En un laboratorio de la Universidad de Copenhague, un grupo de científicos acaba de crear lo que podría ser la respuesta al problema global de la contaminación plástica: envases sostenibles hechos de cebada. Este nuevo bioplástico promete descomponerse completamente en la naturaleza en solo dos meses, ofreciendo una solución concreta a la acumulación de residuos plásticos en nuestros océanos y vertederos. ¿Cómo lograron crear tal material y qué implicaciones podría tener para nuestro futuro?
Un material nacido de la necesidad
Profesor Andreas Blennow y su equipo del Departamento de Ciencias Vegetales y Ambientales de la Universidad de Copenhague se enfrentaron a un desafío hercúleo: crear una alternativa al plástico que fuera verdaderamente sostenible.
¿Su motivación? La conciencia de que Sólo el 9% del plástico mundial se recicla. (y aparentemente, con terribles efectos secundarios), mientras que el resto acaba incinerado, en vertederos o, peor aún, disperso en el medio ambiente.
Blennow señala un punto crucial: ni siquiera los bioplásticos actuales son la solución ideal que muchos creen.
El nombre es engañoso, porque la mayoría de los bioplásticos no se descomponen fácilmente si se arrojan a la naturaleza. El proceso puede tardar muchos años y una parte sigue contaminando en forma de microplástico.
Andreas Blennow
Embalaje sostenible hecho de un material extraordinario
Il nuevo material es un biocompuesto que utiliza principalmente dos ingredientes naturales: amilosa e celulosa. La amilosa se extrae de una variedad de cebada especialmente desarrollada para producir amilosa pura en sus granos. Esta pureza es fundamental, ya que la amilosa pura es mucho menos propensa a volverse blanda al interactuar con el agua que el almidón común.
La celulosa utilizada es una nanocelulosa derivada de residuos de la industria azucarera. Estas fibras de nanocelulosa, mil veces más pequeñas que las fibras de lino y algodón, confieren al material su resistencia mecánica. La producción de este material innovador se realiza mediante métodos relativamente sencillos: las materias primas se disuelven en agua y se mezclan o se calientan bajo presión. ¿El resultado? Pequeños "pellets" o chips que posteriormente se pueden procesar y comprimir en la forma deseada, para un embalaje sostenible y versátil.
Ventajas frente al plástico tradicional, en resumen:
- Biodegradabilidad completa en sólo dos meses
- Resistencia al agua superior a los bioplásticos actuales
- Flexibilidad y durabilidad comparables al plástico tradicional.
- Aprovechamiento de materias primas renovables y residuos industriales.
Retos y perspectivas futuras
A pesar del potencial revolucionario, todavía quedan desafíos por superar. Por el momento sólo se han producido prototipos de laboratorio. Blennow, sin embargo, se muestra optimista en cuanto a que la producción a gran escala podrá iniciarse con relativa rapidez.
Ya existe toda la cadena de producción del almidón rico en amilosa. De hecho, cada año se producen millones de toneladas de almidón puro de patata y maíz que se utilizan en la industria alimentaria y otros sectores. Por lo tanto, se garantiza un fácil acceso a la mayoría de nuestros ingredientes para la producción a gran escala de este material.
Andreas Blennow
Impacto potencial en la industria del embalaje sostenible
El equipo de investigación ya está colaborando con dos empresas de envasado danesas para desarrollar prototipos de envasado de alimentos. Blennow ve muchos otros usos potenciales para el material, como en la industria automotriz para acabados interiores de automóviles. Si bien es difícil predecir exactamente cuándo llegará a los estantes este plástico ecológico a base de cebada, Blennow es optimista. “Creo que es realista que se desarrollen varios prototipos de envases sostenibles blandos y rígidos, como bandejas, botellas y bolsas. en un rango de tiempo entre uno y cinco años”, concluye.
La creación de este envase sostenible a base de cebada representa un paso significativo hacia un futuro más verde. Mientras esperamos ver este embalaje sostenible en las estanterías de nuestras tiendas, mantengamos los ojos abiertos a la investigación: cuanto más nos deshagamos del plástico, mejor.