¿Ha comenzado ya la era de la computación orgánica? A juzgar por las últimas noticias procedentes de Suiza, así parece. chispa final, una startup joven y ambiciosa, acaba de anunciar que ha desarrollado los primeros bioprocesadores comerciales de la historia. Dispositivos que no sólo abren perspectivas completamente nuevas en el campo de la informática, sino que también podrían ayudar a solucionar uno de los problemas más acuciantes del sector: el enorme consumo energético. ¿Cómo trabajan? Averigüemos juntos.
Un enfoque revolucionario para el procesamiento de datos
La “neuroplataforma” de chispa final Se trata de un cambio de paradigma radical respecto a los procesadores de silicio tradicionales. En lugar de depender de circuitos electrónicos, esta tecnología explota directamente el potencial computacional de las neuronas biológicas, cultivadas in vitro en forma de organoides del cerebro humano.
Una arquitectura definida como "wetware", que fusiona biología, software y hardware de una forma nunca antes vista.
Según lo informado por la startup en su trabajo de investigación (que te enlazo aquí), el corazón del sistema se compone de cuatro "matrices de electrodos múltiples" (MEA), cada una de las cuales alberga cuatro organoides del tejido cerebral humano. En total, por tanto, la plataforma puede contar con hasta 16 "minicerebros" interconectados, capaces de aprender y procesar información de forma autónoma.
Bioprocesadores para "microcerebros", preguntas potenciales y abiertas
Las implicaciones de esta tecnología, de confirmarse, serían enormes. De hecho, FinalSpark afirma que sus bioprocesadores Consume hasta un millón de veces menos energía que los chips convencionales. Una cifra asombrosa, que podría revolucionar sectores computacionalmente intensivos como la inteligencia artificial y el análisis de big data. Baste decir que, según las estimaciones de la startup (no muy lejos de una verdad ampliamente comprobada), entrenar un modelo de lenguaje como GPT-3 requiere alrededor de 10 GWh de electricidad, más de 6.000 veces el consumo anual per cápita de un ciudadano europeo.
Por supuesto, todavía estamos en una etapa muy temprana y experimental. Antes de que podamos hablar de un avance real, necesitaremos verificar de forma independiente las afirmaciones de FinalSpark y evaluar la escalabilidad de esta solución. Por el momento, solo nueve instituciones tienen acceso a la neuroplataforma, con un modelo de suscripción basado en una criptomoneda propia (500 PCM por mes por usuario). Un planteamiento que plantea más de una cuestión sobre la madurez real y la sostenibilidad del proyecto.
Pero los desafíos a enfrentar no son sólo técnicos y económicos.
Cuestiones éticas y de seguridad.
El uso de tejido cerebral humano con fines computacionales abre una serie de cuestiones éticas y de seguridad que no se pueden ignorar. ¿Cuáles son los riesgos del uso inadecuado o malicioso de esta tecnología? ¿Y cómo regular un sector tan nuevo y complejo?
Si es cierto que los bioprocesadores podrían abrir horizontes extraordinarios para el progreso humano, también es cierto que no podemos darnos el lujo de proceder a ciegas, sin considerar todas las implicaciones y responsabilidades asociadas con este paso.
Bioprocesadores, el futuro aún por escribir
En conclusión, el anuncio de FinalSpark representa sin duda un momento histórico para la informática y la biomedicina. Pero es sólo el comienzo de un viaje por explorar, lleno de oportunidades y obstáculos, esperanzas e incógnitas. Depende de nosotros, como sociedad, encontrar el camino correcto para cosechar los frutos de esta revolución sin perder de vista los valores y principios que nos definen como seres humanos.
No es el futuro de los ordenadores lo que está en juego, sino el nuestro: un futuro en el que la frontera entre lo biológico y lo artificial es cada vez más sutil y difusa. Un futuro en el que, tal vez, seamos llamados a redefinir el significado mismo de inteligencia (y tal vez conciencia). Los bioprocesadores nos ayudarán a escribirlo bit, o mejor dicho, neurona a neurona.
1 comentario en “FinalSpark, bioprocesadores con tejido cerebral humano: adiós a los chips normales”
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