En los lugares de culto hindúes cada vez son más los robots llamados a participar en momentos particulares de esta religión. En rituales como el aarti (la ceremonia de adoración de las deidades hindúes), la creciente difusión de la automatización genera preocupación entre los expertos religiosos y los propios fieles.
Segundo Aguas de acebo, antropólogo de la Universidad de Oxford, la práctica religiosa está en crisis. Menciona una tendencia como esta. O el elefante mecanico que reemplaza a un elefante sagrado en un templo en Kerala. O de nuevo el "bonzo robot" en los templos budistas japoneses. Todos, dice Waters, son una seria llamada de atención y un motivo de descontento. Sobre todo para los jóvenes, que se alejan (los estudios lo demuestran) como este) a una velocidad cada vez mayor.
La carne es débil, el metal es fuerte
El carácter "sistémico" y no contingente de esta crisis se deja ver en el debate suscitado: el uso de robots es todo menos una circunstancia del momento. Algunos estudiosos incluso señalan que los robots, a diferencia de los humanos, son espiritualmente incorruptibles y podrían representar una alternativa válida a los sacerdotes, que en muchos casos están desapareciendo.
Consideraciones abstractas que no modifican el nudo de interrogantes profundos aún en pie: la intersección entre el hombre, la tecnología y la religión tiene muchos "puntos ciegos".

Religión hindú, ¿qué valor tiene un sacerdote robot?
El hecho de que ceremonias enteras puedan ser "oficiadas" por máquinas y no por seres humanos, arroja a la más oscura crisis la reconocida capacidad de la religión para poner al hombre en contacto con lo divino.
El eterno desafío del hombre es encontrar siempre el equilibrio entre la fe y la tecnología, entre lo sagrado y lo profano, entre el hombre y la máquina. El futuro ideal es de alguna manera espiritual y tecnológico: entregarse solo a la tecnología significa perder el alma.
Y no es sólo para los hindúes.