Detrás de la pantalla se esconde un mundo secreto, donde casi uno de cada dos jóvenes vive una vida paralela, alejada de la real. Esto es lo que se desprende de una preocupante encuesta que arroja nueva luz sobre la relación cada vez más conflictiva entre las nuevas generaciones y la red. Una relación compuesta de identidades ocultas, personalidades alteradas y una desconexión creciente que corre el riesgo de alimentar el malestar psicológico de toda una generación.
Una generación dividida entre lo real y lo virtual
La encuesta, realizado por OnePoll sobre una muestra de 2.000 estadounidenses divididos equitativamente por generación, revela un escenario inquietante. Hasta el 46% de los participantes pertenecientes a Generación Z, es decir, los nacidos entre finales de los 90 y principios de los XNUMX, afirma tener una personalidad online que difiere "enormemente" (cit.) de la mostrada en el mundo real. Un dato que hace pensar, y que también se refleja en otros grupos de edad, aunque en menor medida: el 38% de los Millennials, el 18% de la Generacion X (el mio es la 8% de los Baby Boomers admite llevar una verdadera "doble vida" en la red.
Pero hay más El 31% de la Generación Z y el 27% de los Millennials mantienen esta identidad digital oculta a sus familias, casi como si fuera un secreto indescriptible. Una actitud que, por un lado, puede leerse como una expresión de la necesidad natural de privacidad y autonomía de los jóvenes, pero que plantea interrogantes sobre las razones profundas de esta "escisión" entre el yo real y el yo virtual.
Expresarse online es más fácil, pero ¿a qué coste?
Una posible explicación surge de los datos de otra encuesta: para el 53% de la Generación Z y el 49% de los Millennials Es más fácil expresarse en línea que fuera de línea. La web parece ofrecer un espacio protegido donde puedes ser lo que quieras, lejos de los condicionamientos y expectativas del mundo real. En línea puedes expresar opiniones más claras y a veces controvertidas, puedes explorar intereses y pasiones que quizás no tengan cabida en la vida cotidiana.
Pero esta libertad tiene un precio. La mitad de los participantes de la encuesta admiten sentir una desconexión entre su yo en línea y fuera de línea. Y para muchos, esta discrepancia se traduce en sentimientos de ansiedad (18%), soledad (17%) e depresión (15%). Una señal de que la "doble vida" digital, por muy tentadora que sea, puede tener graves repercusiones en la salud mental y sobre el bienestar general de los jóvenes.
Aproximadamente uno de cada cinco jóvenes en el mundo sufre algún trastorno mental: una crisis global. Y la "doble vida" en línea, con sus tentaciones y trampas, corre el riesgo de ser a la vez un espejo y un avivador de este malestar.
Media generación, hacia una nueva conciencia digital
Ante este desafío, de nada sirven los juicios apresurados o las soluciones simplistas. Necesitamos un esfuerzo colectivo de comprensión y educación. Necesitamos que las familias, las escuelas, las instituciones y (perdónenme, sobre todo) las empresas tecnológicas nos escuchen de verdad. Debemos ayudar a los jóvenes a desarrollar una mayor conciencia de su relación con lo digital, a gestionar de forma equilibrada su presencia en línea, a reconocer y afrontar las posibles repercusiones emocionales y relacionales de sus elecciones.
Sólo de esta manera podemos esperar sanar la fractura entre lo real y lo virtual, entre lo fuera de línea y lo en línea, que parece marcar tan profundamente la experiencia de cada nueva generación. Y construir un futuro en el que la identidad digital no sea una máscara que se ponga para escapar de uno mismo, sino una herramienta para expresar mejor quién se es, en armonía entre las dimensiones física y virtual.
Arrojemos luz sobre este fenómeno, porque sólo se puede abordar lo que se sabe. Y lo que está en juego (el bienestar y el equilibrio de toda una generación) es demasiado alto como para mirar hacia otra parte.