"Los mayores dictadores no son líderes políticos, sino 'expertos tecnológicos' como Mark Zuckerberg y Elon Musk". Esta es la dura acusación lanzada por María Ressa, Periodista filipino-estadounidense que ganó el Premio Nobel de la Paz el año pasado por su defensa de la libertad de prensa.
Según Ressa, los jefes de las redes sociales tienen el poder de manipular a las personas a escala global incitando a la polarización. miedo y odio. Una dictadura digital que trasciende culturas, idiomas y fronteras geográficas. Y que corre el riesgo de cambiar profundamente la forma en que sentimos, vemos y actuamos en el mundo. ¿Qué tan aceptable es su declaración y qué podemos hacer para defendernos?
La acusación de Maria Ressa: las redes sociales son armas de manipulación masiva
Las palabras de Maria Ressa son una dura crítica contra el poder de los gigantes tecnológicos. Según el periodista, plataformas como Facebook, Twitter y ahora también TikTok se han convertido en auténticas armas de manipulación masiva en manos de unos pocos "maestros de la opinión". A través de algoritmos opacos y estrategias de participación que explotan nuestras emociones más primitivas, los “dictadores digitales” pueden influir en la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. Independientemente de nuestras diferencias culturales o geográficas.
Ressa cita ejemplos concretos de cómo las redes sociales han incitado a la polarización y al odio en diferentes partes del mundo. De Filipinas, donde la propaganda en línea apoyó el régimen autoritario de Duterte, a los Estados Unidos, donde las conversaciones sobre temas como el racismo han sido “plagadas por la propaganda rusa*”, con el objetivo de “crear el caos”. Una estrategia que, según Maria Ressa, pretende socavar nuestra capacidad de discernimiento y nuestra confianza en las instituciones democráticas.
* ¿Es necesario decir que las operaciones de propaganda (para Ucrania, Palestina y otros, como siempre) provienen de muchos lados? Anticipo algunas críticas fáciles (e inútiles) a lo que dijo Ressa. Estas son sus declaraciones, así deben tomarse.
De los estudios sobre el impacto de las redes sociales al testimonio directo
Las acusaciones de Maria Ressa, claro está, no son simples opiniones, sino que se basan en una masa creciente de evidencia científica y testimonial. Numerosos estudios han demostrado cómo el uso de las redes sociales influye en nuestro estado de ánimo, opiniones e incluso en nuestro comportamiento electoral. Un experimento realizado por el propio Facebook en 2014 reveló cómo manipulando las noticias de los usuarios era posible influir en su estado emocional, induciendo sentimientos positivos o negativos según el contenido mostrado.
Otros investigadores han destacado cómo los algoritmos de las redes sociales tienden a favorecer el contenido polarizador y sensacionalista, lo que genera más compromiso pero también más ansiedad, conflicto y división. Un círculo vicioso que, según muchos, ha contribuido al aumento del autoritarismo polarizador en varias partes del mundo.
A esta evidencia se suma el testimonio directo de Ressa, quien experimentó de primera mano el poder represivo de las redes sociales. Como periodista crítico con el régimen de Duterte, Ressa ha sido blanco repetidamente de campañas de desinformación y odio en línea, orquestadas por trolls y bots progubernamentales. Una persecución digital que la llevó a afrontar numerosos juicios y amenazas de detención, en lo que ella misma define como un intento de "silenciar" la libertad de prensa.
La "receta" de Maria Ressa: reglas, educación y resistencia
Ante esta inquietante realidad, ¿cuáles son las posibles soluciones? Maria Ressa sugiere algunas, empezando por la abolición de la inmunidad jurídica de las plataformas digitales sobre los contenidos publicados por los usuarios. Una protección que, según muchos críticos, permite que las redes sociales prosperen sin asumir las responsabilidades de un editor tradicional.
Otra propuesta: mantener a los niños alejados de las redes sociales hasta que tengan edad suficiente para gestionar los riesgos. Maria Ressa cita el carácter “aditivo” de estas plataformas, que están diseñadas para captar nuestra atención y mantenernos pegados a la pantalla el mayor tiempo posible. Un efecto especialmente peligroso para los más jóvenes, cuyo cerebro aún está en desarrollo y es más vulnerable a las influencias externas.
Además de soluciones "de arriba hacia abajo", Ressa también pide una verdadera resistencia desde abajo. Insta al público a "entrar en el mundo real" y organizarse con familiares y amigos, creando redes de información y apoyo alternativas a las digitales. Porque, advierte, “las operaciones de información tienen como objetivo a vosotros. Y cuando te conviertes en un brazo de transmisión, pasas a ser parte del equipo de prueba de información”.
El impacto de la Inteligencia Artificial. La nueva frontera del riesgo
Por si fuera poco, Maria Ressa lanza una nueva alarma: la llegada de la Inteligencia Artificial generativa corre el riesgo de empeorar aún más la situación. Citando un estudio reciente, el periodista revela que ya existe una cantidad "impactante" de la web generado por IA de baja calidad, incluso antes de que la IA generativa realmente entre en juego. Un fenómeno que, advierte, podría literalmente "expulsarnos" de Internet, haciéndolo inutilizable como fuente de información fiable.
Es una advertencia que añade un nuevo nivel de urgencia y complejidad al desafío que plantean los "dictadores digitales". Si las redes sociales ya son capaces de manipular nuestras emociones y percepciones hoy en día, ¿qué pasará cuando sean mejoradas por algoritmos de IA cada vez más sofisticados e incontrolables? Una cuestión que nos obliga a repensar no sólo nuestra relación con la tecnología, sino también el futuro mismo de la democracia y la libertad de expresión.
Un llamado a la acción: resistir la dictadura digital
En definitiva, las palabras de María Ressa son un poderoso grito de alarma y un llamado a la acción. Ante el ascenso de los "dictadores digitales", no podemos permanecer como espectadores pasivos, sino que debemos convertirnos en ciudadanos activos y conscientes. Esto significa educarnos sobre los riesgos de las redes sociales y cultivar relaciones y comunidades reales fuera de las plataformas digitales.
La propia María Ressa nos lo recuerda de manera formidable:
Sin hechos no se puede tener la verdad: sin la verdad no se puede tener confianza. Y sin confianza, no tenemos democracia. Y sin democracia, no tenemos ningún propósito.
No será fácil resistirse al poder omnipresente y seductor de las redes sociales, que ahora impregnan todos los aspectos de nuestras vidas. Pero es una batalla que no podemos permitirnos perder si queremos preservar nuestra libertad, nuestra democracia y nuestra humanidad en la era digital.