Fortum, el gigante finlandés de las energías renovables, ha decidido cerrar definitivamente sus operaciones en Rusia después de que las autoridades locales, encabezadas por el gobierno de Vladimir Putin, se apoderaran de sus activos. La empresa calcula que el coste total de esta ducha fría, una auténtica "contraofensiva energética", asciende a unos 2 millones de euros.
Disparo jorobado
La decisión se produjo tras las acciones del gobierno ruso. En abril, en una operación a gran escala, la Duma ordenó la confiscación de los activos materiales y financieros de la filial Fortum en el país. La empresa finlandesa definió estas acciones como un "punto de no retorno" y una "cruel violación del derecho internacional". Según Fortum, tomar el control de sus operaciones en Rusia sería sólo un pretexto para garantizar la seguridad energética del país.
Desde el comienzo de conflicto en ucraniaFortum afirma que ha intentado en repetidas ocasiones salir del mercado ruso. También solicitó permiso para vender sus operaciones a compradores rusos e internacionales, pero fue en vano. Antes de las hostilidades, Fortum era el mayor actor en el mercado de energías renovables en Rusia, con una cartera de aproximadamente 3,4 GW de plantas eólicas y solares, tanto en solitario como a través de empresas conjuntas.
La contraofensiva (por ahora) es rusa, y de nuevo enérgica
Actualmente, Fortum ha presentado una denuncia formal ante el gobierno ruso. Ante la remota esperanza de que sea aceptado, de aquí a junio los finlandeses sólo tienen una opción: cerrar los libros en Rusia. Como se mencionó, el director general Marcos Rauramo calcula los daños en unos 2 millones de euros: y no se trata sólo de Rusia. El gigante energético tendrá que lidiar con eso incluso con socios comerciales como Vestas, el gigante de los aerogeneradores, que también está en apuros por la falta de pedidos del mercado ruso.
En definitiva, una contraofensiva un tanto predecible (las tensiones políticas y económicas entre Rusia y Finlandia se están disparando tras la entrada de esta última en la OTAN), pero no por ello menos pesada. La desventura de Fortum en Rusia supone un duro golpe para la empresa finlandesa y para el sector de las energías renovables en el país.
En una guerra que se libra golpe a golpe también en el plano energético (la "misteriosa" explosión del gasoducto Nord Stream 2 es la otra etapa crucial de este viaje), la situación de Fortum en Rusia es un ejemplo de cómo la guerra y la economía intereses también pueden frenar enormemente este sector.