En la búsqueda de robots que puedan manipular objetos de forma eficaz, los investigadores suelen modelar la mano humana. No es un camino fácil. La complejidad de la mano humana, con su intrincada red de huesos, músculos y tendones, es extrema. La cantidad de cálculos necesarios para controlar adecuadamente la fuerza de agarre y la posición de una mano robótica es asombrosa. ¿Y si hubiera otra manera? ¿Un robot tentáculo que se inspira en los movimientos fluidos de las criaturas marinas?
Eso es lo que llevan un buen año pidiendo en Harvard. Su estudio (que te enlazo aquí) presenta un conjunto de tentáculos controlados neumáticamente. El robot tentáculo puede agarrar de forma suave y fiable objetos de formas irregulares sin necesidad de aprendizaje automático ni de multitud de sensores. No es un paso adelante insignificante, ¿verdad?
Tentáculo vs. mano: el desafío del agarre robótico
Imagine tener que construir un robot que pueda agarrar una variedad de objetos, ya sean huevos frágiles o esculturas modernas. Con una mano robótica tradicional, habría que programar un algoritmo más complejo que un 730, considerando todos los ángulos, presiones y movimientos posibles. Una pesadilla para los programadores (y un desastre potencial para los huevos).
Con un tentáculo robótico el asunto se simplifica considerablemente. Un grupo de filamentos flexibles puede enrollarse suavemente alrededor de cualquier forma, adaptándose a las irregularidades como el abrazo de un pulpo. Se acabaron los cálculos complicados y los sensores interminables: basta con un poco de aire comprimido y listo, el objeto se agarra con firmeza pero con delicadeza.
Inspiración marina para un agarre suave
No hace falta decir que los investigadores de Harvard se inspiraron en los maestros indiscutibles de la manipulación submarina: pulpos, calamares y similares. Biomímesis, bebé. La “empresa de tentáculos” ha perfeccionado el arte de agarrar presas sin aplastarlas gracias a extremidades flexibles y ventosas.
Claro, nuestro robot tentáculo no tiene ventosas, al menos por ahora, pero lo compensa con su capacidad de entrelazar filamentos y crear una especie de "cesta" alrededor del objeto. Un poco como una red de pesca, pero mucho más suave (y sin riesgo de acabar en sopa de pescado).
¿La palabra clave? Sencillez
Los robots del futuro prescindirán de muchas superestructuras. Sin microchips de última generación ni algoritmos que hagan girar la cabeza, solo un sistema neumático bien pensado. Los 12 filamentos elastoméricos del robot tentáculo de Harvard, de 300 mm de largo, se doblan cuando se aplica una presión de hasta 172 kPa. Todos los segmentos son del mismo tamaño y están controlados por la misma fuente de presión.
Es un poco como ese brazo mecánico que se usa (raramente) para atrapar animales de peluche en las máquinas de atracciones, pero mucho más preciso y menos propenso a perder tiempo y dinero.
Robot tentáculo, muchas aplicaciones potenciales
El robot tentáculo es versátil por naturaleza: podría ayudar a avivar el fuego o ayudar en la cocina, removiendo suavemente la ensalada. Voltear la masa. Ayudar al cirujano durante una operación manteniendo el tejido en su lugar sin dañarlo. Las aplicaciones están limitadas únicamente por nuestra imaginación (y quizás por nuestro miedo ancestral a los tentáculos).
Este estudio abre el camino a una nueva forma de concebir la robótica, alejada de la rigidez y complejidad de las manos humanas. En un mundo donde los robots están cada vez más presentes en nuestras vidas, desde la fábrica hasta el hogar, este avance podría hacer que su interacción con nosotros y con los objetos sea más natural y menos amenazante.
Pero una cosa es segura: el futuro de la robótica es suave, flexible y un poco más parecido a un pulpo de lo que jamás imaginamos. Y si eso significa tener robots que puedan agarrar objetos sin romperlos o estrechar la mano sin aplastarlos, también estoy listo para tener un tentáculo como amigo. Siempre y cuando no me robes comida de mi plato, claro.