Por el momento, construir infraestructuras en el espacio es una tarea costosa y difícil: digamos casi imposible. En el futuro, el viaje cósmico del hombre requerirá el uso de materiales sencillos y fácilmente accesibles para los astronautas, que tal vez se encuentren directamente in situ. Un equipo de científicos de la Universidad de Manchester ha creado StarCrete, un material que podría revolucionar la construcción de infraestructuras en el espacio.
StarCrete, ¿cómo se fabrica el hormigón cósmico?
StarCrete ofrece una posible solución: los científicos experimentaron con una mezcla de suelo marciano (simulado), almidón de patata y una pizca de sal. El resultado fue un material dos veces más resistente que el hormigón ordinario, ideal para una obra de construcción cósmica: la de las futuras colonias marcianas. En su estudio publicado en la revista Open Engineering (lo enlazo aqui), el equipo de investigación demostró que el almidón de patata puede actuar como aglutinante, y ese aglutinante: StarCrete mostró una resistencia a la compresión de 72 megapascales (MPa), más del doble de los 32 MPa del hormigón ordinario. Sorprendentemente, StarCrete hecho con polvo lunar (regolito) incluso alcanzó yo 91 MPa.
Una clara mejora también respecto a investigaciones anteriores del mismo equipo, en las que los aglutinantes utilizados eran sangre y orina de astronautas (sí, has leído bien). Aunque el material obtenido tenía una resistencia de unos 40 MPa, de hecho, la necesidad de utilizar sangre lo convertía en una opción poco práctica en el espacio. El almidón de patata es mejor, ¿verdad?
¿Solo se puede usar en el espacio?
De nada. Si se utiliza en la Tierra, StarCrete podría ofrecer una alternativa más sostenible al hormigón tradicional. En efecto, El cemento y el hormigón son responsables de aproximadamente el 8% de las emisiones globales de CO2, ya que su producción requiere temperaturas y cantidades de energía muy altas. StarCrete, por otro lado, puede producirse en un horno normal o en un horno microondas a temperaturas típicas de la "cocina casera", reduciendo así los costes energéticos para la producción.
Quién sabe, tal vez algún día nuestros nietos se encuentren celebrando un traslado cósmico a Marte, brindando con un vaso de jugo de papa por la salud de sus nuevos hogares hechos de polvo y almidón extraterrestres. Después de todo, la vida en Marte no es tan mala, pensarán. Aparte del jugo de patata.