Guau. Lo pensé un rato antes de dar la noticia también. Es prácticamente un "caso sin resolver", pero no es porque no esté al tanto. Leer sobre un motor "de agua" inmediatamente trae a la mente rumores y argumentos "no cibernéticos". Aquí, sin embargo, estamos hablando de Toyota, y además el motor no es exactamente de propulsión hidráulica: si se arriesgan a presentar algo así, ¿a qué me arriesgo yo hablando de ello? Por supuesto, hay que sorprenderse. Quiero decir, ¿un motor de combustión que no pone gasolina ni diésel? Todavía me pregunto cómo consigue alcanzar temperaturas de 2500 grados centígrados. En comparación, los motores de gasolina normales apenas alcanzan los 600-650 grados. Es como pasar de un horno de camping a un alto horno industrial.
Motor “de agua”, un desafío al hidrógeno y a los eléctricos
El anuncio de Toyota representa un importante punto de inflexión en el panorama de la movilidad sostenible. Hasta ahora, el debate se ha centrado principalmente en dos alternativas a los combustibles fósiles: el hidrógeno y la electricidad. Por un lado, elhidrógeno prometió ofrecer una autonomía similar a la de los vehículos de gasolina, con la ventaja de las cero emisiones. Por otro lado, yo vehículos eléctricos se centraron en la eficiencia energética y la posibilidad de recargar baterías con energía renovable. Claramente, cada uno con sus contraindicaciones, sus fanboys y sus haters de turno.
En este contexto, la idea de un motor de combustión de este tipo es una anomalía. Una especie de "cisne negro". Sin embargo, es precisamente esta aparente contradicción lo que hace que el invento de Toyota sea tan intrigante. Combinando elementos de los motores de combustión tradicionales con tecnología y sistemas de inyección innovadores, este tren motriz promete superar algunas de las limitaciones tanto del hidrógeno como de la electricidad. Mientras tanto, quiero aclarar: la palabra "agua" sólo sirve para dejar claras las peculiares diferencias de este motor (que funciona con hidrógeno) con sus predecesores. ¿Cómo lo hace exactamente?
Refrigeración por agua y doble inyección.
A diferencia de los motores de hidrógeno convencionales, que normalmente están refrigerados por aire, el tren motriz de Toyota utiliza agua para extraer el exceso de calor de las cámaras de combustión. Esto no sólo permite que el motor hidráulico, como se mencionó, funcione a temperaturas de hasta 2500°C, sino que también permite el uso de materiales livianos como el aluminio en lugar de acero para la construcción del bloque del motor y la culata. ¿El resultado? Un motor más ligero y eficiente, capaz de alcanzar mayores revoluciones.
El otro as bajo la manga de Toyota es el sistema de doble inyección de hidrógeno. A diferencia de los motores de combustión tradicionales, que inyectan combustible en una sola dirección, este motor utiliza tanto inyección directa en el cilindro como inyección indirecta en el colector de admisión. Esto permite regular con precisión la combustión de hidrógeno en todos los regímenes del motor. La inyección directa asegura una combustión completa a velocidades más altas, mientras que la inyección indirecta permite aportar una mezcla diferente cuando el motor lo requiere. El resultado es un motor que puede funcionar de manera óptima en todas las condiciones de conducción.
Motor “agua”, un cambio total de paradigma
El invento de Toyota podría tener profundas implicaciones para el futuro de la industria automotriz. Si este motor hidráulico demuestra ser fiable y económicamente competitivo, podría ofrecer una tercera vía en la carrera por la movilidad sostenible, junto con el hidrógeno y la electricidad. Una de las ventajas de este enfoque es que permitiría explotar, al menos en parte, la infraestructura existente para la producción y distribución de vehículos. Las empresas automovilísticas podrían adaptar sus líneas de montaje para producir motores de agua en lugar de abandonar por completo los motores de combustión, mientras que las gasolineras podrían convertirse para suministrar hidrógeno en lugar de gasolina.
Por supuesto, aquí también existen contraindicaciones. La producción de hidrógeno a gran escala todavía requiere mucha energía y actualmente gran parte de esta energía proviene de fuentes fósiles. Para que los motores hidráulicos sean verdaderamente sostenibles, sería necesario pasar a métodos de producción de hidrógeno verde, es decir, basados en fuentes renovables, como la electrólisis alimentada por energía solar o eólica. En definitiva, como decía el sabio Forrest Gump, “la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te tocará”. Veremos si este extraño artilugio conquistará realmente las carreteras del futuro. De momento sigo atento a la situación y prometo que en cuanto haya alguna novedad os lo contaré. Tal vez mientras lleno mi auto. Con agua, por supuesto.