Ha llegado el momento. Las tan comentadas armas “inteligentes” están en el mercado estadounidense. Tecnologías de biofuego, una empresa de Colorado, anunció esta semana el lanzamiento de su primer modelo comercial: se necesita reconocimiento facial y biométrico para desbloquear una pistola de 9 mm diseñada para la defensa doméstica.
Es la chispa, con suerte, de una competencia entre fabricantes de armas para crear modelos cada vez más seguros, que impidan los asesinatos en masa ahora fuera de control en los EE. UU.
Prevenga tragedias con tecnología biométrica
La idea detrás de las armas inteligentes, como se mencionó, es utilizar la biometría para desbloquear las armaspreviniendo así accidentes fatales, especialmente entre los niños.
Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las armas de fuego fueron la principal causa de muerte entre niños en Estados Unidos en 2020. Ese año, las muertes relacionadas con armas de fuego han llegado a su punto más alto, con 45.222 muertes registradas. Y este año podría superarse: en menos de cuatro meses ya se han producido 4 muertes, con más de un tiroteo al día.
¿Serán suficientes las armas inteligentes para detener la hemorragia humana?
Eso sí: son buenas noticias que salvarán algunas vidas. Con unos 1600 dólares nadie podrá utilizar armas inteligentes que no sean de su propiedad y se evitarán casos como aquellos en los que niños pequeños se suicidan por error.
Disparar con armas robadas también será más difícil a medida que las armas inteligentes se generalicen: más del 80% de las personas responsables de tiroteos en escuelas contra niños pequeños han robado armas a sus propias familias.
Sin embargo, si quieres una opinión personal sobre si las armas inteligentes son realmente decisivas: no. No lo serán. Soy un paliativo. Previenen el uso accidental de un arma, no su uso intencional. No detienen a los que quieren matar y tienen un arma. No reducen la escandalosa y ridícula accesibilidad incluso de las armas de asalto en Estados Unidos.
Investigación reciente del Instituto Nacional de Justicia dictaminó que la gran mayoría (77%) de los autores de tiroteos masivos entre 1966 y 2019 compraron al menos un arma de fuego legal para llevar a cabo sus actos de violencia.
Por esta razón, acogemos con agrado la llegada de las armas inteligentes como otro pequeño, muy pequeño paso en la dirección correcta, pero se necesita un tipo diferente de esfuerzo. Y, sobre todo, se necesita voluntad política, que más allá de declaraciones superficiales parece faltar por completo.