Quien lo dura (madre) lo gana. Neuralink, la startup de Elon Musk nacido en el 2019, acaba de recibir la aprobación de la FDA para las primeras pruebas en humanos de sus implantes cerebrales que crean una interfaz cerebro-computadora.
Muchas dudas y problemas. resuelto?
Como recordará, allá por 2022, Neuralink presentó su primera solicitud para autorizar pruebas en humanos ante la FDA, pero fue rechazada por motivos de seguridad. ¿Cual? Bueno, en primer lugar la batería de litio, la posible movilidad en el cerebro de los cables microscópicos que forman parte del implante y la incertidumbre de cómo (y especialmente si) Neuralink podría retirar el implante sin dañar el tejido cerebral. .
Al parecer ahora la empresa logró resolver estos problemas. Todavía no ha comenzado a reclutar voluntarios para sus ensayos en humanos, pero las "puertas regulatorias" para los experimentos ahora están abiertas de par en par.
“El pequeño objeto que revolucionará nuestras vidas”
La planta N1 de Neuralink, un poco más grande que una moneda de 0.50€, está diseñado para colocarse debajo de la piel, reemplazando una parte del cráneo del receptor. Gracias a 64 microsondas flexibles insertadas en puntos precisos del tejido cerebral, permite una comunicación bidireccional entre el cerebro y un chip de computadora a través de 1,024 canales.
Luego, el implante puede comunicarse de forma inalámbrica con dispositivos externos, lo que permite a los pacientes interactuar con teléfonos inteligentes, computadoras y similares usando solo su mente. Requiere algo de entrenamiento, pero (como lo demuestran los monos con este chip cerebral) funciona bastante bien. El N1 también se carga de forma inalámbrica, por lo que nadie tendrá que pegar la cabeza a un tomacorriente por la noche.
Pequeño descargo de responsabilidad obvio pero necesario: aparte de mi alivio, esta es una tecnología de frontera con toda su carga de problemas, dudas éticas y dificultades de las que también hablamos en este sitio.
Comienzan los ensayos en humanos. ¿Y ahora?
El plan es usar estos implantes primero en pacientes con cuadriplejia, para darles la capacidad de operar computadoras y dispositivos de control.
Posteriormente, y aquí viene la "parte buena" (por así decirlo), Musk quiere hacer de estas interfaces cerebro-computadora un producto de consumo para todos. El magnate está seguro de que permitirán una comunicación entre humanos y ordenadores mucho más rápida de lo que permiten el teclado y el ratón. Y a veces este tipo predijo bastante bien los avances tecnológicos.
El futuro está cada vez más cerca
En un sentido puramente especulativo, esta tecnología podría abrir mucho más que una simple interfaz de escritura controlada por la mente.
En las próximas décadas, las futuras versiones de estas plantas podrían:
- Controle miembros biónicos adicionales, vehículos o avatares robóticos, completo con retroalimentación sensorial.
- Permitir que las imágenes o el audio se reciban directamente en sus sistemas visuales o auditivos sin necesidad de altavoces o pantallas (el mundo parece así podría prescindir de él independientemente).
- Brindando la capacidad de sintonizar ojos y oídos adicionales prácticamente en cualquier parte del planeta.
- Permitiéndole "pensar" mensajes y enviarlos directamente al implante neuronal de otra persona a través de algún tipo de telepatía electrónica.
- Registre la actividad cerebral durante los sueños y permita que se revisen durante las horas de vigilia.
- someterse a un ataque de hacker cerebral. Es una posibilidad que explica todos los espeluznantes.
En resumen: un salto adelante desde las pruebas en humanos hacia lo desconocido.
Sin duda, las cosas podrían volverse muy locas al expandir la comunicación cerebro-computadora, y ese parece ser exactamente el propósito de estas pruebas en humanos.
Pruebas que pasarán para el desarrollo del núcleo de la tecnología Neuralink: R1, un robot cirujano (yo lo llamo más bien una máquina “grapadora”) que se encarga del procedimiento de implante cerebral. Un procedimiento que sería increíblemente difícil a mano. Imagínese tomar un cabello e intentar meterlo en una gelatina cubierta con film transparente. Y hacerlo a una profundidad precisa, en una posición precisa, 64 veces en un tiempo razonable.
Se trata de enormes innovaciones tecnológicas, que van mucho más allá de la cuestión de los implantes cerebrales, y podrían marcar avances en muchos campos, desde el diagnóstico hasta la cirugía.
Qué puedo decir: cuando llegue el momento, cruzaré los dedos por los voluntarios que se someterán a las primeras pruebas en humanos. Realmente se necesita mucho coraje.