Ya lo sabes: el agua es un recurso precioso y cada vez más escaso, y en el mundo existen fuertes desigualdades incluso en el acceso a lo que debería ser un bien común. Pero ¿sabías que el consumo desproporcionado de agua por parte de las clases más ricas está tan fuera de escala que pone en riesgo los suministros globales?
El académico italiano Elisa Savelli de la Universidad de Uppsala, Suecia, cuyos estudios combinan la sociohidrología con las ecologías políticas de la tierra y el agua, estudió el fenómeno con su equipo (destacamos Mauricio Mazzoleni, María Rusca e Julián de Baldassarre): Voy a vincular el documento completo aquí.
El agua en las ciudades, un bien en peligro de extinción
El aumento de la demanda de agua está creciendo dramáticamente, especialmente en las zonas urbanas. Si no se hace nada, bien. 2,4 millones de personas podrían quedarse sin agua en 2050, un aumento exponencial frente a 933 millones en 2016. El cambio climático y el aumento de la población en las ciudades se encuentran entre los culpables.
El fenómeno ya está en marcha en algunas zonas del mundo. ¿Un ejemplo emblemático? Ciudad del Cabo, Sudáfrica: Entre 2015 y 2018, una grave sequía provocó que los niveles de suministro de agua de la ciudad cayeran al 12,3%. La situación ha obligado a los vecinos a limitar el uso agua para evitar el temido “Día Cero”, el día en el que se agotarían las reservas.
El equipo de Savelli analizó el consumo de agua de diferentes grupos socioeconómicos en Ciudad del Cabo antes y durante la sequía. Los investigadores encontraron que, antes de la crisis del agua, el consumo de agua de los grupos de élite y de ingresos medios-altos, correspondientes al 13,7% de la población, fue incluso el 51%. Por el contrario, el 61,5% de la población (habitantes de bajos ingresos e informales) utilizó sólo el 27% de los recursos hídricos.
Consumo de agua: ¿por qué es tan alto el de los ricos?
Según Savelli, muchos de ellos tienen piscinas y exuberantes jardines, que requieren grandes cantidades de agua para el riego. Y no se trata sólo de Ciudad del Cabo: ciudades como Barcelona, São Paulo y Chennai, con una alta desigualdad y climas cálidos, probablemente muestren tendencias similares en el consumo de agua.
Durante los períodos de sequía, todos los grupos socioeconómicos reducen su consumo de agua, pero aquellos con ingresos más bajos luchan más para satisfacer necesidades básicas como cocinar y beber. En cambio, los grupos más ricos tienen acceso a fuentes privadas, como pozos y agua embotellada. Un recurso, el de los pozos, que agota aún más los recursos.
En otras palabras: un círculo vicioso que tiende a empeorar.
¿Cómo se puede abordar el problema?
Savelli sugiere que los formuladores de políticas no solo deben analizar el consumo de agua a escala de la ciudad, sino que también deben considerar las diferencias entre varios grupos sociales. Sobre todo, evitar medidas de racionamiento indiscriminadas, que afectarían desproporcionadamente a los más vulnerables.
En otras palabras, es necesario cuestionar los sistemas políticos y económicos que regulan nuestras vidas. El consumo excesivo de agua por parte de los grupos más ricos no es sostenible y debe reducirse.