A veces, incluso los gigantes tecnológicos se dejan vencer por el pesimismo o se guían por ideas preconcebidas y acaban haciendo predicciones que luego el tiempo disfruta resultando equivocadas. Desde Apple hasta IBM, desde los pioneros de Internet hasta Warner Bros, las historias de errores de juicio son numerosas y han marcado puntos de inflexión en el desarrollo tecnológico. A continuación presentamos cinco de los fiascos proféticos más famosos de la historia de la tecnología (y cinco imágenes generadas por IA que muestran el “futuro alternativo” que cuentan estas profecías).
El Titanic tecnológico de Apple: el iPhone
Rebobinemos la cinta en el tiempo hasta 2007. En el escenario, con su típica sonrisa desafiante y su manera teatral, está Steve Ballmer, el número uno de Microsoft. Sus palabras se centran en el último gadget lanzado por Apple, un tal iPhone. Ballmer ríe, bromea, se divierte: este costoso aparato, según él, nunca ocupará un lugar destacado en el mercado. Un avance rápido hasta el día de hoy: el iPhone no sólo ha ganado una importante participación de mercado, sino que prácticamente ha reinventado el concepto de teléfono inteligente y continúa recaudando dinero y consenso.
Gran Hermano ha caído: el colapso de Internet
1995 año. Roberto Metcalfe, “padre” de Ethernet y uno de los pioneros en el campo de las redes informáticas, lanza profecías impactantes durante un discurso en la Conferencia World Wide Web: Internet está destinada a implosionar, dice, y “colapsará catastróficamente” en el futuro. año siguiente. ¿Cómo te fue entonces? Internet no sólo ha sobrevivido, sino que se ha convertido en un pilar esencial de nuestra vida diaria, permeando todos los aspectos de nuestra vida diaria, desde el trabajo hasta el ocio. Un pronóstico, el de Metcalfe, totalmente desviado.
Las profecías de IBM sobre las computadoras, las buenas
en 1943 Thomas Watson, presidente de IBM, una de las mayores empresas tecnológicas del mundo, hizo una predicción un tanto arriesgada. La frase es tan llamativa que ha pasado a la historia. Todos la recordarán: "Creo que hay un mercado mundial para unas cinco computadoras". Esta afirmación tan citada ciertamente reflejaba el período de guerra y el enorme tamaño, costo y complejidad de las primeras computadoras. La historia, sin embargo, ha respondido a estas profecías de manera perentoria: hoy hay miles de millones de computadoras y dispositivos conectados en el mundo, desde laptops hasta teléfonos inteligentes, pasando por diminutos ordenadores incorporados en electrodomésticos y automóviles. No tan básico, Watson.
El cine, bello porque es mudo
Vayamos a 1927. harry warner, cofundador de Warner Bros, se muestra bastante escéptico ante la revolución del cine sonoro. "¿Quién diablos quiere oír hablar a los actores?" es su famosa pregunta retórica, pronunciada poco antes de la llegada del sonido. ¿Respuesta? Todos nosotros. El cine hablador se convirtió en la norma, cambiando la industria cinematográfica para siempre. La innovación ha permitido que los sentimientos y las historias se expresen más profundamente, transformando la forma en que se cuentan las historias en la pantalla grande. Inténtalo de nuevo, Harry.
La madre de todas las profecías: el móvil, una moda pasajera
Lo que tu, marty cooper, el hombre quien invento el celular, en 1980 se mostró extremadamente pesimista: la telefonía móvil, decía, tendría una vida corta. Quizás 10 años. Sus profecías reflejaban las limitaciones tecnológicas de la época, con teléfonos móviles tan grandes como ladrillos y tan caros como coches de lujo. Casi medio siglo después, los teléfonos móviles no sólo siguen aquí, sino que se han multiplicado y evolucionado, convirtiéndose en un elemento indispensable de nuestras vidas.
Estas historias nos enseñan una cosa: es realmente difícil hacer predicciones sobre el progreso de las tecnologías. La innovación, entonces, tiene la costumbre de superar incluso las expectativas más optimistas. En cambio, lo que parecen profecías locas o proyectos condenados al fracaso resultan ser cambios que redefinen el futuro.