No estamos en una masía de fantasía, sino en la Universidad de Tokio: por ahí no está Antonio Banderas, sino un grupo de investigadores japoneses. Sin embargo, la insólita escena resuena: alguien intenta entender el lenguaje de las gallinas.
El cacareo aparentemente aleatorio de nuestros queridos amigos ha sido sometido a la inteligencia artificial: ¿el propósito? Descifrar lo que tienen que "decir". Y si crees que esto es sólo un ejercicio académico, estás equivocado.
La investigación, realizada en la Universidad de Tokio bajo la dirección del profesor Adrián David Cheok, ha sacado a la luz un sistema bastante extraño, pero con un gran potencial. ¿De qué se trata?
La ciencia detrás del cacareo de los pollos
El equipo de investigación desarrolló un "sistema capaz de interpretar diversos estados emocionales en los pollos, incluidos el hambre, el miedo, la ira, la satisfacción, la excitación y la angustia". Esto es gracias a una técnica de vanguardia llamada "Aprendizaje de Análisis Emocional Profundo".
La técnica, explican los investigadores, "está basada en algoritmos matemáticos complejos" y tiene la capacidad de adaptarse a los patrones vocales cambiantes de los pollos. Esto significa que, con el tiempo, se vuelve cada vez más hábil para descifrar sus "vocalizaciones".


Otra prueba más para la IA
Para probar su nuevo sistema, el equipo grabó y analizó muestras de sonido de 80 gallinas. Luego, estas muestras se utilizaron para correlacionar estos patrones vocales con los diversos "estados emocionales" de los pollos.
Con la colaboración de otro equipo de ocho psicólogos animales y veterinarios, los investigadores pudieron identificar el estado mental de una gallina determinada con una precisión sorprendentemente alta. "Los resultados de nuestros experimentos demuestran el potencial del uso de técnicas de inteligencia artificial y aprendizaje automático para reconocer estados emocionales en pollos en función de sus señales sonoras", se lee en el artículo.
Comentarios secundarios
Antes de enviar a Banderas al desván, mantengamos una actitud crítica: en su artículo, que te enlazo aquí, los investigadores reconocieron que la precisión de su modelo podría variar según las diferentes razas y condiciones ambientales. También señalaron que "el conjunto de datos utilizado para el entrenamiento y la evaluación puede no capturar toda la gama de estados emocionales de las gallinas y sus variaciones".
Y luego están las muchas otras formas en que los pollos se comunican, a partir de "señales no acústicas, como el lenguaje corporal y las interacciones sociales". En otras palabras, aún queda camino por recorrer, pero ya están sentadas las bases para un futuro en el que comprendamos mejor a los animales que nos rodean.
Y, como señaló Cheok, "si sabemos lo que sienten los animales, podemos diseñar un mundo mucho mejor para ellos". Pollos incluidos.