como dice el lema de #GeneraciónRestauración, "heredamos la tierra de nuestros antepasados, pero la tomamos prestada de las generaciones futuras". Y debemos devolvérselo, más sano y vital que nunca.